miércoles, 18 de diciembre de 2013

PU YI, EMPERADOR KANGDE DE MANCHUKUO

Archivo: Flag of Manchukuo.svg
Bandera nacional del Imperio de Manchukuo

Hablábamos ayer de la Orden de los Pilares del Estado y de Pu-Yi como su creador. La figura de este gobernante es bien conocida gracias a que su vida fue inmortalizada por el gran Bernardo Bertolucci en la extraordinaria película: "El último emperador". 
Pero en esta entrada de hoy nos interesaremos por su perfil biográfico como soberano del estado satélite japonés de Manchukuo.
Como último emperador de China, Pu-Yi había conseguido mantenerse como residente de la Ciudad Prohibida, aún después de la fallida revuelta monárquica del general Zhang Xun, conservando a su lado a su séquito personal y a sus servidores eunucos, y continuando su educación bajo la tutela de Reginald Johnston. 
Pu-Yi en la versión cinematográfica de Bertolucci
La vida diaria de Pu-Yi continuó sin alteraciones hasta 1924, cuando el señor de la guerra Feng Yuxiang tomó el control de Pekín y ordenó que el ex emperador abandonase la Ciudad Prohibida con todo su séquito, dejando atrás a sus servidores y gran parte de sus riquezas.
Tras la expulsión, Pu-Yi poseía aún suficiente dinero como para mantener a su séquito, aunque de manera bastante restringida en comparación a su infancia en Pekín. 
Al no gozar de apoyo político dentro de China, Pu-Yi se trasladó a Tianjin, estableciendo su residencia en la concesión territorial que Japón mantenía en dicha ciudad.
En esa época empezó a frecuentar a diplomáticos y políticos japoneses que alimentaron progresivamente las ansias de Pu-Yi de volver a ser monarca. 
Tras el Incidente de Mukden en 1931, Japón inició una serie de enfrentamientos armados con China que desembocaron en la conquista japonesa de Manchuria. En tal contexto, la existencia de un descontento ex emperador manchú como Pu-Yi representó una herramienta útil para el gobierno japonés.
En 1932, los japoneses designaron a Pu-Yi como regente de Manchuria, y luego, en marzo de 1934, fue oficialmente entronizado como emperador de Manchukuo con el nombre de Kangde
Aunque la mayoría de países no reconoció al nuevo Estado, ninguna de las potencias se mostró dispuesta a enfrentarse militarmente a Japón para devolver la región a China y ésta era demasiado débil para lograrlo por sí misma. 
Archivo: Puyi-Manchukuo.jpg
Pu-Yi como nuevo emperador Kangde de Manchukuo

A pesar de gozar del reconocimiento oficial nipón, los poderes de Pu-Yi como monarca fueron muy pequeños, debido a que, en realidad, Japón era quien gobernaba el país en la práctica. Con el estado satélite de Manchukuo, los japoneses pretendían ocultar ante la Sociedad de Naciones, la realidad sobre el conflicto chino-japonés en marcha.

La toma japonesa de Manchuria afectó además a la relación de poder en la región y tensó las relaciones entre soviéticos y japoneses, hasta entonces relativamente cordiales. La expansión japonesa produjo temor entre los dirigentes soviéticos a un posible ataque japonés. 
Japón abandonó la Sociedad de Naciones en 1933 y los soviéticos optaron por el reforzamiento de sus defensas y la apuesta por una actitud conciliadora hacia Tokio, que incluyó el ofrecimiento reiterado de un pacto de no agresión, el de venta de su parte del ferrocarril transmanchuriano y la apertura de un consulado de Manchukuo en Moscú.
Archivo: IJA Fuerzas en Manchuria.jpg
Fuerzas japonesas entran en una ciudad de Manchuria
Durante sus años de reinado, las tareas de Pu-Yi consistieron casi exclusivamente en cumplir con el ceremonial palaciego, viajar dentro de su Imperio bajo vigilancia japonesa, y aprobar leyes y decretos elaborados por sus asesores japoneses, que detentaban el poder real en Manchukuo.
Portada de la revista Time con las fotografías de: Hiro-Hito, Pu-Yi, Stalin y Chiang-kai-Shek

El reinado de Pu-Yi concluyó en agosto de 1945, cuando los ejércitos de la Unión Soviética invadieron Manchuria y lo depusieron junto a su gobierno títere. Luego fue puesto a disposición de las autoridades, tanto soviéticas como chino-comunistas, que finalmente lo encarcelaron en la prisión de Fushun entre 1949 y 1959, tiempo durante el cual fue reeducado y condenado como traidor a su país. También testificó en Tokio en contra de los dirigentes japoneses de la guerra.


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