viernes, 11 de julio de 2014

LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS EN LA CÉLEBRE MEDALLA DE JUAN VIII PALEÓLOGO


Estandarte imperial de los Paleólogos de Bizancio

A mi siempre admirado maestro José María de Montells y Galán, ardiente ecumenista y esteta del sombrero, quien a buen seguro nos ilustrará un día sobre la prenda de cabeza de Juan VIII Paleólogo

Juan VIII Paleólogo (Ιωάννης Η' Παλαιολόγος), nació el 18 de diciembre de 1392. Era el hijo mayor del emperador bizantino Manuel II. En 1416 fue asociado al trono como coemperador, ciñendo la corona imperial en solitario en 1425.
Se casó dos veces, primero con Ana, hija del Gran duque Basilio I de Moscú en 1414, y en 1421 con Sofía de Montferrato, hermana del conde Juan Jacobo de Montferrato, cuando fue nombrado coemperador junto a su padre. No tuvo hijos de ninguno de los dos matrimonios.
Para buscar protección frente a la amenaza de los turcos otomanos visitó al Papa y aceptó la unión de las iglesias griega y romana, lo que se ratificó en el Concilio de Ferrara- Florencia en 1439. 
Los ortodoxos entraron, en efecto, en el seno de la Iglesia con los armenios, los jacobitas, los caldeos y los maronitas. 
Se realizaron una serie de Declaraciones sobre: el Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, la Eucaristía y los Novísimos (para los griegos); el Decreto sobre los Sacramentos (para los armenios); y la Disposición sobre la Trinidad y la Encarnación (para los jacobitas).


Juan VIII por Benozzo Gozzoli
En dicho viaje de unidad, el emperador Juan VIII estuvo acompañado por Jorge Gemisto Pletón, un filósofo neoplatónico que tendría una gran influencia sobre el mundo académico italiano, así como sobre el Renacimiento en toda Europa occidental.
La unión de las iglesias fracasó, pero gracias a su prudente política ante el Imperio Otomano logró conservar Constantinopla y en 1432 resistió un asedio del sultán Murad II.
Designó a su hermano Constantino XI, último emperador de Bizancio, como sucesor y, a pesar de las intrigas de sus hermanos menores, Demetrio y Tomás, y de su madre, Helena Dragas, consiguió asegurarse la sucesión de Constantino.
Falleció en Constantinopla el 31 de octubre de 1448, cinco años antes de la caída de la ciudad ante los turcos.

Retrato de Juan VIII por Antonio Averulino
La emoción suscitada en los estados italianos del Quattrocento por el viaje de Juan VIII y su deseo de unir a católicos romanos y griegos ortodoxos, se vio concretado en la acuñación de una bella pieza de bronce que vamos a comentar.
La medalla fue creada por el pintor renacentista italiano Pisanello, con motivo de la celebración del Concilio de Ferrara-Florencia (1438-1439) y que concluiría en Roma en 1442 bajo los auspicios del Papa Eugenio IV.
Se considera esta pieza como la primera del Renacimiento pues vuelve a recuperar una tradición de representaciones realistas de los soberanos que había desaparecido en el siglo IX con Carlomagno, pero que se mantenía en el Oriente bizantino.
Para Pisanello y los artistas de Quattrocento, la medalla de estado ha de representar la personalidad del retratado así como sus aspiraciones, y no solamente sus orígenes familiares.

La Medalla de Juan VIII por Pisanello
Foto: www.mba-lyon.fr/

En el anverso se muestra la efigie de perfil del emperador Juan VIII tocado con una espectacular prenda de cabeza. Le rodea una inscripción en griego, lengua oficial en lo poco que quedaba del Imperio Bizantino, y que dice: "Juan Paleólogo, Emperador de los Romanos".

En el reverso aparece el emperador a caballo, con las manos unidas, orando en recogimiento ante una cruz latina sobre un monolito en medio de un paisaje montañoso. Acompañan a Juan VIII dos pajes montados también a caballo.
Como inscripción se muestra la autoría de la medalla en lengua latina y griega: "Opus Pisani. Pictoris".
La Medalla tuvo un éxito inmediato, siendo enormemente valorada en su tiempo.
En 1443 se la representó en un fresco de la Iglesia de Santa María della Scalla de Verona. Seguro que mi admirado amigo José María de Montells tomó buena nota del detalle en su última estancia en la ciudad de Romeo y Julieta.
También Piero della Francesca en sus Historias de la Santa Cruz, pintadas para la iglesia de San Francesco de Arezzo, representó a Juan VIII, con su famosa prenda de cabeza,  como Constantino vencedor en Puente Milvio

Detalle de la Batalla de Puente Milvio de las Historias de la Santa Cruz de Piero della Francesca

A partir de su difusión, todos los príncipes italianos del momento quisieron tener su propia medalla, lo que provocó un sinfín de encargos a Pisanello, más valorado desde entonces por sus medallas que por sus otras creaciones artísticas.

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