miércoles, 15 de abril de 2015

INOCENCIO X Y LA PIAZZA NAVONA EN UNA MEDALLA DE ÉPOCA

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Armas de Inocencio X
Diseño: Odejea

El Papa Inocencio X, nacido Giovanni Battista Pamphili, en el seno de la ilustre familia Pamphili, originaria de Gubbio (Umbría), era tataranieto de Juan Borgia y estudió jurisprudencia en el Collegio Romano.
Tras graduarse fue nombrado, en 1604, abogado consistorial y auditor del Tribunal de la Rota. En 162, el papa Gregorio XV lo nombra nuncio en Nápoles, cargo que ocupará hasta que en 1625 el entonces papa Urbano VIII lo envía a España y Francia acompañando, en calidad de datario, a Francesco Barberini quien, en su calidad de sobrino del papa, había sido nombrado nuncio.
A la muerte de urbano VIII, el cónclave que habría de elegir a su sucesor se reunió el 9 de agosto de 1644 pero, tras más de un mes de deliberaciones, ningún candidato conseguía el número de votos necesarios para ser proclamado pontífice debido al enfrentamiento entre las facciones española, encabezada por el cardenal Gil de Albornoz, y francesa, liderada por el cardenal Mazarino.
El 15 de septiembre, aprovechando la ausencia de Mazarino, se logró un acuerdo en la persona de Giovanni Bautista Pamfili quien, a pesar de su afinidad con España, logró alcanzar el número de votos necesario para ser proclamado sucesor de Urbano VIII.
Inocencio X denunció el tratado de Paz de Westfalia que, firmado en 1648 sin su participación, ponía fin a la Guerra de los Treinta Años y del que surgiría una nueva Europa. Para ello emitió la Bula Zelo domus Dei, en la que declaraba nulas todas aquellas cláusulas que a su juicio se oponían a los preceptos de la iglesia y socavaban la fe.
Sin embargo su oposición al tratado de paz no tuvo ninguna consecuencia ya que la opinión papal, en materias de ordenamiento internacional y de circunscripción territorial de las naciones, habían dejado de tener la influencia que gozaba en épocas anteriores.

Escultura de Inocencio X por Alessandro Algardi
Inmediatamente tras su coronación, Inocencio X emprendió acciones legales contra los Barberini, la familia de su predecesor en el pontificado, acusándolos de apropiación de los bienes de la Iglesia.
Esta actuación papal provocó que los cardenales Francesco y Antonio Marcelo Barberini huyeran a Francia donde encontraron un poderoso protector en el cardenal Mazarino. La huida de los Barberini facilitó al papa la incautación de sus bienes y propiedades y la publicación, el 19 de febrero de 1649, de una bula en la que establecía que los cardenales que abandonasen por más de seis meses los Estados Pontificios sin autorización papal, perderían sus beneficios eclesiásticos y el propio cardenalato.
Mazarino hizo intervenir en el caso al parlamento francés que declaró inválidas las disposiciones papales. Como el papa se mantuvo firme en sus pretensiones, el omnipotente prelado galo inició preparativos bélicos contra los Estados Pontificios. Bastó imaginar la presencia de un ejército extranjero a las puertas de Roma para que el asustado Inocencio X cambiase de actitud y rehabilitase al poco tiempo a los Barberini.
El 4 de mayo de 1649, mediante la Bula Appropinquat dilectissima filli, proclamó el XIVº Jubileo, que provocó la llegada a Roma de unos 70.000 peregrinos y que supuso el embellecimiento de la ciudad con obras como el Éxtasis de Santa Teresa de Bernini o la estatua del propio Papa, obra de Alessandro Algardi..

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El magnífico grupo escultórico del Éxtasis de Santa Teresa, por Bernini
La más importante de sus decisiones doctrinales fue la condena del jansenismo mediante la publicación, el 31 de marzo de 1653, de la bula Cum occasione.
Unos días antes de morir, el 24 de diciembre de 1654, tuvo el gozo de permitir la conversión de la ex-reina Cristina de Suecia al catolicismo.
Olimpia Maidalchini, cuñada del Papa, temida y odiada en Roma, se convirtió en su principal consejera. Se decía que cualquier trato con el papa había de pasar antes por ella y que eran más que cuñados, aunque este rumor no se apoyó en prueba alguna. 
Inocencio X falleció en Roma el 7 de enero de 1655. A su muerte Olimpia se apoderó de todo cuanto encontró en el apartamento del papa, y por la codicia de sus parientes el cadáver permaneció un día en una estancia del Vaticano sin recibir sepultura, siendo enterrado en la basílica patriarcal vaticana gracias a la generosidad del mayordomo Scotti y del canónigo Segni. Más tarde sus restos fueron trasladados a una sepultura hecha construir por su sobrino Camilo en la Iglesia de Santa Inés in Agone.
De Inocencio X se conserva un famoso retrato debido al pincel de  Velázquez. Cuenta la anécdota que el papa exclamó al verlo terminado: «Troppo vero!» («¡Demasiado verdadero!»), ya que le mostraba tal cual era, sin embellecimiento alguno. Hoy en día sigue conservado por sus descendientes, los Doria, en las colecciones del Palazzo Doria Pamphili.

"Troppo vero"

El grabador Pietro Testa ensalzó la elección de Inocencio X como papa en 1644, con un aguafuerte alegórico que relaciona este nombramiento con una nueva Edad de Oro para Roma. Muestra al pontífice en un medallón, rodeado de figuras alegóricas como el dios Tiber.
También fueron acuñadas durante su pontificado numerosas medallas, destacando esta que hoy les presentamos.
Se trata de un pieza circular en bronce que muestra en su anverso la efigie de Inocencio X, revestido de pontifical y tocado de tiara con ínfulas. Le rodea la inscripción latina: "INOCEN(tius). X. PON(tifex). MAX(imus). A(nno). VI.", lo que nos permite datarla hacia el año 1650.
Anverso de la medalla
Foto: www.ebay.it

El reverso presenta una vista de la célebre Piazza Navona de Roma en la que destaca el famoso obelisco del antiguo Estadio de Domicinao, que culmina la genial Fuente de los Cuatro Ríos, creada por Bernini.
Entre los edificios de la histórica plaa destacan el Palacio Pamphili y la  iglesia de Santa Inés, luego retocada por el insigne Borromini.
Le acompaña una inscripción latina que dice: "ABLVTO AQVA VIRGINE AGONALIVM CRVORE", en clara alusión a la calidad y potabilidad del agua que generosamente se expendía a todos los romanos, por la munificencia del Papa, en el corazón de aquel antiguo lugar del tormento y martirio de Santa Inés.

Reverso de la medalla
Foto: www.ebay.it

En la Plaza Navona, Inocencio X celebró la misa del día de Pascua del Jubileo de 1650, que atrajo a miles de personas, convirtiéndose la plaza así en uno de los símbolos del barroco en Roma.
Desde 1652, bajo el auspicio de la familia Pamphili, cada sábado y domingo del mes de agosto, aprovechando la forma cóncava de la plaza, se inundaba su parte central cerrando los desagües de las tres fuentes, para convertirse en "El Lago de la Plaza Navona". Esta práctica se suprimió en 1866.

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