Con el levantamiento patriótico del Dos de Mayo de 1808, liderado por los capitanes de artillería Don Luis daoíz y Don Pedro Velarde, antiguos Alumnos del Real Colegio de Artillería de Segovia, se inicia la Guerra de la Independencia contra la Francia napoleónica.
Ante la proximidad a Segovia de una división francesa, la Junta de Armamento y Defensa de la ciudad dispuso que los jefes y oficiales se incorporasen al Ejército Nacional y que los cadetes quedasen en el Colegio, al mando del ayudante de guardia del correspondiente día (6 de junio de 1808), el capitán Velarde, hermano del Héroe Nacional. Ante la superioridad de las unidades francesas, los cuarenta alumnos que quedaron en el Alcázar capitularon, siendo ocupado el recinto por 350 franceses y cinco piezas de artillería.
La victoria de Bailén frente a las tropas imperiales del general Dupont, que supuso el regreso de mandos y profesores al Colegio, se tradujo en la llegada de Napoleón a España y una nueva amenaza de las tropas enemigas a la ciudad, ante lo cual se hizo necesario evacuar el Alcázar, el día 1 de diciembre de 1808. La marcha tendría una duración de más de tres meses y una ausencia de Segovia superior a los cinco años.
La peregrinación comenzó con la llegada a Salamanca, donde no pudieron reanudarse las clases ante una nueva amenaza francesa. Con la llegada de la expedición a Orense, se decidió continuar viaje hacia Sevilla, ya que La Coruña había caído en manos francesas. La travesía se realizó vía Oporto-Lisboa, embarcándose en ésta última con rumbo a Huelva y desde aquí a Sevilla, donde se iniciaron las clases en marzo de 1809. A pesar del penoso viaje de tres meses y medio de duración, tan solo hubo que lamentar el fallecimiento de un cadete en Orense, víctima de unas fiebres.
De nuevo, ante la proximidad del enemigo a Sevilla, hubo de disolverse el Colegio, decretando el Consejo de Regencia, en marzo de 1810, que se restableciera en Menorca, por encontrarse más protegida. Mientras se acondicionaban las instalaciones del local elegido al efecto en el cuartel de Calacorp, situado en Villacarlos (Mahón), se reanudaron las clases en uno de los cuarteles de Artillería de Cádiz, con algunos profesores y 26 cadetes. En octubre del mismo año, se embarcaron los componentes del restablecido Colegio con dirección a Mahón y tras las escalas de Alicante y Palma de Mallorca, en enero de 1811 quedaron instalados en su nuevo destino.
Pero su estancia no iba a ser duradera, ya que por decisión del Consejo de Regencia se dispuso su traslado a Palma de Mallorca, donde profesores y alumnos hicieron su aparición en el mes de noviembre de 1812. Las penurias materiales y económicas, propias del estado de guerra, fueron en parte subsanadas gracias a la llegada de parte de los libros de la biblioteca del Colegio de Segovia y algunos instrumentos rescatados del museo de Artillería de Madrid, donde habían sido depositados por los franceses.
El largo periplo del Real Colegio de Artillería durante la Guerra de Independencia
Diseño: Ministrillo
Finalizada la guerra, se dispuso por Real Orden el regreso del Colegio a la ciudad de origen, dando comienzo las clases en el Alcázar de Segovia en diciembre de 1814. El estado de las instalaciones era penoso por el hecho de haber sido un depósito de prisioneros dirigido por los franceses, sin embargo, tras varios meses de restauración se finalizaron las oportunas mejoras.
Todo parecía indicar que la estabilidad del Colegio se había alcanzado, sin embargo, otro acontecimiento vendría a perturbar su estancia en Segovia. A consecuencia de la invasión de los “Cien Mil Hijos de San Luis” (1823) y la aproximación a la ciudad de la división del general Bessieres, con el ánimo de apoderarse del Alcázar, profesores y alumnos hubieron de emprender apresuradamente la marcha a pie con destino a Badajoz, donde quedaron alojados en estado penoso hasta la Real Orden de octubre de mismo año, que dispuso el regreso de los cadetes a sus casas y la extinción del Colegio, hecho que aconteció en el mes de noviembre de 1823.
Por Real Orden de 1824, se aprobó el Reglamento para el Colegio General Militar, donde se cursarían las carreras de Infantería, Caballería, Artillería e Ingenieros. Como ubicación se eligió el Alcázar de Segovia, iniciando su apertura en junio de 1825. Por otro lado, el Colegio de Artillería como tal, fue restablecido en los edificios del Colegio de San Ciriaco y Santa Paula de Alcalá de Henares, junto con el Colegio de los Manriques de la misma ciudad. Tras importantes reformas, las clases dieron comienzo en enero de 1830. En esta situación, se aprobó, como dato curioso, el único Reglamento del Real Colegio de Artillería en el cual se cita que “los oficiales de las compañías de Caballeros Cadetes, vivirán precisamente dentro del Colegio y no podrán ser casados, ni viudos con hijos”, si bien tal disposición ya se practicaba desde los primeros años de existencia del Colegio.
Tampoco fue duradera la permanencia del Colegio de Artillería en estas instalaciones, dada la amenaza que se cernía sobre la ciudad de las fuerzas carlistas. En consecuencia, en 1837 sufrió un nuevo traslado al Seminario de Nobles de Madrid y más tarde al Alcázar de Segovia, que había sido evacuado en agosto de 1837 por el Colegio General, ante su capitulación al general carlista Zariátegui.
El Alcázar, la Casa de la Química y la explanada de maniobras
En 1842, a consecuencia de la Orden del Consejo de la Regencia por la cual se hacía obligatoria la preparación de los futuros oficiales en el Colegio General Militar, para después continuarlos, los que quisieran, en los cuerpos facultativos, hizo que cambiara la denominación de Colegio de Artillería por la de Escuela de Aplicación, donde continuarían sus estudios los subtenientes alumnos hasta alcanzar el empleo de tenientes. Mientras se producía la llegada de los nuevos alumnos procedentes del Colegio de Toledo, se continuó la formación de éstos en el Alcázar bajo la denominación de Escuela Especial de Artillería, pudiendo ser internos o externos.
Por considerarse que la enseñanza de la Escuela de Aplicación sería más eficaz en Sevilla que en Segovia, por la existencia en la primera de varias fábricas del Cuerpo, fue trasladada a la capital andaluza en 1855. Considerado nuevamente el inconveniente que suponía la separación de la Escuela de Aplicación del Colegio, se decidió su regreso a Segovia a finales de 1856.
Sin noticias más destacables, el Colegio de Artillería continuó su labor hasta el desgraciado incendio del Alcázar el día 6 de marzo de 1862. La pérdida del emblemático monumento obligó al abandono del mismo y al inmediato realojamiento de los cadetes esa misma noche en el ex-convento de San Francisco, utilizado por los alumnos externos como residencia desde 1853.
Terrible estado en que quedó el Alcázar de Segovia tras el incendio de 1862
Foto: Ministrillo
En estas instalaciones continuó sus quehaceres el Colegio, que sufrió el cambio de denominación a Academia de Artillería en 1867, extinguiéndose el Colegio de Artillería y la Escuela de Aplicación.
Con motivo de la reorganización del Cuerpo, llevada a cabo en febrero de 1873, dividiéndolo en dos agrupaciones, una con el nombre de Plana Mayor Facultativa y otra integrada por las secciones armadas del Cuerpos, ambas con sus respectivas escalas independientes, el Cuerpo de Artillería acordó su separación del Servicio, solicitando sus jefes y oficiales (a excepción de los pertenecientes el Ejército de Ultramar) la licencia absoluta. Los alféreces-alumnos siguieron el mismo ejemplo, siendo disuelta la Academia pero no las clases, que continuaron impartiéndose de forma privada por los profesores en la Academia Particular que se instaló en un edificio de la plazuela de Guevara (Segovia), cedido gratuitamente por el conde de los Villares. Los gastos que se ocasionaban fueron sufragados por los alumnos, si bien la Junta Central del disuelto Cuerpo también aportó fondos para su mantenimiento. Esta situación perduró hasta septiembre del mismo año, en que el Gobierno de la República decide reorganizar el Cuerpo de Artillería del mismo modo que estaba antes de su disolución.
Patio de la Academia de Artillería, ya en el ex-convento de San Francisco. (Imagen de 1878)
Los días 5 y 6 de septiembre de 1926 fueron excepcionales en la historia de la Academia, ya que estuvo sitiada por las fuerzas del Gobierno del general Miguel Primo de Rivera porque el profesorado, secundado por los alumnos, no quería acatar el Real Decreto de la Dictadura (9 de junio) de “ser obligatorio el aceptar las mercedes que sean concedidas por el Gobierno”, orden contraria y que anulaba el compromiso suscrito en 1891 por la oficialidad del Cuerpo de no ascender por méritos de guerra. En el crepúsculo del día siguiente, la Academia se entregó al general gobernador militar de la plaza. Su Coronel-Director Don José Marchesí Sagarra, fue condenado a muerte, pena que se le conmutó por la de reclusión perpetua; los profesores fueron también condenados a penas de reclusión, y los alumnos fueron licenciados.
El 20 de febrero de 1927 marca una división en la historia de la Academia de Artillería, pues desde ese momento dejó de ser un Centro de formación técnica e industrial de primerísimo orden, para pasar a ser solamente una Academia para la formación de la oficialidad de Artillería. El Plan de Estudios que se estableció para todas las Armas y Cuerpo de Intendencia era de dos cursos en la Academia General Militar de Zaragoza y tres en las especiales, en las cuales, al aprobar el tercer año de la carrera, era promovidos los alumnos a alféreces.
Acceso a la Academia por la Puerta de San Francisco
Foto: Ministrillo
El 6 de julio de 1931 Se organiza la Academia Mixta de Artillería e Ingenieros, por Decreto de Presidencia de Gobierno se refunden las Academias Especiales de las Armas: Las Academias de Infantería, Caballería e Intendencia, se establecieron reunidas en lo que había sido Academia de Infantería en Toledo, mientras que las Armas facultativas, Artillería e Ingenieros, se refundieron en la Academia de Artillería de Segovia. La Academia de Artillería e Ingenieros subsistió, nominalmente, hasta el día 15 de octubre de 1939.
Desencadenada la Guerra Civil, hubieron de suspenderse las clases incorporándose los profesores y alumnos a las distintas unidades combatientes, aunque casi un año después se organizó la Escuela de Artillería de Campaña. Al finalizar la contienda, se estableció la Academia de Artillería para la transformación de los Oficiales provisionales y de Complemento en Profesionales, que tras su finalización en 1947, pasó de nuevo a denominarse Academia Especial de Artillería.
Sala del Estandarte de la Academia de Artillería
Foto: Ministrillo
Acoge la enseñanza de formación de suboficiales del Arma de Artillería a partir del 1 de septiembre de 1975. En este día inician el segundo curso de su formación los componentes de la Iª Promoción de la Escala Básica de Suboficiales. Aunque este primer curso se impartió en las instalaciones de Hoyo de Manzanares, fue impartido y tutelado por la Academia de Artillería. A partir de la IIª Promoción, todos las demás se han formado en las instalaciones de la Academia.
En enero de 1997 se crea el Centro del Arma de Artillería. Por la fundación del Mando de Adiestramiento y Doctrina (MADOC), se crean las Jefaturas adscritas del MADOC en los Centros de Enseñanza del Ejército. La unión de la Academia y estas Jefaturas constituyen el Centro del Arma de Artillería.
Se pone en funcionamiento el Simulador de Artillería de Campaña (SIMACA) noviembre de 2001. El edificio del Simulador de Artillería de Campaña, puntero en el mundo en esta tecnología, se inaugura para mejorar la formación de los alumnos de la Academia y el Adiestramiento de las Unidades de Artillería de Campaña. Es el germen del actual Centro de Adiestramiento y Simulación que, tras añadírsele los más modernos simuladores de Artillería Antiaérea, acoge a todas las unidades de la artillería española, que pasan por sus instalaciones a lo largo del año para mejorar su adiestramiento e instrucción.
Sala del simulador de campaña
Foto: Ministrillo
Aunque ya previamente en distintos periodos, la Academia de artillería había desempeñado funciones de CIR durante las épocas del Servicio Militar Obligatorio, en septiembre de 2005 comienza su andadura el Centro docente de Formación y Perfeccionamiento de Militares Profesionales de la Escala de Tropa (CFOR), que nutrió durante cinco años a las distintas unidades del Arma de Artillería repartidas por toda España. Así mismo los cursos de actualización para el ascenso a Cabo Primero de las Especialidades de Artillería Antiaérea y Artillería de Campaña, son impartidos en la Academia.
Simulador del misil Mistral
Foto: Ministrillo
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La Academia alberga en su Biblioteca uno de los fondos documentales científicos y técnicos más ricos del país. En ella se encuentra –solo teniendo en cuenta la parte científica y militar- toda la ciencia europea de los S. XVIII y XIX y toda la tratadística artillera y de fortificación de los cinco últimos siglos.
La biblioteca cuenta con alrededor de 50.000 volúmenes entre los que destacan:
- Libros de los S. XVI, XVII, XVIII, XIX y XX
- Manuscritos
- Publicaciones periódicas de los S. XVIII, XIX y XX
- Literatura gris (textos ligados a la enseñanza).
- Fotografías.
- Atlas de los S. XVII y XVIII .
El porqué de la existencia de estos fondos tiene que ver con las circunstancias históricas que rodean la formación del Colegio de Artillería y la Ilustración: el Estado del S. XVIII tenía mucho interés por promover los estudios científicos en las Academias Militares para la buena formación de sus cuadros, y la de Segovia no fue una excepción.
La fantástica Biblioteca de la Academia
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La Colección de minerales, rocas y fósiles de la Academia de Artillería de Segovia es una de las más antiguas documentadas del Mundo.
Su origen conocido se remonta al menos al año 1711, cuando varias de las piezas formaban ya parte del material de la botica que D. Luis Llorente compró en Madrid; lo que la convierte en anterior al Real Gabinete de Historia Natural de Madrid, al Natural History Branch of London del Brithis Museum, o al American Museum of Natural History de Nueva York. Sólo pueden igualarle o superarle en antigüedad, el Gabinete Amerbach (Basilea, Suiza), y la colección de minerales de Jamaica del Gabinete de Sir Hans Sloane (actualmente integrado en el British Museum).
Comedor de Cadetes
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En realidad, la Colección es la suma de diferentes conjuntos, que han ido integrándose y agrupándose en la Academia de Artillería a lo largo de los últimos 250 años. Un primer lote de minerales llegó con la fundación del Colegio de Artillería (1764), desde los antiguos colegios de Cádiz y Barcelona; a lo que se sumaron las aportaciones de los primeros profesores, incluidas las del propio Louis Proust. En el año 1817 se produjo la compra del grueso de la Colección principal, al adquirir el Colegio el ramo mineralógico del gabinete de Casimiro Gómez Ortega.
Muchas otras piezas fueron llegando a lo largo del siglo XIX y principios del siglo XX, desde donaciones del Real Gabinete que incluían envíos de América (expediciones de los hermanos Heuland), hasta colecciones para enseñanza enviadas por la Comisión del Mapa Geológico de España (actual IGME), pasando por aportaciones de artilleros y militares ilustres, como Tomás de Mola y Pacheco, Alejandro Vicente Ezpeleza, Adolfo Carrasco, Francisco de Luxán, José Fernández Ladreda, etc.
Actualmente la Colección está totalmente inventariada y catalogada, y tiene más de 3.400 ejemplares, destacando no por la calidad mineralógica y estética de sus piezas (aunque existen varias muy vistosas), sino por la importante información histórico-científica que atesoran. A través del etiquetado de las piezas se puede reconstruir la evolución de las clasificaciones mineralógicas y petrológicas en España a lo largo de los últimos dos siglos; y a partir de la escasa documentación que existe sobre los movimientos y traslados de la Colección, la propia historia de la Academia de Artillería, sus protagonistas, y por extensión de la historia contemporánea de España.
Aula de la Academia
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Por otro lado, no debe echarse en falta la unión y hermandad que el Centro tiene con la ciudad de Segovia, exteriorizada desde la instalación del Real Colegio en la ciudad.
Por acuerdo del Ayuntamiento de Segovia, tomado en 1952, se otorga a los oficiales del Arma que terminen sus estudios en esta Academia el título de “Segoviano Honorario”.
Otros premios destacables son la entrega de la Medalla de Oro de la ciudad al Centro en 1956 o la Medalla de Oro de la Provincia de Segovia por la Diputación Provincial.
La fundación de la Asociación Cultural “Biblioteca de Ciencia y Artillería”, contribuye a la difusión del legado histórico de la Biblioteca del Centro, participando además de la propia Academia el Patronato del Alcázar, el Ayuntamiento de Segovia, la Diputación Provincial de Segovia, la Junta de Castilla y León y la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce.
Para más información: www.realcolegiodeartilleria.es/
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