jueves, 30 de septiembre de 2010

LOS MONARCAS VINCULADOS A LAS ÓRDENES REALES SUECAS (I)

Como colofón a entradas anteriores proponemos un breve resumen del perfil  biográfico de aquellos reyes de Suecia vinculados a la creación de Órdenes Dinásticas o similares y que han sido citados en este Blog.
Aplicando un criterio cronológico en la exposición comenzaremos por:

LA REINA CRISTINA DE SUECIA (1632-1654) Y LA ORDEN DEL AMARANTE

Nació en Estocolmo el 8 de diciembre de 1626. Hija de  Gustavo Adolfo II y de María Leonor de Brandemburgo. Tras la muerte de su padre en la Batalla de Lützen (Guerra de los Treinta Años) se convirtió en Reina de Suecia a la temprana edad de seis años bajo la tutela del canciller Oxenstierna. En 1644, a los dieciocho años, fue declarada mayor de edad y reinó personalmente. En 1645 firmó el tratado de Brömsebro con Dinamarca, obteniendo importantes concesiones, y agilizó las negociaciones de los tratados de Westfalia (1648), dando un decisivo paso para la conversión de Suecia en una gran potencia.

Persona muy culta y con una gran inquietud intelectual, fue protectora de las letras y las artes, y se rodeó de los sabios más eminentes de su época, entre los que destacan Descartes y Grocio, con quienes organizaba largos debates en los que siempre aportaba reflexiones interesantes.

Después de apartar del poder a Oxenstierna, emprendió una política de dispendio y se mostró poco interesada en la hacienda del reino, lo que afectó gravemente las finanzas suecas y minó su popularidad. De temperamento sensible, inestable y nervioso, rechazó el matrimonio, y para gobernar siguió el consejo de una corte de personajes, como el médico francés Bourdelot, el conde de La Gardie, Pimentel, Tott y otros.
En 1654 renunció al trono en favor de su primo Carlos Gustavo príncipe del Palatinado, que fue coronado como Carlos X Gustavo. A partir de entonces se dedicó a viajar y pasó largas estancias en diversos países europeos, estableciéndose en Bruselas.

Once años más tarde, durante su estancia en Innsbruck, anunció su conversión al catolicismo y se trasladó primero a Roma y más tarde a Francia, para fijar al fin su residencia en Fontainebleau, donde se vio envuelta en el asesinato, el 10 de noviembre de 1657, de su presunto amante, el caballerizo mayor Monaldeschi. Tras el escándalo, se trasladó de nuevo a Roma, ciudad en la que pasó los últimos años de su vida rodeada de intelectuales, visitando claustros, iglesias, colegios, museos, bibliotecas y todo lugar que pudiera tener importancia religiosa y cultural para ella.
Falleció en Roma el 19 de abril de 1689 y sus restos se hallan sepultados en la Basílica de San Pedro del Vaticano.

Su recuerdo y su leyenda inspiraron a los creadores del séptimo arte y, así, en 1933 la "divina" Greta Garbo interpretó a la Reina Cristina en una cinta clásica donde las haya.

Según afirman nuestros dilectos amigos Don José María de Montells y Galán y Don Alfredo Escudero Díaz Madroñero en su imprescindible libro Catálogo de Órdenes Extranjeras en España, fue la propia Reina Cristina la fundadora de la Orden del Amarante, por recordar el amor que le uniera al Embajador de Su Majestad Católica, Don Antonio de Pimentel, nacido en la localidad portuguesa de Amarante.
Su hermoso lema es "Memoria dulcis".

La intención de este instituto caballeresco, que exalta el amor galante, fue muy recordado por la Princesa Heredera Victoria a su padre S.M. el Rey Carlos Gustavo XVI ante los impedimentos iniciales que el Monarca sueco presentaba a la relación amorosa de la Princesa con Daniel Westling. La idea de convocar entre los suecos un referendum del amor como sancionador de la viabilidad del noviazgo fue idea propuesta por S.A.R. la Princesa Heredera Victoria. Sin duda un gesto muy honesto e idealista, y que, aunque no se llevó a cabo, caracteriza a todo el que milita, como ella, en la Orden del Amarante.


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