viernes, 14 de enero de 2011

LOS MONARCAS CREADORES DE LAS ÓRDENES HACHEMITAS DE JORDANIA (II)

Abd Allah ibn Husayn (en árabe عبد الله بن حسين; variantes de transcripción: Abdullah; bin o ben; Hussein, Husain...), también conocido como Abd Allah I de Jordania, fue el primer gobernante de Jordania, con los títulos sucesivos de Emir de Transjordania (1923-1946), Rey de Transjordania (1946-1949) y, finalmente, Rey de Jordania (1949-1951).

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Nació La Meca en 1882  y era hijo de Husayn ibn Alí, Jerife de La Meca y cabeza de la dinastía de los hachemíes, a quienes los británicos habían hecho la promesa de reconocer la independencia de los territorios árabes de Asia en un único Estado a cambio de su ayuda en la lucha contra el Imperio Otomano. Antes de la Primera Guerra Mundial, Abd Allah había sido vicepresidente del Parlamento de Estambul. Su hermano Faysal, diputado en la misma cámara, dirigió la Rebelión Árabe que, con el objetivo de crear el Estado Árabe, combatió a los turcos desde el Hedjaz hasta tomar Damasco en 1918. El Jerife Husayn se había proclamado rey del Hedjaz independiente dos años antes. Una vez acabada la Primera Guerra Mundial, sin embargo, los aliados se desdijeron de sus promesas y deshicieron militarmente el embrión de Estado que se había creado desde Damasco. A cambio, Faysal y Abd Allah fueron colocados a la cabeza de sendos países creados artificialmente por el gobierno británico y sometidos a su tutela: Irak y Transjordania.


Abd Allah recibió Transjordania en 1921. Se trataba en realidad de un corredor a través del desierto que comunicaba las dos zonas de influencia británicas importantes: Irak y Palestina. El 25 de mayo de 1923 Transjordania obtuvo la independencia con la denominación de Emirato. Durante los 23 años que duró el Emirato, los primeros ministros de Abd Allah formaron dieciocho gobiernos.
El rey Abd Allah fue un personaje poco popular entre los árabes de Oriente Medio debido a su política clientelar respecto de Estados Unidos y Gran Bretaña, su cercanía a Israel y la represión que desató contra sus detractores. Por otro lado, Abd Allah no abandonó nunca la ambición hachemí de ser rey no de la artificial Transjordania sino de un reino árabe unificado, lo que le granjeó la enemistad de las capas dirigentes de otros Estados concernidos, y en especial la de los saudíes. Éstos, en los años 30, expulsaron a los hachemíes del Hedjaz y crearon un Estado nuevo que llevaría el nombre de la familia: Arabia Saudí. Seguidores de una peculiar visión del Islam, la doctrina llamada wahhabismo, se opusieron a los hachemíes también por ser éstos los más firmes candidatos al Califato en caso de restaurarse la institución.
El 20 de julio de 1951 Abd Allah murió en un atentado en la mezquita de Al-Aqsa de Jerusalén. Cuatro días antes había sido asesinado en Ammán el primer ministro libanés Riad Bey al-Solh, y Abd Allah se encontraba en la capital palestina para participar en una ceremonia fúnebre en su honor.




Esperaba a que diera comienzo la oración del viernes en compañía de su nieto Husayn ibn Talal  (futuro rey de Jordania) cuando un activista palestino, Mustafá Shukuri, abrió fuego contra él alcanzándole en la cabeza. Husayn pudo haber muerto también, pues habría recibido un impacto en el corazón de no ser porque una única medalla que llevaba prendida en el pecho desvió la bala. Tanto Abd Allah como el prócer libanés murieron bajo la acusación de estar llevando a cabo negociaciones secretas con Israel con vistas a firmar una paz por separado.
A Abd Allah, que tuvo dos hijos y tres hijas, le sucedió su hijo Talal; que sin embargo, duró poco en el trono a causa de su esquizofrenia, siendo sustituido a su vez por su hijo Hussein.

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