jueves, 10 de abril de 2014

MAXIMILIANO I, UN SUEÑO DE JUSTICIA PARA MÉXICO

File:Imperial Monogram of Emperor Maximilian I of Mexico.svg
Monograma imperial de Maximiliano I de México
Diseño: Glasshouse


El valle de México es como un inmenso manto de oro rodeado de enormes montañas matizadas con todos los colores desde el rosa pálido hasta el violeta o el más profundo azul cielo, unas rocosas y quebradas y oscuras como las costas de Sicilia, las otras, cubiertas de bosques como las verdes montañas de Suiza, y entre todas ellas las más hermosas eran el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl. (Carta de Maximiliano I de México al llegar a su nueva patria)

Tras los acurdos de Miramar y la aceptación formal del trono mexicano, SS.MM.II. Maximiliano y Carlota llegaron al puerto de Veracruz a bordo de la famosa fragata Novara, el 28 de mayo de 1864, entre el júbilo y algarabía de los conservadores, pero no del pueblo jarocho, lo que originó que la Emperatriz Carlota Amalia derramara lágrimas de frustración y de pena. Pero a la llegada a otras ciudades, las recepciones fueron mucho más jubilosas y de gran fiesta, especialmente en Puebla y Ciudad de México.
Maximiliano apreció en la capital mexicana la realidad de un país herido por la guerra y profundamente dividido en sus convicciones. En un corto período de tiempo, el Emperador se enamoró de los hermosos paisajes de su nuevo país y de su gente. Mientras, las tropas francesas continuaban peleando en territorio mexicano. Maximiliano comenzó a construir museos y trató de conservar la cultura mexicana,  una de sus grandes contribuciones como emperador. La emperatriz Carlota comenzó a organizar fiestas para la beneficencia mexicana a fin de obtener fondos para los más pobres.
Foto: Arribo del emperador y la emperatriz a Veracruz, ca. 1864. Litografía. Colección particular.
Imagen tomada del libro: Juana Inés Abreu, María Elena Medina Segura (coord.) et al., Juárez. Memoria e imagen. México, Secretaría de Hacienda y Crédito Público, 1998, p.175.
Llegada delos emperadores Maximiliano y Carlota al puerto de Veracruz
La pareja imperial se instaló en el Castillo de Chapultepec, para utilizarlo como residencia y se ordenó trazar un camino que le conectase a la ciudad: el Paseo de la Emperatriz (hoy Paseo de la Reforma). Como el matrimonio no podía tener hijos, ambos decidieron adoptar a Agustín y a Salvador, dos nietos de Agustín de Iturbide, el primer emperador mexicano.
El Imperio Mexicano adoptó el lema: Equidad en la Justicia. Contaba con el apoyo del partido conservador, de la Iglesia Católica en México encabezada por el Arzobispo Labastida y Ochoa, y de buena parte de la población de tradición católica, aunque tuvo una oposición férrea por parte de los liberales Durante su gobierno, Maximiliano I de México trató de desarrollar económica y socialmente a los territorios mexicanos bajo su custodia, aplicando los conocimientos aprendidos de sus estudios en Europa, y de su familia, los Habsburgo.
File:Coat of Arms of the Second Mexican Empire.svg
Armas Imperiales de México durante el IIº Imperio Mexicano
Diseño: Ludovicus Ferdinandus
Pero la política de Maximiliano resultó ser más liberal que lo que sus partidarios conservadores pudieron tolerar. Ello es así en parte por la propia estrategia de Napoleón III, que quería evitar el dominio conservador del régimen, instaurando en cambio un gobierno moderado en el que estuvieran representadas todas las tendencias, y también por el talante liberal de Maximiliano, que ya había manifestado al gobernar el Reino Lombardo-Véneto en los años 1858 y 1859. 
Maximiliano manifestó su apoyo a las leyes de Reforma, emitidas por el Presidente Benito Juárez en el año 1857. 
File:Maximilian emperor of Mexico.jpg
Maximiliano I, Emperador de México
Un hecho que puso de manifiesto esa tendencia incompatible con los conservadores locales fue la negativa de Maximiliano a suprimir la tolerancia de cultos y a devolver los bienes nacionalizados de la iglesia, cuando el nuncio papal le requirió ambas decisiones, originado fricciones con la Santa Sede. Gran parte de los conservadores mexicanos, decepcionados, le retiraron su apoyo e, inversamente, hubo liberales moderados que se aproximaron al nuevo régimen, mientras que los liberales republicanos persistieron en la lucha por restablecer la república y a Juárez como presidente.
Si Maximiliano estaba desilusionado y decepcionado, sus apoyos franceses pronto estuvieron igualmente decepcionados con su nuevo emperador. Lejos de gobernar según los intereses de Francia, Maximiliano se veía a sí mismo como una figura de integración nacional. La justicia y el bienestar de todos fueron sus objetivos más importantes. Uno de sus primeros actos, como emperador, fue el restringir las horas de trabajo y abolir el trabajo de los menores. Canceló todas las deudas de los campesinos que excedían los 10 pesos, restauró la propiedad común y prohibió todas las formas de castigo corporal. También rompió con el monopolio de las "tiendas de raya" y decretó que la fuerza obrera no podía ser comprada o vendida por el precio de su decreto.
Foto: No obstante, los elogios que hace de su generosidad, no deja de reconocer que Maximiliano era un romántico soñador. Su falta de pragmatismo lo llevaba a obsequiar dinero a pesar de la bancarrota de las arcas del imperio. Nos refiera que aun cuando acudía a las múltiples recepciones, fiestas y bailes que se ofrecían en su honor, perdía días y días en cada población , en momentos que los que se requería su presencia en la ciudad de México.

“Maximiliano íntimo” José Luis Blasio
El Emperador Maximiliano a caballo
Traído como cabeza de los intereses de Francia, demostró ser todo menos eso. Sus acción de gobierno se volvió hacia México y hacia su gente. Cuando los franceses se dieron cuenta que se habían equivocado y de muchas formas habían subestimado cuan lejos podría llegar, se retiraron. El apoyo militar francés dejó de existir y Napoleón III dio la orden de regresar a Francia a sus tropas en 1867, dejando a Maximiliano solo y sin protección.
Los liberales buscaron por todos los medios la derrota del Imperio. Encabezados por el Presidente Benito Juárez, permanecían firmes en la defensa de la República. Juárez gozaba del apoyo de los Estados Unidos, quienes tampoco deseaban la presencia en América de un régimen apoyado por las monarquías europeas; hicieron cuanto pudieron por evitar que los conservadores mexicanos tuvieran éxito. Empezaron y presionaron al emperador francés Napoleón III para que retirara sus tropas de México.
Foto: Anónimo, Carlota, ca. 1800.
Imagen tomada de: Testimonios artísticos de un episodio fugaz (1864-1867), México, Museo Nacional de Arte, Instituto Nacional de Bellas Artes, 1995, p. 66.
La Emperatriz Carlota
Al final, los cambios políticos a nivel internacional repercutieron en el Imperio Mexicano. Estados Unidos, que durante la mayor parte de esta época había estado ocupado en su propia guerra civil, había conseguido finalmente vencer a los estados sureños, abolir la esclavitud y, estando en paz, ya estaba listo para apoyar al gobierno republicano de Benito Juárez.
Napoleón III, por su parte, se enfrentaba a serias amenazas en Europa y requería que sus tropas regresaran al país galo. Con el apoyo económico de los estadounidenses a la facción republicana, y sin el apoyo francés ni conservador en el país, poco le quedaba por hacer a Maximiliano. Decidió enfrentarse a las consecuencias, desoyendo los consejos que le sugerían abdicar y regresar a Austria. El General Aquiles Bazaine, general en jefe de las fuerzas expedicionarias francesas, le ofreció regresar a Europa, bajo la protección del ejército francés, ofrecimiento que Maximiliano no aceptó, y prefirió quedarse en México.
El resto, Querétaro, el Cerro de las Campanas, es historia ya narrada en este Blog.

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