martes, 13 de enero de 2015

CLAUSURA DEL AÑO EMPERATRIZ JOSEFINA

La Emperatriz Josefina en un retrato de François Gérard

El Museo de la Malmaison, en las inmediaciones de París, clausura, con una última exposición, el Año Emperatriz Josefina, celebrado durante 2014 con motivo del bicentenario de la muerte de la Emperatriz Joséphine.

A lo largo del pasado año se han abierto tres exposiciones:


Joséphine au musée du Luxembourg de París (12 de marzo al de 29 junio de 2014)

Joséphine, la passion des fleurs et des oiseaux (2 de abril al 30 de junio de 2014)

Les adieux à l’Impératrice (4 de noviembre de 2014 al 2 de febrero de 2015)

Los gestores del Museo que fuera residencia de la Emperatriz y de Napoleón, destacan la entrada en sus colecciones de dos jarrones de porcelana, procedentes de Berlín, que en su día la Reina de Prusia regaló a la Emperatriz Josefina, adquiridos gracias al mecenazgo del grupo AXA. También la apertura del jardín de rosas antiguas, gracias al mecenazgo de Piaget, y la restauración de la cama de la Emperatriz, gracias a la Fundación del Patrimonio de Francia.
El público ha respondido con interés y fuerte asistencia a los eventos programados, acogiendo a un total de 104.353 visitantes, incrementándose en un 48,2 % el porcentaje de visitas al Museo con respecto al ejercicio de 2013.




Después de su divorcio de Napoleón, el 10 de enero de 1810, Josefina se trasladó a vivir al palacete de la Malmaison. Tras completar su renovación, Josefina se dedicó casi por completo a sus jardines, en especial los rosales. Bajo la tutela de Josefina, fue impulsada la carrera del pintor Pierre-Joseph Redouté, dedicándose éste a pintar todo tipo de flores. Una rosa fue denominada Malmaison en honor al lugar y sus 650 rosales, la especie Souvenir de la Malmaison.

El divorcio le asignó a Josefina rentas para vivir con holgura y varias propiedades a nivel de compensación. Sin embargo, la ex Emperatriz siempre fue una mujer derrochadora, amante del buen gusto; con lo cual sus ingresos, durante toda su vida, nunca alcanzaban a cubrir sus excesos en compras y gastos. Pese al divorcio, se mantuvo en permanente relación con Napoleón mediante cartas y siguió amándolo hasta su muerte. Napoleón, por su parte, afirmó que lo único que los separaba eran las deudas de ella. Después de la abdicación de Napoleón, Josefina ganó la protección del emperador Alejandro I de Rusia.
Josefina falleció el 29 de mayo de 1814, por complicaciones de un resfriado, y fue enterrada en la iglesia de San Pedro y San Pablo de Rueil. Cerca de 20.000 personas pasaron a ver el féretro de la emperatriz e inundaron París con folletos elogiando su nombre. Su hija Hortensia está enterrada junto a ella. La tumba está hecha de mármol de Carrara, muestra a la Emperatriz arrodillada en la misma postura que aparece en la famosa pintura La coronación de Napoleón de Jacques Louis David.
Monumento funerario de la Emperatriz Josefina en la iglesia de San Pedro y San Pablo de Rueil
Foto: Annesov
Napoleón supo de la muerte de Josefina mientras estaba desterrado en la isla de Elba, por ello su hijastra Hortensia fue una de las primeras en recibirlo en el Palacio de las Tuillerías cuando regresó a Francia retomando el poder en 1815. 
En el exilio, Napoleón le dijo a un amigo: «verdaderamente amé a mi Josefina, pero no la respeté». Tras el desastre de Waterloo, Napoleón residió en la Malmaison hasta decidir qué haría tras la derrota final; una muestra del amor que lo unió a su Emperatriz. A pesar de sus numerosos amoríos, su divorcio y su nuevo matrimonio, las últimas palabras del Emperador en la isla de Santa Helena fueron: «Francia, el ejército, Josefina

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