viernes, 31 de marzo de 2017

ALEJANDRO O´REILLY, UN IRLANDÉS AL SERVICIO DE ESPAÑA

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El conde O´Reilly retratado por Goya
Alejandro O´Reilly nació en Dublín en 1722, en el seno de una familia humilde. Desde muy joven, entendió el ejército como un medio para ganarse la vida y, al igual que muchos irlandeses de su generación, ofreció sus servicios como mercenario a potencias católicas extranjeras, alistándose en el ejército austriaco y participó en varias escaramuzas en territorio italiano. Su buen oficio sería reconocido con un rápido ascenso en la jerarquía militar, alcanzando el grado de coronel. 
Cuando en el año 1761 España declaró la guerra a Portugal, O´Reilly ofreció sus servicios al Ejército Real Español, que ya nunca abandonaría.
En 1762, durante la Guerra de los Siete Años entre Francia e Inglaterra, la armada inglesa atacó La Habana por sorpresa, sin España ser beligerante. Fruto de este sorpresivo ataque fue la cesión incondicional por Luis XVI de Francia de la Luisiana Francesa -desde los Grandes Lagos hasta el Golfo, y desde las Rocosas hasta los Apalaches- a España, y la cesión de la Florida a Inglaterra. Tras la posterior recuperación de La Habana meses después, el rey Carlos III, harto de los constantes ataques corsarios y depredaciones británicas por todo el hemisferio americano y Canarias (Portobelo, Panamá, Veracruz, Acapulco, Callao, Cartagena de Indias, Santiago de Cuba, San Juan), adoptó medidas para una futura gran conflagración entre las Españas e Inglaterra.
A tal efecto modificó los esquemas tributarios para poder sufragar los gastos de defensa y ordenó la creación de ejércitos permanentes en todos los reinos, desde Nápoles hasta La Plata. Con esto en mente envió al visitador General de Nueva España, José de Gálvez, a inspeccionar las Audiencias y las cuentas. El Mariscal O´Reilly viajó a Puerto Rico y Cuba y elaboró un informe que analizaba la situación defensiva de los castillos y presidios del Virreinato de la Nueva España, que incluía bajo su amparo defensivo las gobernaciones y provincias antillanas (Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo), estudiando particularmente las causas de la antedicha derrota y señalando, además, las medidas a tomar para evitar nuevos fracasos. Como reconocimiento a esta labor, O´Reilly fue destinado a Cuba al frente de un destacamento que tenía como misión recuperar diversas plazas en la isla. Sin demorarse, concentró sus primeros esfuerzos en reconquistar la fortaleza de La Cabaña, culminando una brillante operación militar gracias a la colaboración de su jefe de ingenieros, Silvestre de la Abarca.
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Otro retrato de O´Reilly
Los castillos del Morro, de los Tres reyes de La Habana, de San Pedro de la Roca en Santiago de Cuba, de San Felipe y de San Cristóbal de los Caballeros en San Juan, no habían sido modernizados desde tiempos de Felipe III, casi 200 años antes. Los informes y trabajos de O'Reilly permitieron su modernización. Ninguno de los castillos jamás fue tomado.
Durante este periodo conoció a Rosa de las Casas, hermana del gobernador de Cuba, Luis de las Casas, con quien contrajo matrimonio.
En 1765, es nombrado Mariscal de campo  y se le asigna el mando de Puerto Rico, con el encargo específico de formar e instruir una milicia estable y leal que protegiese la isla. Por ello es conocido como el «padre de la milicia puertorriqueña». Se esforzó en implantar un sentido de disciplina militar en las tropas locales, a las que apodó «Milicia Disciplinada», y que en años venideros gozaría de gran fama en las islas caribeñas españolas, inglesas y francesas, por su gran profesionalidad.
O'Reilly poseía un inmenso talento para el diseño de fortalezas militares, talento que puso en práctica al diseñar numerosas obras de mejora en las fortificaciones defensivas de San Juan, entre las que destaca la ampliación del Fuerte de San Felipe del Morro.
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Vista aérea del Fuerte de San Felipe del Morro (Puerto Rico)
Foto: Jaro Nemcok
En 1769 Antonio de Ulloa, Gobernador de la Luisiana, fue expulsado tras una insurrección orquestada por los colonos franceses de la región. Al tener constancia de estos hechos, el rey Carlos III ordenó a O´Reilly y a su milicia restablecer el control español en la colonia sublevada y castigar a los responsables. Al frente de sus tropas, desembarcó ante Nueva Orleans en agosto de 1769, derrotando a los insurrectos y recuperando la colonia como posesión formal de España. Aplicó severos castigos contra los rebeldes, hasta el punto de ejecutar públicamente a sus seis cabecillas en el mes de octubre. Esta represión le granjeó grandes críticas entre la población francesa de la ciudad.
Como gobernador, comenzó a implantar las estructuras administrativas españolas en la provincia y a delimitar sus fronteras a lo largo del río Mississippi. Del mismo modo elaboró el texto de la Ley Fundamental de Luisiana, que sería conocida como el «Código O´Reilly», donde se reflejaban los derechos de los habitantes de la colonia. Este texto, de gran minuciosidad, establecía disposiciones sobre los pesos y medidas a usar en los mercados, sobre las profesiones de médico y cirujano, normas de protección civil, así como de leva e instrucción de tropas y marinería. Prueba de su alta calidad jurídica es su vigencia, ya que perduró durante todos los años de dominio español en la provincia y además fue aplicado también en Florida tras la conquista de Pensacola por Bernanrdo de Gálvez.
Completada esta misión, Carlos III decidió relevarle de su puesto de gobernador en marzo de 1770, en parte por el rechazo que su severidad causaba entre la población civil.
A su regreso a España, en 1770, Carlos III le encomendó organizar la leva y el adiestramiento de seis nuevas divisiones de reclutas, cuyo destino serían las colonias del Caribe. Tras este cometido, el Rey le encargó el reclutamiento e instrucción de un nuevo ejército de 22.000 hombres, cuyo objetivo sería desembarcar en la costa argelina y conquistar varias plazas norteafricanas. Los espías ingleses y franceses, opuestos a esta ofensiva, informaron a los emires argelinos de los planes españoles y tuvieron tiempo suficiente para organizar la defensa.
En julio de 1775 O´Reilly llegó finalmente a Argel, donde ya había un nutrido ejército esperándole. Pese a la férrea instrucción que había inculcado a sus tropas, los exploradores españoles eligieron erróneamente la zona de desembarco y los cañones quedaron atascados en las dunas de la playa, inutilizados para el combate. Tras una dura batalla, aunque lograron tomar el fuerte de Argel, los escuadrones españoles no consiguieron organizar un eficaz despliegue, y O´Reilly hubo de ordenar el regreso a los navíos y la retirada a España.
El número de bajas fue tan grande que la misión se tornó imposible. Este fracaso fue calificado de «desastre» en los círculos de la Corte y provocó durísimas críticas contra O'Reilly, hasta el punto que la cúpula militar debatió su destitución. Sin embargo, Carlos III resolvió finalmente protegerle al nombrarle Capitán general de Andalucía, con la misión especial de reorganizar el sistema defensivo de la Bahía de Cádiz, tarea que llevará a cabo con gran eficacia. Bajo su gobierno se construyeron en la capital gaditana las murallas de San Carlos y Puerta de Tierra, que a la postre serían fundamentales para mantener a salvo Cádiz durante la Guerra de Independencia contra la Francia napoleónica. Del mismo modo, fomentó las artes y las ciencias, abriendo numerosas escuelas y centros de investigación. Satisfecho con sus disposiciones, el monarca le concedió el título de Conde.
Tras el estallido de la Revolución Francesa y la creación de la Primera Coalición, el nuevo rey Carlos IV asignó al General Ricardos la invasión del sur de Francia y la reconquista del Rosellón. La repentina muerte de Ricardos obligó al rey a nombrar otro comandante, responsabilidad que cayó en manos de O´Reilly, quien, pese a su avanzada edad, partió hacia el frente. Sin embargo, durante el viaje a Valencia, falleció en la población albaceteña de Bonete antes de poder ponerse al mando de sus tropas.
Iglesia de Bonete y capilla de la Purísima con su cúpula de azulejos
El conde Alejandro O´Reilly está enterrado en el presbiterio de la iglesia parroquial de Bonete (Albacete).
Su viuda financió la construcción en dicha iglesia de la Capilla de la Purísima que quedó concluida en 1796.

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