Armas de la Primera República de Filipinas
Emilio Aguinaldo Famy nació el 22 de marzo de 1869 en la provincia de Cavite (Isla de Luzón), en la entonces colonia española de Filipinas. Fue el séptimo de los ocho hijos de Carlos Aguinaldo y de Trinidad Famy, integrantes de una familia de origen chino, ilustrada y de buena posición.
De joven, Aguinaldo recibió educación básica de su tía abuela y luego asistió a la escuela primaria de su localidad. En 1880 comenzó su educación secundaria en el Colegio San Juan de Letrán; sin embargo, tras morir su padre durante el tercer año de estudios, tuvo que abandonar el centro, regresar a su pueblo y ayudar a su madre viuda en la administración de sus posesiones agrícolas.
Al cumplir 17 años, Aguinaldo fue elegido cabeza de barangay, es decir, jefe del barrio de Binakayan, el barrio más progresista de Cavite en ese momento; ocupando el puesto durante ocho años. Entretanto, se dedicó al transporte marítimo, viajando mucho y lejos de su tierra. En 1893 entró en vigor la llamada Ley Maura de reorganización de los gobiernos municipales, a consecuancia de la cual, Aguinaldo fue elegido capitán municipal de Cavite el 1 de enero de 1895.
Ese mismo año se fundaba, bajo el liderazgo de Andrés Bonifacio, la organización patriótica secreta Katipunán, con el objetivo de expulsar a la potencia colonial española y obtener la independencia de Filipinas.
Miembros armados del Katipunán
Aguinaldo ingresó en la asociación con el rango de teniente, y en pocos meses ascendió al generalato gracias a sus dotes de mando. En 1896 el Katipunán logró incitar al estallido de la guerra revolucionaria, durante la cual Aguinaldo tomó parte en varios encuentros militares y logró liberar su provincia del control español. Sus éxitos le granjearon tal popularidad entre los revolucionarios que, en las elecciones posteriores a la toma del poder, fue elegido presidente de la República naciente.
Emilio Aguinaldo en una fotografía de 1898
Al enterarse Bonifacio de los acontecimientos, intentó impugnar la elección para asegurar su propia continuidad en el poder. En la confrontación entre los seguidores de Bonifacio (los Magdiwang) contra los partidarios de Aguinaldo (los Magdalo) resultó herido Procopio, el hermano de Bonifacio, y éste mismo capturado junto con sus partidarios. Tras un juicio militar, ambos hermanos fueron condenados a muerte el 10 de diciembre de 1897 por sedición, y ese mismo día fueron ejecutados en un bosque cercano a Cavite.
En ese momento, Aguinaldo tomó el mando de la insurrección filipina. Cuatro días más tarde, el 14 de diciembre, tras meses de negociación entre el Gobierno español, que había empleado su superioridad armamentística y numérica para recuperarse de las derrotas iniciales, y los insurrectos, se firmó el Pacto de Biak-na-Bató, en el que se garantizaba la paz a condición de que Aguinaldo y otros 33 líderes insurrectos se exiliasen. El pacto fue ratificado, y Aguinaldo se exilió en Hong Kong, donde empleó los 400.000 pesos pagados como indemnización por España para obtener armamento.
Imagen del cuartel general de Aguinaldo en Biac-na-Bató.
El 19 de mayo de 1898, Aguinaldo regresó clandestinamente a Filipinas y reanudó las hostilidades contra España. Pero esta vez contaba con el apoyo de Estados Unidos, que se enfrentaba en ese momento a los españoles en la Guerra de Cuba. Tras la victoria naval norteamericana en Cavite (1 de mayo de 1898), el ejército revolucionario filipino fue ocupando posiciones y el propio Emilio Aguinaldo proclamó la independencia del archipiélago el 12 de junio de 1898.
Emilio Aguinaldo como primer presidente filipino
Finalizada la guerra hispano-norteamericana con el Tratado de París de diciembre de 1898, la islas Filipinas quedaron bajo control de los EE.UU., provocando la sorpresa y congoja de los filipinos, que en lugar de la planeada independencia se veían nuevamente sometidos a una potencia colonial, ahora extraeuropea.
El 23 de enero de 1899 fue promulgada la Constitución de la República Filipina y Aguinaldo nombrado presidente.
El 4 de febrero de 1899, estalló la guerra entre el gobierno de Aguinaldo y los ocupantes norteamericanos, tras el asesinato de un soldado filipino por un guardia estadounidense al cruzar el Puente de San Juan. Aguinaldo dirigió a las tropas filipinas contra las fuerzas superiores de los ocupantes. A pesar de derrotas sucesivas, continuó la lucha en retirada, mientras se replegaba con sus tropas hacia el norte de Luzón, isla donde se encontraba Baler, lugar donde todavía permanecían sitiados un heroico grupo de españoles ("Los últimos de Filipinas"), desconocedores de la nueva situación generada en diciembre de 1898.
Capitulada la guarnición española de Baler, Aguinaldo honró a los supervivientes con un célebre Decreto en el que ensalzaba su heroísmo y ordenaba fueran tratados como amigos.
La Reina Regente, María Cristina de Habsburgo Lorena, le concedió a Aguinaldo la más alta distinción de la Cruz Roja Española, como muestra de reconocimiento al correcto trato que tuvo con los prisioneros españoles en la guerra por la independencia, y especialmente con los "Héroes de Baler".
El célebre Decreto de Aguinaldo para los Héroes de Baler
El 23 de marzo de 1901, Aguinaldo fue capturado por fuerzas estadounidenses en Palanan, provincia de Isabela, gracias a una estratagema ideada por el general Funston en la que los estadounidenses simularon rendirse.
Puesto ante la alternativa de ser sumariamente ejecutado o renunciar a la acción militar y aceptar la soberanía estadounidense, Aguinaldo cedió y firmó la rendición el 1 de abril de 1901. Pese a la perseverancia de focos aislados de resistencia, con la rendición de Aguinaldo se dio fin a la etapa revolucionaria tagala, aunque la guerra continuó contra los habitantes musulmanes de Joló.
Durante los años siguientes, Aguinaldo se retiró de la vida política, pero prestó apoyo a grupos independentistas y organizó la Asociación de los Veteranos de la Revolución para financiar pensiones para los ex-combatientes. En 1919, cuando la proscripción contra la bandera filipina fue revocada, transformó su antiguo hogar de Cavite en un monumento a la bandera que se conserva hasta el día de hoy.
Casa de Emilio Aguinaldo en Cavite
Foto: Crespo-Azorín
En las elecciones de 1935 contendió por la presidencia de la Mancomunidad Filipina bajo el auspicio estadounidense, como preparativo a la independencia, pero fue derrotado por Manuel Luis Quezón.
Durante la ocupación japonesa, Aguinaldo colaboró para obtener apoyo popular para los ocupantes; trasmitió mensajes, discursos y declaraciones de radio exhortando al pueblo a que ayudara al gobierno colaboracionista (1943-1945) del presidente José Paciano Laurel y solicitó la rendición al general Mac Arthur "para no causar más daños a la juventud filipina".
Por esas acciones Aguinaldo fue acusado de traición y colaboración con el enemigo tras la guerra, y fue encarcelado en la prisión de Bilibid, junto con otros colaboracionistas. Su defensa argumentó que actuaba bajo coerción, y que los japoneses le habían amenazado de muerte a él y su familia si no cooperaba. En 1945 fue liberado por medio de un indulto general emitido por el nuevo Gobierno filipino.
El 4 de julio de 1946 las islas Filipinas alcanzaron finalmente su independencia nacional.
Bajo la presidencia de Elpidio Quirino (1948-1953), Aguinaldo fue nombrado miembro del Consejo de Estado; cargo desde el que logró grandes beneficios para los veteranos de la lucha por la independencia.
Se retiró nuevamente a la vida privada tras la elección de Ramón Magsaysay como presidente.
El siguiente presidente, Diosdado Macapagal, declaró el 12 de junio como Día de la Independencia Filipina, reconociendo así los esfuerzos de los patriotas filipinos en su lucha contra los españoles primero, y contra los estadounidenses después. En la primera celebración del 12 de julio, Aguinaldo desfiló, a pesar de su frágil salud y avanzada edad, enarbolando una bandera filipina.
Emilio Aguinaldo murió en Manila el 6 de febrero de 1964 a los 94 años, a causa de una trombosis coronaria.
Emilio Aguinaldo y su segunda esposa, María Agoncillo
En diciembre de 1958, en una entrevista concedida al periodista Guillermo Gómez Rivera, Emilio Aguinaldo declaró su arrepentimiento por haberse levantado contra España, engañado por masones estadounidenses, para que luego Filipinas cayera en manos norteamericanas:
"...Sí, estoy arrepentido en buena parte por haberme levantado contra España y, es por eso, que cuando se celebraron los funerales en Manila del Rey Alfonso (XIII) de España, yo me presenté en la catedral para sorpresa de los españoles. Y me preguntaron por qué había venido a los funerales del Rey de España en contra del cual me alcé en rebelión… Y, les dije que sigue siendo mi Rey porque bajo España siempre fuimos súbditos, o ciudadanos, españoles pero que ahora, bajo los Estados Unidos, somos tan solo un Mercado de consumidores de sus exportaciones, cuando no parias, porque nunca nos han hecho ciudadanos de ningún estado de Estados Unidos… Y los españoles me abrieron paso y me trataron como su hermano en aquel día tan significativo..."