martes, 5 de noviembre de 2013

LA CONSPIRACIÓN DE LA PÓLVORA

Conspiración, pólvora y traición. ¡Vendetta! - V. : “Te garantizo que no te haré daño.” Evey: “¿Quien eres tú?” V. : “¿Quien? ¡”Quién” es solamente la forma de la funcion “qué”! ¿Y qué soy? Un hombre con una mascara.” Evey: “Sí, eso ya lo veo.” V. :”Naturalmente. No me cuestiono tu capacidad de observación, simplemente señalo lo paradójico que es preguntarle a un hombre enmascarado quién es.” Evey: “Oh… bien.” V. :”Pero en esta noche tan prometedora permíteme que, en lugar del vanal sobrenombre, sugiera el carácter de esta dramatis persona. Voilà!! A primera Vista, un humilde Veterano de Vodevil en el papel de Víctima y villano por Vicisitudes del destino. Este Visage ya no más Velo de Vanidad es un Vestigio de la “Vox populi” ahora Vacua, desVanecida… Sin embargo esta Valerosa Visión de una extinta Vejación se siente reViVida, y a hecho Voto de Vencer el Vil Veneno de estas VíVoras en aVanzada, que Velan por unos Violentos Viciosos y por la Violación de la Voluntad!! El único Veredicto es Venganza, ¡Vendetta! Como Voto, y no en Vano, pues la Valía y Veracidad de ésta un día Vindicará al Vigilante y al Virtuoso. La Verdad es que esta Vichisoise de Verborrea se está Volviendo muy Verbosa, así que solo añadiré que es un Verdadero placer conocerte, y que puedes llamarme “V”. Evey: “¿Eres una especie de maníaco?” V: “Estoy seguro de que eso dirán, pero, ¿con quién, si no es indiscrecion, hablo?” Evey: “Me llamo Evey.” V: “¿Evey? ¡Con V! ¡Claro, como no!” Evey: “¿A qué te refieres?” V: “A que yo, al igual que Dios, ni juego al azar, ni creo en la casualidad. ¿Estás herida?” Evey:” No, estoy bien…gracias a ti.” "Recuerden, recuerden, el cinco de noviembre. Conspiración, pólvora y traición. No veo la demora y siempre es la hora, de evocarla sin dilación." - Fotolog
Foto: www.fotolog.com
Parece que en España se vuelven a poner de moda, por diferentes motivos, las caretas del personaje principal de la serie de comic books y su versión cinematográfica, "V de vendetta", el célebre "Anonymous", que representa el rostro del histórico conspirador católico Guy Fawkes.
Fue precisamente un 5 de noviembre, pero de 1605 cuando este personaje intentó llevar a cabo un ambicioso y "explosivo" plan.
La Conspiración de la Pólvora (Gunpowder Plot) fue un complot organizado entre los años 1604 y 1605 por un grupo de católicos ingleses para matar al rey Jacobo I, a su familia y a la mayor parte de la aristocracia protestante volando las Casas del Parlamento durante la ceremonia de Apertura de las Cámaras. Los conspiradores habían planeado secuestrar a los infantes, que no estarían en el Parlamento, e incitar una rebelión en las Midlands.
Esta acción pretendía ser la señal para un gran levantamiento de los católicos ingleses, descontentos por las severas medidas penales adoptadas contra ellos, y que finalizaría con la instalación de un rey obediente al Papa en el trono inglés. 
Realizados los preparativos, el Gobierno descubrió la conjura, que acabó con la ejecución de la mayor parte de los conspiradores y sirvió de pretexto para un endurecimiento de las medidas antirromanas.
Archivo: James I de Inglaterra por Daniel Mytens.jpg
Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia
En efecto, el 26 de marzo de 1604, Robert Catesby, Thomas Winter y John Wright se reunieron secretamente para ver el modo mediante el cual se pusiera fin a la represión anglicana contra los católicos en Inglaterra. Unas semanas después, Catesby invitó a un nuevo conjurado, Guy Fawkes, a entrevistarse con el condestable de Castilla, Juan de Velasco, que se hallaba en Londres para negociar un tratado de paz con Inglaterra. Tras veinte años de guerra entre las ambas naciones, ese mismo año sería firmado el Tratado de Somerset.
Fawkes tenía una larga experiencia en las artes de la guerra, habiendo luchado en los Países Bajos en un regimiento de exiliados católicos ingleses bajo estandarte español. 
El plan consistía en colocar unas cargas de pólvora en los sótanos del Parlamento para hacerlas estallar en la próxima ceremonia de apertura. Al año siguiente se unieron al proyecto otros cinco personajes: Thomas Bates, John Grant, Robert Keyes, Robert Wintour y Christopher Wright. Posteriormente, se agregaron Sir Everard Digby, Ambrose Rookwood y Francis Tresham para costear parte de la operación.
Archivo: Gunpow1.jpg
Grabado contemporáneo mostrando a los conspirtadores. Guy Fawkes es el tercero por la derecha
Los trece conspiradores alquilaron una dependencia en los sótanos del Parlamento, donde poco a poco fueron almacenando 36 barriles de pólvora, aguardando a que el Rey inaugurara oficialmente las sesiones del Parlamento, a principios de octubre de 1605, para hacerlos estallar. Pero una epidemia de peste obligó a aplazar la ceremonia hasta el 5 de noviembre.
Diez días antes, un noble católico, William Parker, barón de Monteagle y cuñado de Tresham, recibió una carta anónima en la que se le advertía del peligro que corría al asistir a la ceremonia del Rey. Quizás fuera Tresham el autor de la misiva, o acaso Robert Cecil, conde de Salisbury, conocedor desde hacía meses del plan de magnicidio y organizador más que probable, con su equipo de espías e infiltrados, de un contracomplot dirigido a descabezar definitivamente la "hidra jesuítico-católica-romana".
El 4 de noviembre de 1605, Salisbury dio orden al jefe de seguridad para que registrase el edificio del Parlamento. Allí encontraron a Guy Fawkes ultimando los preparativos para la voladura. Algunos historiadores afirman que no reveló los nombres de sus cómplices y  otros dicen que sólo algunos. Sin embargo, no cabe duda alguna de que fue torturado brutalmente.
Detención de Guy Fawkes en los sótanos del Parlamento
Lo que sí es cierto es que varios de los conspiradores fueron capturados y ejecutados en el acto. Otros, como el propio Robert Catesby, huyeron de Londres, pero fueron poco a poco siendo apresados o asesinados por la guardia inglesa. Tresham murió poco después en la Torre de Londres.
Sometidos a juicio los demás, entre ellos Fawkes, fueron ejecutados «en el mismo lugar que habían planeado demoler», frente a Westminster, siguiendo la costumbre aplicada a los traidores: «Colgándoles del cuello sin dejarles morir, seccionándoles los genitales, echándolos al fuego ante sus propios ojos y, hallándose aún vivos, destripándoles y arrancándoles el corazón antes de decapitarles y despedazarles. Luego se expondrían ante el público las cabezas clavadas en picas y serían arrojados los restantes trozos a los pájaros para su alimento». Para asistir a las ejecuciones hubo que pagar entradas como a cualquier otro espectáculo de masas.
La brutal ejecución de los conspiradores
Aunque el sótano donde se almacenó la pólvora desapareció en el incendio de 1834, desde aquel 5 de noviembre de 1605 la guardia del Parlamento ha seguido registrando el edificio todos los años como preámbulo a la ceremonia de apertura de las Cámaras por el monarca, más por conservar la tradición que como precaución.
Las consecuencias del fallido golpe sobre los católicos no se hicieron esperar. Se les prohibió servir como oficiales del ejército o de la armada, se les estigmatizó socialmente y se les privó del derecho al voto, exclusión que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX.
Hay quien se pregunta qué habría sucedido de haber triunfado la conspiración y muerto el rey Jacobo I. La verdad es que la mayoría de los católicos desconocían el intento de magnicidio, por lo que seguramente no habrían podido reaccionar. Es difícil imaginar que los conjurados hubieran logrado secuestrar impunemente al príncipe Carlos, sucesor del rey, como estaba previsto o, en un acto de fanatismo, acabar con su vida.
Las únicas consecuencias del atentado fueron, aparte de la ejecución de los conspiradores y la represión contra los católicos, la celebración del episodio encendiendo hogueras y quemando efigies de Guy Fawkes todos los años para dar gracias a Dios por impedir el acto criminal y proteger a los protestantes, de la conspiración católico-romana. El 5 de noviembre fue declarado «fiesta perpetua para dar gracias a Dios por librarnos de los papistas y como muestra de nuestro odio hacia ellos».
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Celebraciones en la Noche de Guy Fawkes
A pesar de que en el reinado siguiente, Carlos I, casado con una católica, quiso acabar con la conmemoración, los radicales lograron mantenerla como símbolo de la unidad y la conciencia protestante. La festividad de Guy Fawkes adquirió a finales del siglo XVIII una nueva faceta como acto de vandalismo cuando el pueblo se dedicó al pillaje y a arrancar la madera de las casas y las vallas para arrojarlas al fuego como combustible.
A mediados del siglo XIX, el día de Guy Fawkes ya había perdido el significado patriótico y anticatólico (significado dado por los protestantes), de forma que el Parlamento tomó la decisión de retirarlo del calendario oficial, dejando que siguiera como festejo popular. Con el tiempo, la imagen de Guy Fawkes sería sustituida por la de otros personajes odiados.
Sea como fuera, Inglaterra sigue con su tradición introduciendo elementos relativamente nuevos como los fuegos artificiales y la costumbre entre los niños de pedir a los mayores «un penique para el muñeco» que acaban de fabricar. Las medidas de seguridad han obligado al gobierno británico a prohibir la venta de petardos a los menores de edad. En la trastienda de la noche de Guy Fawkes se hallan bien presentes la hostelería, el comercio y, desde luego, los juerguistas.
Foto: British Monarchist League

Este día en el Reino Unido, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Canadá, Saint Kitts y Nevis, y en algunas partes de Estados Unidos, se celebra el fracaso del complot. Allí se conoce como la Noche de Guy Fawkesla Noche de la Hoguera y la Noche de los Fuegos Artificiales
El descubrimiento a tiempo de la conspiración impidió el derrocamiento de la dinastía de los Estuardo, personificada en Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia, y la entronización de un monarca católico, previsiblemente su hijo el príncipe Carlos, debidamente instruido en los dogmas católicos.
En todo caso, esperemos que en nuestra bella Patria no sumemos al despropósito de las calabazas de la semana pasada, una noche de la pólvora, y veamos a nuestros escolares pidiendo "un eurito para el muñequito". Faltaría más.

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