miércoles, 11 de septiembre de 2013

UN HEROICO CASTELL, CORONADO AL GRITO DE "VISCA ESPANYA"

Archivo: La batalla de Tetuán (1894) jpg.

Cuando más tratan algunos de subvertir la realidad y de ocultar la Historia, porque molesta a sus preconcebidos presupuestos, más altiva y tozuda se vuelve Clío en su afán de hacer salir a flote toda su carga de verdad. 
Muchos de los que hoy 11 de septiembre se "encadenarán" persiguiendo un espejismo, ignoran a buen seguro que sus tatarabuelos se lanzaban al combate en las tierras de Marruecos, la barretina calada, y dando vivas a España y a la Virgen de Montserrat.
Entre 1859 y 1860 España libró una exitosa guerra en el norte de Marruecos que pasó a la historiografía isabelina bajo el nombre de "Guerra de África". Eran los tiempos de plenitud de Isabel II y O´Donnell, con su Unión Liberal. El joven General Prim, oriundo de Reus, comenzaba a galvanizar las esperanzas del progresismo español y se convertía en un héroe popular. Tetuán, Castillejos, Wad-Ras...


Voluntario Catalán
Fuente: Museo Zumalacárregui
Los Voluntarios Catalanes fueron creados como unidad el 24 de diciembre de 1859, mientras el ejército español intentaba avanzar hacía Tetuán. Estaban integrados por cuatro compañías, las cuales, a pesar de que su reclutamiento y tutela eran estrictamente militares, tenían un marcado componente civil. Coincide su génesis con la llegada del general Prim como jefe del 2º Cuerpo de Ejército, substituyendo a Zabala, enfermo de cólera.
Debido a la mala situación económica del país, la falta de trabajo y que las quintas del año 1860 eran insuficientes para cubrir las plazas, que el ejército necesitaba, Prim animó a que se alistaran voluntarios rumbo a la aventura africana. La Diputación de Barcelona fue la encargada de gestionar todo lo concerniente a los voluntarios catalanes.
Esta fuerza estaba comandada por Victoriano Sugrañes Fernández, teniente coronel graduado y capitán de infantería retirado. Para confeccionar sus uniformes cada población había de asumir el coste, pero éste fue asumido por la misma Diputación.
Dicha uniformidad, constaba de: “un gorro del país (barretina), tres camisas de algodón, dos pares de calzoncillos, dos camisetas de algodón, una túnica y un pantalón de pana, un par de botines de cuero, dos alpargatas, un morral-mochilla una manta y una bolsa de aseo”. 
El capitán general de Cataluña, Domingo Dulce Garay que ya había mandado fuerzas militares de la región, creyó con acierto, que concediéndoles el traje que les era característico, mantendría el espíritu del cuerpo y su amor propio, como lo tenía  aprobado la experiencia. El hecho era que tropas de distintos territorios llevaran uniformes distintos no suponía ninguna rivalidad, vistos los buenos resultados de los cosacos en Rusia, de los tiradores tiroleses en Austria; los húsares húngaros; los escoceses en Inglaterra y los turcos en Francia. 
Los gastos de estos uniformes fueron de 10.000 duros, costeados por la Diputación de Barcelona, por lo cual la reina Isabel II les envió una carta de agradecimiento. Una vez uniformados partieron desde el puerto de Barcelona a bordo del buque "San Francisco de Borja” con destino a Tarifa y desde allí pasaron a Ceuta. Su comandante Sugrañes fue el último en embarcar y dio el último grito al partir; “Adeu-siau barcelonins”.
Don Ramón Puig con el uniforme de los Voluntarios Catalanes
Foto: Archivo Histórico de la Diputación de Barcelona
La llegada se produjo el 3 de febrero de 1860, a bordo del buque “El Piles” , antes de la batalla de Tetuán, y fueron recibidos en la misma playa por toda la plana mayor; O´Donnell, Prim, Ríos, etc.. El mismo marqués de Los Castillejos les dio la bienvenida, en catalán. Víctor Balaguer, cronista de la guerra, comentaba: “Después de la arenga, los voluntarios catalanes desfilaron delante de O´Donnell y al verlos desfilar, este se dirigió a  Prim: “ Me parecen algo faltos de instrucción”, a lo que el conde de Reus, contestó:” Mi general, mañana la completaran en el combate”.
La batalla de Tetuán. Salvador Dalí (1961)
Su bautismo de fuego fue en Tetuán, situándose bajo el mando del general Prim a unos 400 m. de las posiciones marroquíes, mientras 40 piezas de artillería bombardeaban una parte de la muralla. Había una distancia suficiente para llegar a la carrera, pero casi al llegar a los cañones marroquíes, se encontraron con un canal pantanoso que unas altas hierbas habían hecho invisible y ahí empezaron a sufrir las primeras bajas. A pesar de las primeras vacilaciones, la llegada de Prim a la vanguardia,  les hizo arremeter contras las trincheras marroquíes con una carga a la bayoneta, provocando una espantosa carnicería , pereciendo varios valientes, entre ellos Sugrañes y Moxó (este hijo del general Salvador de Moxó).
El Teniente Coronel Don Victoriano Sugrañes y el Teniente Don Mariano de Moxó, caídos en la batalla de Tetuán
Llegaron a la alcazaba, pero no tenían escaleras para trepar y Prim recordando que sus hombres eran de su Reus natal y de la comarca de Tarragona, les animó a hacer un “castell” (torre humana), con estas palabras: “Hala, chicos, hacer la torre y arriba”. La base de la columna humana se alzó al pie mismo del minarete y va subiendo hasta que el más ágil, sube sobre sus compañeros e iza la bandera de España en la torre más alta de Tetuán. Durante la toma de Tetuán en encontraron en las casas de la ciudad, cinco voluntarios degollados por los marroquíes.
La Bandera Nacional se abre paso entre las líneas marroquíes y Prim lidera el ataque. Ros y barretina.
Óleo de F. Sans pintado en 1865
El 23 de marzo, en Wad-Ras, los voluntarios catalanes eran unos 250 bajo el mando de Francisco Fort, junto al batallón de Granada y al escuadrón de Albuera, siendo atacados por un gran número de moros. Mientras O´Donnell pidió una brigada de soporte, Prim le respondió que tenía a los catalanes, a lo que O´Donnell le dijo que eran pocos hombres para la acción. Prim alegó: “Pocos pero suficientes”. Y les dirigió una arenga, tras la cual marcharon contra los marroquíes y estos no pudieron detenerlos. Hasta que entró en acción la famosa “Caballería negra", la cual debilitó a los catalanes, y la llegada del escuadrón de Albuera fue desconcertante ya que atropellaron a los catalanes, hasta que pudieron protegerse en una fortificación. “Este combate duró unos minutos pero fue descomunal y espantoso y de los 250 voluntarios; siete oficiales y 111 voluntarios regaron con su sangre el campo de Wad-Ras”, afirmó el propio general Prim en su discurso en el “Saló de Cent” del Ayuntamiento de Barcelona, cuando se le declaró hijo adoptivo de la ciudad.
El 26 de abril partían desde Ceuta los voluntarios catalanes, a bordo de los buques "Ebro" y "Duero”, haciendo escala en el puerto de Alicante, donde Prim desembarcó para proseguir viaje a Madrid. En Alicante, los voluntarios catalanes, al mando de Francisco Fort, fueron recibidos con mucho entusiasmo “Los balcones y ventanas estaban engalanados, dando la bienvenida a las tropas, precedidas por el general Prim, a caballo”. Todo estuvo a punto, alfombras de flores, coronas, ramos para recibir a los soldados de África. Mientras el Ayuntamiento y el Casino de Alicante les ofrecieron una comida y baile.
Se continuó viaje hasta Valencia, donde la gente enloquecía al paso de los soldados. Desde los balcones llovían rosas, flores de todas clases, dulces, puros, etc. Por la noche los llevaron al teatro y les regalaron un carnero por compañía y vino en abundancia. Según describe el Diario de Barcelona; “Detrás de las tropas iban dos carretas con ocho o diez oficiales heridos, los cuales, como es de suponer excitaban las simpatías de la gente y eran materialmente abrumados por una profusión de ramos, guirnaldas y versos”.
De Valencia partieron hacía Barcelona, donde la Diputación y el Ayuntamiento unieron sus esfuerzos para darles a nuestros soldados la mejor bienvenida. La Diputación, en representación de las cuatro provincias catalanas, les recibiría en su lugar de desembarco y el Ayuntamiento había levantado una columna triunfal, coronada por la estatua de la Victoria. También les obsequió con un banquete y encargó dos coronas cívicas; una para el 1º Cuerpo de Ejército y la otra para los Voluntarios Catalanes.
Al divisarse en la lejanía el “Ebro” y el “Duero”, desde el castillo de Montjuïc se dispararon tres salvas de artillería para avisar de la llegada. El primer buque llevaba los 237 Voluntarios Catalanes y el segundo, el Batallón de Arapiles, los cuales fondearon en el puerto el 10 de mayo, a la 1 de la tarde. La población saludaba con rugidos de alegría a los Cazadores de Arapiles y a los Voluntarios Catalanes. Muchos de ellos formaban con las espingardas capturadas a los marroquíes. El alcalde Josep Santamaría dispuso que las calles de la ciudad fueran iluminadas con 400.000 luces, las cuales hacían parecer que la ciudad fuera de día. Al tercer día de estancia en Barcelona fueron obsequiados con una comida, preparada y servida por las religiosas y jóvenes de la Casa de la Misericordia, para unos 500 comensales, compuesta por sopa, cocido surtido, un guisado con guisantes y alcachofas, carne asada y de postres; jamón, longaniza, naranjas con azúcar, pan y vino.
Entrada triunfal de los Voluntarios Catalanes en Barcelona (1860)

FUENTES:
Alcalá, César; La campaña de Marruecos(1859-1860). AF Editores de Historia Militiae. Valladolid. 2005.

Balaguer, Víctor; Jornadas de gloria o los Voluntarios Catalanes en África, por Víctor Balaguer. Librería Española. Madrid ,1860.

Redondo, Alfredo. "Guerra de África (1859-1860). Els 466 del General Prim" Cossetania Edicions, Valls 2008 y "Voluntarios Catalanes en la Guerra de África (1859-1860)" Archivo General de Ceuta Septiembre 2010.
Subirats, Alfredo; "los 466 voluntarios catalanes en la Primera Guerra de África (1859-1860). www.mundohistoria.org (Asociación Cultural Mundo Historia).

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