lunes, 6 de marzo de 2017

LA REPÚBLICA DE LAS ISLAS JÓNICAS

Bandera
Estandarte de la República de la Islas Jónicas, de recuerdo veneciano
Diseño: Orange Tuesday
La República de las Islas Jónicas o República de las siete islas es el nombre que recibió la entidad formada por las siete islas del mar Jónico: Paxói, Corfú, Leucade, Cefalonia, Ítaca, Zante y Citera (anteriormente pertenecientes a la República de Venecia) situadas entre Grecia e Italia.
El 21 de marzo de 1800, los Imperios Ruso y Otomano acordaron por el Tratado de Constantinopla crear la República Federativa de las Siete Islas. El zar Alejandro I era el protector oficial de la joven república mientras que el Sultán Selim III mantenía la soberanía nominal a cambio de un tributo de 75.000 piastras que debía pagar al Zar cada tres años.
A causa de su importancia estratégica, Rusia envió una fuerza de ocupación a la República que quedó instalada en Leuca, aunque las piezas de artillería de costa seguían bajo la responsabilidad de un funcionario turco designado específicamente por el Diwan.
Ubicación de Islas Jónicas
El espacio geográfico de las siete islas
El poder ejecutivo de la República estaba constituido por un Senado de doce miembros, provenientes de Corfú, Cefalonia y Zante, las tres islas principales, mientras que un Príncipe-Presidente, elegido por el Senado representaba la autoridad suprema. La magistratura estaba en manos de la nobleza así como el resto de los puestos claves. El clero no ejercía más que una autoridad moral sobre el país. 
El griego moderno pasó a ser su lengua administrativa, después de siglos de dominio del italiano. La religión considerada como dominante cambió también: el catolicismo romano fue desbancado por la iglesia ortodoxa griega.
Ioannis Kapodistrias, futuro dirigente de la Grecia independiente, fue uno de los hombres que gobernaron la República. Se encargó de la organización de las islas de Cefalonia, Leuca e Itaca; al tiempo que se le atribuye también la redacción de la Constitución de 1803.
Retrato de Ioannis Kapodistrias
La República de las Siete Islas fue reconocida por Francia, España, la República Bátava y el Reino Unido en el Tratado de Amiens de 25 de marzo de 1802. Pero desde el 10 de octubre de 1801 una de las disposiciones de una convención secreta —cuyo fin era consolidar el Tratado de Lunéville— firmada por Talleyrand en nombre de Francia y por el embajador ruso, el Conde Markov en nombre de Rusia, reconocía y garantizaba la independencia de la República de las Siete Islas y acordaba que no habría más presencia de tropas extranjeras en ellas. Cuando los turcos amenazaron con intervenir para restablecer el orden anterior y dada la animadversión de la población griega de las islas hacia los turcos Talleyrand aconsejó llevar a cabo una intervención francesa.
El 14 de noviembre de 1803 se promulgaba una nueva constitución. Aparentemente más audaz que la anterior, finalmente no resultó ser más que una copia hábil de la primera, conservando los aristócratas todo el poder. Solo la nobleza tenía derecho a voto, siendo las restricciones numerosas. Solo los nobles nacidos en las islas de una unión legítima, cristianos y que dispusieran de unos ingresos importantes o un diploma universitario podían votar. 
Durante ese tiempo Talleyrand exhortó a Napoleón a no intervenir todavía ya que esto podría desencadenar un conflicto europeo. Así, se envió como embajador al general Romieux, un hombre con poca experiencia en la zona. Sus informes fueron pesimistas, debiendo lidiar asimismo con un influyente partido ruso, potencia que había llevado a cambio un sutil juego de alianzas en la zona. El representante del Imperio ruso era el Conde Georges Mocenigo, figura del partido aristocrático, nacido en Zante y de origen veneciano, de una familia de dogos. La desaparición de la República de Venecia le permitió obtener fácilmente la nacionalidad rusa, siendo elegido para el puesto de cónsul del zar con lo que controlaba los poderes en las islas y gobernaba de facto.
La fortaleza y la ciudad vieja de Corfú
Foto: Enrique Íñiguez Rodríguez
Pero hacia 1806 la posición rusa es cada vez menos sólida en las islas. Alí Pashá soñaba con aumentar sus posesiones apoderándose de las islas. Para ello envió a su secretario, Mehmet Guerini a entrevistarse con Napoleón en Tilsit con el fin de conseguir el aval de Francia a sus proyectos. Al mismo tiempo Napoleón ofrecía al zar Alejandro I las islas Jónicas a cambio de su apoyo. 
Finalmente el archipiélago pasaba a formar parte de Francia con la firma del Tratado de Tilsit (1807). En agosto de ese año, el general Berthier llegó a Corfú y anunció al senado que las islas pasaban a estar bajo protección francesa. Nada cambia en el funcionamiento constitucional, administrativo o judicial de la República. Berthier integra dentro de sus tropas regulares a algunos miles de albaneses expulsados del continente por Alí Pachá. El coronel Minot queda encargado de organizar este regimiento albanés que tiene como misión defender las islas, ya que Napoleón ha dado orden de que ningún soldado francés, italiano o napolitano lo hiciese. La experiencia es un fracaso: los albaneses, más habituados a la guerrilla de montaña, no aceptan con facilidad la disciplina militar y se llegaron a amotinar en numerosas ocasiones.
Decepcionado por la actitud francesa en Tilsit, Alí Pachá se dirigió a los británicos para llevar a cabo su proyecto de anexionarse las islas Jónicas, siendo Kapodistrias determinante en el fracaso del proyecto de Alí Pachá. En 1809 Gran Bretaña ocupa las islas a excepción de Corfú, valientemente defendida por el general Donzelot hasta 1814, fecha en la que el recién aprobado Tratado de París coloca las islas bajo protectorado británico. En 1819 el sultán Mahmud II reconoce este protectorado a cambio de la restitución de Parga.
En efecto, mientras el senado de las Islas Jónicas esperaba que el Congreso de Viena devolviera a la república su libertad, ésta es confiada a los británicos, que ejercen un estrecho control sobre las islas. Se adopta el nombre de República de las Islas Jónicas (Ηνωμένον Κράτος των Ιονίων Νήσων). El general Campbell, primer representante inglés en las islas tras el congreso de Viena, anunció que la Corona no reconocería la existencia de un pueblo jónico libre y puso en marcha una serie de tribunales militares para acabar con toda oposición. Su sucesor, Sir Thomas Maitland, adoptó el título de Lord High Commissionner o Gobernador y decidió disolver el senado jónico.
Bandera del Protectorado Británico de las islas Jónicas
Orange Tuesday
Maitland consiguió que una Asamblea Constituyente Jónica adoptase una constitución de la República de las Islas Jónicas en diciembre de 1817. Un senado o Gerusía (Γερουσία) de seis miembros y una asamblea o Bulé (Βουλή) de 42 diputados, gobernaban la República; pero todas sus decisiones estaban sometidas al gobernador británico, quien disponía del derecho a veto (de allí el mote de el Abortador que los griegos de la isla dieron a Maitland). 
El Senado era elegido por los diputados de la Asamblea pero su presidente era designado por el gobernador. La asamblea era aristocrática y elegida por las diferentes islas en función de su población. El gobernador se encargaba de las Relaciones Exteriores, de la policía y de la salud pública. Residía en Corfú y era representado por un funcionario o Residente en cada una de las otras seis islas. Este residente disponía localmente de los mismos poderes del gobernador.
Ni los gobernadores posteriores ni los británicos fueron muy populares entre la población local. Sir Thomas Maitlan es llamado King Tom por los propios británicos, decide que las islas permanezcan neutrales durante la Guerra de Independencia de Grecia, mandando encarcelar a los patriotas griegos y ordenando incluso la ejecución de algunos de ellos. 
Su sucesor Sir Frederick Adam (1824-1835) fue también impopular por sus gastos en bienes de lujo. A pesar de haberse casado con una mujer de Corfu y de convertirse en mecenas del arte, se le reprocha haber llevado las arcas públicas al borde de la bancarrota. 
Sir Howard Douglas (1835-1841) fue uno de los menos impopulares gracias a sus acciones en favor de la economía local y a que obligó a los funcionarios a aprender el griego moderno.
La modernización de las islas (carreteras, puentes, colegios, universidad, hospitales, desarrollo del comercio y de la industria) data del periodo británico. Corfú, Zante y Argostoli cuentan cada una con un colegio y un instituto. Lord Guilford inauguró la Universidad de Corfú el 29 de mayo de 1824 y mandó crear una biblioteca en la isla. Sir Howard Douglas permitió la creación del banco Jónico (que todavía existe) con el fin de incentivar los préstamos a los agricultores locales. El sistema judicial jónico era copia del británico. Los impuestos directos desaparecieron casi en su totalidad, reemplazados por tasas a las importaciones y exportaciones.
Moneda de época del protectorado británico
Foto: Classical Numismatic Group
Una primera tentativa británica de incrementar la autonomía de la república de las Islas Jónicas tuvo lugar bajo el mandato de Lord Seaton (1843-1848), que pensaba que las islas podrían pasar a formar parte del reino de Grecia. Seaton incentivó el desarrollo de la vida política estableciendo la libertad de prensa y convocando elecciones libres. Sin embargo estas reformas no dejaron a nadie satisfecho: el partido pro-inglés le reprochó haber entregado demasiado poder a los griegos, mientras que el partido griego juzgó estas medidas como insuficientes y continuó considerando a los ingleses como opresores. La oposición griega estaba encabezada por Andreas Mustoxidi.
Los acontecimientos de 1848 tuvieron también su reflejo en las Islas Jónicas. Los radicales o Ριζοσπάστες, acaudillados por Vlacco y Nodaro, trataron de poner fin al control británico. El gobernador Sir Henry Wald decretó el estado de emergencia y reprimió todos los movimientos. Sin embargo, para evitar el resurgimiento de este fenómeno, en 1851 se modificó la antigua constitución de 1817 con la intención de aumentar los poderes de las instituciones locales.
La situación no fue aceptada del todo por los gobernadores posteriores. El último gobernador, Sir Henry Stow, resultó tan impopular y dictatorial como King Tom.
En 1864 Gran Bretaña se retira del archipiélago y el 21 de mayo éste pasa a formar parte del reino de Grecia. Está retirada puede interpretarse como un regalo británico por la coronación del nuevo rey de Grecia Jorge I, cuya candidatura fue apoyada por el Reino Unido.
Aspiotis κβ.jpg
Postal recordando el cincuentenario de la incorporación de las Islas Jónicas a Grecia

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