lunes, 3 de diciembre de 2012

REFLEXIONES SOBRE LA MONARQUÍA




Reflexiones sobre la Monarquía
                                                                    Por Paolo Rivelli

 
La opinión más común es que no parece ser muy popular por el hecho de que una persona sea el depositario de la autoridad y que centraliza muchas prerrogativas. Por otra parte, si este poder es hereditario entonces parece casi insoportable.
Parece que nadie se enoja demasiado si se tiene en cuenta el hecho de que frecuentemente se aplaudió hasta la extenuación o veneró hasta el delirio en nuestra historia reciente, a personajes que luego resultaron ser tiranos sedientos de sangre y que ejercieron el poder sin control.
Esta experiencia, que ha afectado a diferentes sistemas, no puede ser ignorada ni se debe tampoco rechazar ninguna hipótesis cuando lo que se intenta es mejorar. El modelo de monarquía constitucional, experiencia que viven varios países europeos nos ofrece un ejemplo plenamente válido.




Desde la experiencia de la antigua Grecia, la cuna histórica de la democracia, el problema siempre ha sido que la influencia de los oligarcas pretendía esclavizar a las instituciones políticas.
En Italia hemos experimentado la oligarquía de los partidos políticos y los sindicatos, y los medios de comunicación la están experimentando últimamente, pero este fenómeno es común a todas las democracias, que se crean con la esperanza de un aumento en el nivel de vida y la extensión del poder de unos pocos a muchos. Así que en este punto la democracia parece sonar más como demagogia, con la pérdida del sentido de la responsabilidad política y la consiguiente disminución de la ética. Sin embargo, nada podía salvarnos de un rey estúpido, malo o corrupto.
La historia nos ha enseñado mucho, ya que, aunque la democracia no ha evitado la corrupción de los políticos, sí ha permitido que un hombre de clase trabajadora pueda hacerse político y llegar a presidente. Donde se pone la discusión se pone interesante es cuando hablamos sobre la corona.
La herencia en sí misma presupone una educación adecuada sobre el papel para quienes un día llegarán al trono. El asunto no termina aquí, ya que la educación no lo es todo, pues debe contarse con el carácter de la persona. Por supuesto debe lograse que los intereses públicos y privados del rey sean los mismos. Cuanto más esfuerzos haga un rey para el bien de la nación, por el bien público, más posibilidades tiene de mantenerse el trono. Además, la sucesión monárquica por herencia pone a salvo el puesto más importante en el Estado, la jefatura suprema de la nación. El Rey lo es de todo su pueblo y no sólo de una parte; y está siempre por encima de las disputas políticas, de las luchas de las partes.




De hecho, entre el soberano y su pueblo hay un pacto de honor que los une entre sí y luego se convierte en el símbolo de la unidad nacional, independiente de cualquier otro poder del Estado. La monarquía es por lo tanto el símbolo y al mismo tiempo la más alta expresión, de la estabilidad y sostenibilidad del estado. Así que el sistema monárquico es menos perjudicial porque el mal comportamiento del príncipe es un comportamiento aislado que termina con el individuo, mientras que en otros sistemas, el comportamiento censurable es siempre la expresión de la conducta de un grupo de personas que se encuentran bajo la presión de una o más oligarquías y que sin duda tenderá a perpetuarse. De hecho, en un régimen republicano el cese o reemplazo de un centenar de políticos corruptos, no cambia la tendencia subyacente, donde el impulso en la búsqueda de intereses privados en vez de públicos se convierte en irresistible.
En la monarquía hay un filtro que tiende a equilibrar el poder de las oligarquías y debe neutralizar el empuje en contra del interés de la gente.



No se deje engañar por la apariencia y la superficialidad si juzga anacrónica la monarquía. En este sentido, es interesante leer lo que escribió proféticamente un estadista ilustre, Domenico Fisichella en 1999: "Esto es así debido a la explosión demográfica, que ha creado continentes sitiados y continentes sitiadores, con manifestaciones de terrorismo e incluso de guerra, nacional e internacional y entendemos que los cierres de un lado y los asaltos y asedios del otro no deben impedir que se siga cultivando la planta delicada de la libertad. Cuando se sopesan las necesidades de defensa y ataque, los primeros espacios que se encogen son los de la libertad. "

Paolo Rivelli
Presidente Real Circolo Francesco II di Borbone


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