domingo, 24 de junio de 2018

ANA MARÍA DE HUARTE, EMPERATRIZ CONSORTE DE MÉXICO

Escudo de Armas de S.M.I. Ana.svg
Armas de la Emperatriz Ana María de México
Diseño: Ludovicus Ferdinandus


Ana María Josefa Ramona de Huarte y Muñiz,​ más conocida como Ana Huarte de Iturbide, nació en la ciudad de Valladolid en Michoacán el 17 de enero de 1786, considerada por los letrados de la época como el “jardín de Nueva España”. Era la octava de los diez hijos concebidos en el matrimonio del acaudalado y notable comerciante, político, empresario, filántropo y arquitecto español, Isidro Huarte (1744-1824) con su segunda esposa, Ana Manuela Muñiz Sánchez de Tagle (1749-1800), sobrina del obispo Pedro Anselmo Sánchez de Tagle, y perteneciente a la casa de los Marqueses de Altamira.

Su padre era un inmigrante navarro que llegó a la Nueva España en busca de mejores oportunidades en la segunda mitad del siglo XVIII y se estableció en Valladolid, donde comenzó a amasar una enorme fortuna.
Ana María fue bautizada al día siguiente de haber nacido en el Sagrario Metropolitano de Valladolid. En el año que ella nació, la Nueva España era gobernada por el militar malagueño Bernardo de Gálvez y Madrid, «héroe de Pensacola», quien reorganizó el territorio novohispano en diecisiete intendencias para un mejor control administrativo. Su padre y su hermano Isidro serían intendentes de Valladolid.
Ana María asistió al Colegio Santa Rosa María de Valladolid,​ localizado en un edificio anexo a la iglesia conocida como “templo de las rosas”. En él se dio un énfasis especial a la enseñanza y a la práctica de la música.
Aunque originalmente dicha institución fue abierta para proteger a niñas huérfanas, el colegio adquirió fama por su excelencia pedagógica y su escuela musical, y por ello, fueron abiertas las puertas a las jovencitas provenientes de las familias de más abolengo, que pagaban una pensión para que sus hijas tuvieran la educación que se impartía gratuitamente a las huérfanas.
Ana Huarte se distinguió como una excelente alumna y siempre obtuvo buenas calificaciones. Tocaba el clavicordio, y ya como emperatriz, fue discípula de José Mariano Elizaga, un notable músico que la ayudó a perfeccionarse.
Se dice que Ana María era una mujer bella, con rostro de madonna y que poseía unos brazos blanquísimos y redondos. Desde sus tiempos de estudiante en el Colegio de Santa Rosa María, comenzó a dar muestras de poseer gracia, belleza y unos exquisitos modales.
Fue en su escuela donde conoció al joven Agustín de Iturbide, alférez en el Regimiento de Infantería Provincial de Valladolid. Él frecuentaba mucho el Colegio, que fue el primer conservatorio de música en América, donde Ana María era una joven estudiante. Así nació noviazgo que culminó rápidamente en matrimonio en 1805.
Ana María llegó al matrimonio con una excelente dote (100.000 pesos), lo que le permitió a la pareja comprar varias propiedades y aún guardar buena parte del dinero. Al poco tiempo de su boda, en 1806 Agustín tuvo que salir a Jalapa pues se ejecutarían maniobras militares en presencia del Virrey José de Iturrigaray. En 1808 Agustín regresó a Valladolid, y utilizando treinta mil pesos de la dote que su padre le dio en su boda, compró la hacienda de Apeo en el pueblo de Maravatío. Allí pensaban iniciar su vida en común, pero la carrera militar de su esposo no lo permitió. Las guerras, luego las intrigas y finalmente sus deberes en diversos cargos, los distanciaron por largas temporadas.
Pese a la distancia, Agustín de Iturbide y Ana María Huarte concibieron a una numerosa prole, quienes fueron naciendo en diversas partes del territorio mexicano dependiendo siempre, del lugar donde Iturbide era necesitado por su cargo de militar. En casi dos décadas de matrimonio, la pareja trajo al mundo diez hijos.
Entrada del Ejército Trigarante en Ciudad de México
Tras años de guerras, la victoria del Ejército Trigarante condujo a la Proclamación de la Independencia de México (18 de septiembre de 1821) y Austín de Iturbide alcanzó la corona imperial.
Aclamado por la soldadesca y el pueblo que se agolpó frente a su residencia, localizada en un antiguo palacete de la noble familia Moneada, Iturbide y Ana María fueron proclamados emperadores de México. La coronación se efectuó en la Catedral de la Ciudad de México el 21 de julio de 1822. Ana María fue coronada emperatriz en una elaborada ceremonia que fue presidida por los obispos de Puebla, Guadalajara, Oaxaca y Durangode y oficiada por el Arzobispo de México, Pedro José de Fonte.
Coronación de Agustín de Iturbide
Los nuevos emperadores se fueron a vivir al Palacio de los marqueses de San Mateo Valparaíso, construido en el siglo XVIII con un estilo arquitectónico barroco. Se les asignó la suma de un millón y medio de pesos para sus gastos, se organizó una corte con ujieres, maestros de ceremonias, caballeros, mayordomos; se dictaron títulos y condecoraciones y se decretó que el cumpleaños de Agustín de Iturbide sería fiesta nacional.
Ana María se hizo acompañar de una dama principal, siete damas, nueve damas honorarias y siete damas de cámara. Tenía a su servicio encargadas de guardarropa, un médico y las sirvientas. A los príncipes se les asignaron guardianas, tutores e institutrices.
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La emperatriz Ana María de México
En el momento de la coronación, Agustín tenía semi abandonada a Ana María, pero por razones políticas tuvo que reconciliarse con ella. Iturbide tenía muy mal carácter y la fama de ser mujeriego. Adicto a fiestas y francachelas, en una de ellas conoció a María Ignacia Rodríguez, la célebre “Güera Rodríguez”, quien despertó en él una pasión en la que derrochó la mayor parte de su fortuna.
Por su parte, Ana María entró en una gran depresión y encontraba consuelo en sus hijos y en la comida.
Agustín I, emperador de México
Desde que comenzaron los problemas para su esposo y el Primer Imperio Mexicano, Ana María y sus hijos se refugiaron en un convento, pero después lo acompañaron al exilio cuando éste abdicó al trono el 19 de marzo de 1823, abrumado por la falta de recursos, de apoyos y las defecciones militares.
El 22 de marzo de 1823 salió de la capital la gran comitiva custodiada por soldados leales a los emperadores y escoltada por el general Nicolás Bravo. En Veracruz, Agustín, Ana María, nueve de sus hijos, su confesor, otros parientes, algunos amigos, secretarios, empleados y sirvientes; abordaron el barco mercante Rowlins, que fue cargado con provisiones para la familia y su corte: ganado, treinta cajas de clarete, doce barriles de vino español, platería, joyas y obras de arte.​
Después de un agotador viaje de casi tres meses, donde todavía la familia Iturbide tuvo que soportar una cuarentena en el puerto, llegaron finalmente a Italia, donde el duque Fernando III de Toscana les permitió instalarse a vivir en Livorno, donde alquilaron una pequeña casa de campo.
España presionó para que los Iturbide fueran expulsados de Toscana y tuvieron que mudarse a Londres, donde residieron hasta el regreso de Iturbide a México. El 11 de mayo de 1824, Ana María, Agustín e hijos, a bordo del bergantín inglés Spring, regresaron a México. Al parecer imaginaban que su presencia en el país provocaría una revuelta popular que les devolviera el poder.
El barco atracó en el puerto de Soto la Marina (Tamaulipas), el 15 de junio de 1824. Un día después Iturbide fue hecho prisionero y a los dos días, sin más trámites, se le fusiló. Tenía entonces Agustín cuarenta años. Al sacerdote que lo confortaba le entregó, para que lo hiciera llegar a manos de Ana María, su rosario, su reloj y una carta de despedida.
Ana María estaba embarazada de su décimo hijo cuando mataron a su esposo. Cuando le entregaron su cadáver, mandó a vestirlo con el hábito franciscano y así lo enterró.
El Congreso de México le dio autorización a ella y a sus hijos de marcharse a la Gran Colombia, asignándole a la familia una pensión anual de 8.000 pesos. Pero como no encontraron barco para que les llevara, se trasladaron a Estados Unidos, donde residiría Ana María por el resto de sus días.
En Nueva Orleáns nació su último hijo Agustín Cosme, y residieron después en Baltimore y finalmente en una pequeña casa en Georgetown, a las afueras de Washington. Finalmente, Ana María y sus hijas Juana y María de Jesús se instalaron en Filadelfia, mientras sus hijos proseguían sus estudios en diversos lugares.​ Hacia 1847, el gobierno mexicano dejó de darle la pensión que le correspondía como esposa del fallecido emperador Iturbide, por lo que su situación económica se tornó precaria. El Presidente de los Estados Unidos, James Polk, aceptó recibir en la Casa Blanca a Ana María, afirmando de ella ser una mujer muy interesante.
En el Convento de la Visitación de Filadelfia se conservan diversos retratos y recuerdos de la familia exiliada, pues la viuda de Iturbide entregó muchos años de su vida al convento,donde profesó su hija Juana, buscando en los consuelos de la religión un alivio a sus penalidades. Se le asignó una celda y también un lugar en el coro y en el refectorio para cuando quisiera asistir.​
Ana María obsequió a la sacristía el traje usado en su coronación, de material entretejido de oro y plata, del que se hicieron ornamentos y relicarios. Ana María tuvo la desgracia de perder a dos de sus hijas, ambas novicias, Juana y María de Jesús. Sin embargo, tuvo la alegría de ver a su hijo Salvador contraer matrimonio con la distinguida mexicana Rosario Marzán. En cambio, la ex emperatriz nunca aprobó el matrimonio de su hijo Ángel con la estadounidense Alice Green.

La noche del jueves 21 de marzo de 1861, a los 75 años de edad, Ana María Josefa Ramona de Huarte y Muñiz viuda de Iturbide fallecía de hidropesía en su residencia de la calle Spruce en Filadelfia. Fue enterrada en la bóveda IX del Cementerio de la Iglesia de San Juan Evangelista, que ella adquirió en noviembre de 1849. Bajo una cruz, solo se grabó en ella: AMH

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