miércoles, 21 de octubre de 2015
EL FLORÍN SIN DIOS
El complejo "progre" de eliminar de forma sistemática los elementos tradicionales no es estupidez privativa de nuestros tiempos. A lo largo de los siglos, siempre ha existido algún "iluminado" dispuesto a despejar las tinieblas de nuestra ignorancia y a liberarnos del "peso de la tradición", para modernizarnos.
Una de estas ocasiones se vivió en la Inglaterra Victoriana, etapa histórica no muy proclive, por cierto, a este tipo de experimentos.
Llevaba sentada ya doce años sobre el trono de San Eduardo la Reina Victoria, cuando la Real Casa de la Moneda de Londres se dispuso a acuñar una serie amplia de piezas, estableciendo una nueva denominación para el público británico: el florín. Al parecer se trataba de un intento de introducir un cierto grado de decimalización a la moneda británica. El florín vendría a ser la décima parte de una libra, o lo que es lo mismo, equivaldría a dos chelines.
Para la ocasión se decidió eliminar de la leyenda del anverso de la moneda las tradicionales abreviaturas de las piezas inglesas: D.G. (DEI GRATIA - por la Gracia de Dios) elemento que recordaba la doctrina del derecho divino de los reyes, y FID. DEF. (Defensor Fidei - Defensor de la Fe) título otorgado a Enrique VIII por el Papa León X antes del cisma anglicano. Aún con la desaprobación de la Santa Sede, todos los monarcas posteriores lo usaron como un recordatorio de que el soberano era la cabeza de la Iglesia de Inglaterra.
La flamante nueva moneda de un florín presentaba la efigie coronada de la reina Victoria y la solitaria leyenda: VICTORIA REGINA 1849.
El Florín "sin Dios"
Fopto: www.coins-of-the-uk.co.uk/
El prurito modernista había borrado de un plumazo cualquier referencia a Dios, a la fe o a la tradición de la monarquía.
Afortunadamente el pueblo británico, que sabe preservar celosamente sus tradiciones y hacerlas compatibles con un progreso bien entendido, reaccionó con un mayúsculo escándalo.
En las calles de Londres, en la prensa, en los clubs de caballeros y en las Cámaras de los Comunes y de los Lores; no había lugar donde no se comentase la cuestión de la dichosa moneda. Gritos de traición a la patria, de sacrilegio, de conspiración republicana, se escuchaban por todas partes.
La excitación había llegado a tal punto que el gobierno tuvo que tomar la decisión de paralizar la acuñación cuando ya se llevaban producidas 413.820 unidades de florín. Los diseñadores fueron castigados.
La Reina Victoria intervino personalmente e impulsó una nueva acuñación con las referencias tradicionales. El resultado fue la acuñación de florines, ni más ni menos, que con letras góticas.
El Florín gótico
Fopto: www.coins-of-the-uk.co.uk/
El florín de 1849 llegó a ser conocido como el "florín sin Dios". Desde aquella desventurada ocurrencia, jamás las monedas británicas posteriores han dejado de incluir las dos referencias privativas del título real británico.
Cuando alguien se empeña en cortar sus propias raíces, la consecuencia es que termina seco y, como cáscara hueca, lucirá sus desmanes pasados por los suelos.
Una entrada magnífica!!!!
ResponderEliminarMuy agradecido don José María. Un afectuoso saludo.
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