martes, 26 de junio de 2012

DOM DUARTE Y EL BEATO CARLOS DE AUSTRIA

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Dom Duarte Pio, jefe de la Casa de Braganza, sugirió ayer que podrían poner una imagen del Beato Carlos de Austria en la nueva iglesia Atouguia (Madeira).
El heredero de la Corona portuguesa argumentó que el ex emperador era un "santo de Madeira, ya que los santos son de la tierra de donde nacen a Dios, y que, por tanto se podría poner una imagen del santo emperador aquí en esta iglesia."
Invitado por el arquitecto João Cunha Paredes a estar presente en la ceremonia de consagración del templo, Dom Duarte Pío felicitó al autor por las características arquitectónicas de la nueva iglesia, diseñada por Paredes, quien también es representante de Causa Monárquica en Madeira.


Dom Duarte, Jefe de la Real Casa de Braganza, segundo por la derecha, en Madeira
(FUENTE: Jornal da Madeira)

S.M.I.R Carlos I de Habsburgo-Lorena (Carlos IV de Hungría), nació en Persenburg (Baja Austria), el 17 de agosto de 1887, siendo bautizado como: Karl Franz Josef Ludwig Hubert Georg Maria von Habsburg-Lothringen.
Fue el primogénito del Archiduque Otto y de la princesa María Josefa Luisa de Sajonia. Su niñez fue feliz y los traslados de una guarnición a otra de su padre hicieron que viajase por gran parte del imperio. Aprendió alemán (su idioma materno), inglés, francés y húngaro. Estaba versado en derecho constitucional y ciencias políticas. En 1901 visitó gran parte de la Transleitania. En 1905 sirvió en Bohemia como teniente de una pequeña guarnición y recibió la Orden del Toisón de Oro.
El 21 de octubre de 1911 se casó con la Princesa Zita de Borbón-Parma, impetuosa y muy religiosa. El matrimonio tuvo 9 hijos. Desde enero de ese año, Carlos trabajó en el Estado Mayor austrohúngaro, en Viena.

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El anciano Francisco José I y el futuro Carlos I
Se convirtió en sucesor en 1914 tras el asesinato de su tío el Archiduque Francisco Fernando de Habsburgo-Lorena en Sarajevo, Bosnia, causa inmediata del estallido de la I Guerra Mundial.
Carlos I accedió al trono con 29 años después de que falleciese su anciano tío, el emperador Francisco José I la noche del 21 de noviembre de 1916, en plena Primera Guerra Mundial. Su coronación era urgente y tuvo lugar el 29 de diciembre de 1916, cuarenta días después de morir el anterior monarca, evitando las ceremonias dilatorias que hubieran sido usuales en el Imperio de los Habsburgo en tiempo de paz, lo que puso de manifiesto el declive final de la Monarquía Dual.

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SS.MM.II.RR., Carlos y Zita, junto al Príncipe Heredero, como Reyes Apostólicos de Hungría

Desde este momento, el nuevo emperador trató de sacar al Imperio Austrohúngaro de la guerra europea. La razón principal que le llevó a ello fue la situación económica del país, que no paraba de empeorar, con una inflación severa, descontento masivo entre los campesinos por las requisas de guerra, y fuerte rechazo de los sindicatos obreros a la militarización de la industria.
Al desvanecerse a fines de 1916 la posibilidad que Rusia pudiera invadir Austria-Hungría se hizo evidente que Alemania era la fuerza dominante de los Imperios Centrales en lo político y lo militar, provocando una nueva causa de descontento entre la población eslava de Austria-Hungría. El propio emperador deseaba la paz por la convicción personal de que la sangría humana del conflicto podría continuar durante mucho tiempo más.

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S.M.I.R. Carlos I visitando la localidad alpina de Cortina d´Ampezzo tras la victoria austriaca de Isonzo
Sin suficiente capacidad de maniobra, durante la primavera de 1917 Carlos I mantuvo, a espaldas de Alemania, unos polémicos contactos con el gobierno francés, que fracasaron, para tratar de alcanzar una paz por separado con los aliados a través de su cuñado, el Príncipe Sixto de Borbón-Parma, quien era oficial del ejército belga. En las conversaciones secretas realizadas entre Sixto y Carlos en Viena, el emperador se comprometió a defender la devolución de Alsacia y Lorena a Francia y el mantenimiento de una Bélgica independiente, a cambio de lograr la paz, mientras la Triple Entente aceptaría la preservación de Austria-Hungría y Alemania en su integridad territorial.
El estallido de la Revolución de Octubre en Rusia causó que Carlos I intensificara sus esfuerzos para una paz negociada, en tanto el derrumbe ruso reafirmaba la subordinación de Austria-Hungría respecto a Alemania y también podría servir de ejemplo para una revolución social extrema en los Imperios Centrales. En abril de 1918, el ministro de asuntos exteriores de Carlos I, el conde checo Ottokar von Czernin, enterado de las negociaciones de Carlos, presumió ante la prensa internacional que Francia estaba mendigando la paz a los Imperios Centrales, a lo que el primer ministro francés Clemenceau respondió haciendo públicas las negociaciones del emperador austriaco con Sixto de Borbón-Parma, causando un gran perjuicio a la credibilidad de Carlos y minando su posición internacional, pues si bien Carlos había informado anticipadamente al kaiser alemán Guillermo II sobre las conversaciones de paz, no le mencionó las concesiones que Carlos proponía a los franceses.

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Sello austriaco de 25 heller con el retrato del Emperador

Mientras tanto, como resultado del escándalo, la Entente reconocía poco después al gobierno checoslovaco independiente en París, abandonando su anterior postura de mantenimiento de un imperio reformado. Carlos tuvo que viajar urgentemente a Alemania para asegurar a Guillermo II su lealtad como aliado, en tanto el propio Estado mayor del Reichsheer alemán, al saber las concesiones que Carlos ofrecía a los Aliados, planificaba inclusive una "invasión preventiva" de Austria para deponer a Carlos I al considerar su conducta como una traición.
En el interior, declaró con motivo del cumpleaños de su heredero (2 de julio de 1917) una amnistía de los prisioneros políticos, gesto con el que trató, con escasos resultados, de mostrar su disposición a un nuevo orden político en el imperio. De igual manera, a lo largo del año 1917 y la primera mitad de 1918, Carlos promulgó diversas normas destinadas a mitigar el descontento social de la clase obrera de su Imperio, suavizando las severas leyes marciales aprobadas al inicio del conflicto. No obstante, la contienda proseguía y por tanto las medidas tomadas por el emperador apenas eran paliativos de una grave situación interna.
Tras el hundimiento del frente búlgaro en septiembre de 1918, Carlos decidió llevar a cabo drásticas medidas reformistas para convencer a la Triple Entente que el Imperio Austrohúngaro debía salvarse, o al menos mantenerse como una federación de estados independientes. Con ayuda de sus asesores y del consejo de ministros, Carlos I definió un plan de federalización del país, que se hizo público en octubre de 1918. En él el imperio se convertía en una confederación donde sus miembros mantenían plena autonomía política, económica y militar, compartiendo únicamente la jefatura del Estado. Estos intentos llegaron demasiado tarde y los consejos nacionales que Carlos fomentó entre las distintas nacionalidades optaron por abandonar al gobierno de Viena en vez de adaptar el plan del emperador.
Iniciada la disolución del Imperio tras la derrota frente a los italianos en la Batalla de Vittorio Veneto, y tras resistirse a abandonar lo que él consideraba sus obligaciones, Carlos I renunció a la jefatura del Estado el 11 de noviembre de 1918 y a formar parte de cualquier futuro gobierno austriaco, pero no a sus derechos como jefe de la dinastía. Trataba así de mantener la posibilidad de que perviviese la monarquía Habsburgo con otro miembro de la familia imperial. Partió de inmediato hacia el exilio en Suiza.

Archivo: Kaiser Karl I., Ölbild von Hannes Scheucher.jpg
Así pintó en 2005 el artista Hannes Scheucher, al Beato-Emperador Carlos I

Sobre el resto de su historia y tentativas de recuperar, al menos, el trono húngaro, su exilio y temprana muerte, ya dimos cuenta en recientes entradas de "Salón del Trono", así como de su proclamación como Beato Carlos de Austria, emperador y rey, por el también Beato Juan Pablo II, "El Grande".




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