SERVUS HISPANIARUM REGIS



jueves, 3 de diciembre de 2015

SIXTO V, UN HOMBRE DURO EN EL TRONO DE SAN PEDRO




Armas de Sixto V en la bóveda sobre la escalera de acceso a la capilla Sixtina

Foto: Jean Paul Grandmont


Nacido como Srečko Perić, de origen serbio, su familia era de refugiados que huyeron desde Kruševice, Ragusa, a causa de la invasión otomana, cruzando en una arriesgada travesía el mar Adriático, para radicarse en Montalvo, cerca de Ancona y luego trasladarse a Grottamare. Allí italianizaron sus nombres, siendo conocido Srečko como Felice Peretti. Tanto Srečko como Felice significan en español "feliz", traducidos del dálmata y del italiano respectivamente; siendo Peretti la traducción del apellido dálmata PeriĆ. Su familia fue de humildes campesinos, por lo que años después sus enemigos le acusaron de haber sido porquero de niño. Ingresó con tan sólo nueve años en el monasterio franciscano de Montalto donde inició sus estudios de primeras letras, que completaría en las universidades de Ferrara y Bolonia, obteniendo el grado de Doctor en Teología en 1548.



Grabado alemán representando al Papa Sixto V


Fue ordenado sacerdote en 1547. Hacia 1552, tras ganar reputación como hábil dialéctico y predicador, llamó la atención de dos futuros papas, los cardenales Ghislieri (Pío V) y Caraffa (Paulo IV) lo que le supuso iniciar su carrera eclesiástica siendo enviado, en 1557, a Venecia, como consejero de la Inquisición, destacándose por su severidad hasta tal punto que los venecianos reclamaron su deposición en 1560.


De nuevo en Roma y tras un breve periodo como procurador general de los franciscanos, fue enviado a España en 1565, formando parte de la legación que, encabezada por el cardenal Buoncompagni, futuro papa Gregorio XIII, intervino en el proceso abierto contra el cardenal de Toledo, Bartolomé Carranza. La violenta antipatía que surgió entre estos dos futuros papas marcaría el futuro de Felice Peretti. Con la entronización de Pío V retornó nuevamente a Roma y en 1566 es nombrado Vicario general de los franciscanos y obispo de Sant’Agata dei Goti. Posteriormente en 1570 fue nombrado cardenal y en 1571, obispo de Fermo.


El ascenso al papado de su enemigo político, Gregorio XIII, supuso su retiro de la vida pública dedicándose al estudio y divulgación de los trabajos de San Ambrosio. Este retiro voluntario contribuyó en gran medida a que, al morir Gregorio en 1585, resultara elegido como su sucesor en el solio pontificio.

Su Santidad el Papa Sixto V

El cardenal Peretti fue designado Papa el día 24 de abril de 1585, y tomó el nombre de Sixto V, en honor a Sixto IV, franciscano al igual que él. Durante su pontificado se terminó la construcción de la Iglesia de San Jerónimo de Roma, y se dispuso que los sacerdotes que oficiaran misa en dicho recinto debían provenir de Ragusa y saber hablar el idioma dálmata. Numerosos fueron los problemas que el difunto Gregorio XIII había legado a su sucesor, entre los que destacaban los de orden público y su enfrentamiento contra la reina inglesa Isabel I.


El nuevo papa, hombre curtido en los tribunales de la Inquisición, era el indicado para enfrentarse al bandidaje instituido en el que habían quedado sumidos los Estados Pontificios a la muerte de su predecesor.

Sirviéndose del cardenal Colonna, persiguió ferozmente a cuantas cuadrillas de malhechores esparcían sus hazañas por campos y ciudades, y pronto el puente de Sant' Angelo se convirtió en una nutrida exposición de cabezas de enorme poder disuasorio.

Lo doloroso es que, cuando la temible policía vaticana no pudo seguir recabando botín por falta de asaltantes lo bastante osados como para enfrentarse a los brutales métodos del papa, se dedicó a hostigar a prostitutas, ladrones y otros grupos socialmente marginados de Roma. Sixto V se creó una merecida imagen de amo cruel y concitó sobre sí el odio de sus súbditos.

Consciente el propio pontífice de que el pueblo romano no habría de erigir una estatua en su memoria una vez fallecido, se la dedicó él mismo en vida en la cima del Capitolio, aunque, una vez muerto el papa, fue retirada.

En política exterior, Sixto V dirigió su belicosidad contra Inglaterra y su Reina, ya que había sido él mismo quien años atrás, en 1569, había redactado la bula de excomunión de Isabel I promulgada por Pío V.

Quiso unir a las naciones católicas contra la reina inglesa, pero se vio decepcionado al comprobar que no anidaba ya en las cortes europeas el viejo espíritu de cruzada, y que la defensa de la fe no movía ejércitos, salvo que mediasen otros intereses más tangibles y materiales.

Apeló al soberano español, Felipe II, exigiéndole, más que pidiéndole, que ejecutase «alguna empresa famosa» en pro de la religión y contra Isabel I.



Medalla en honor a Sixto V conservada en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid

Felipe II, que solía realizar anotaciones marginales en los documentos que él mismo leía y despachaba, apuntó en la misiva papal: «¿No les debe parecer famosa la de Flandes, ni deben pensar lo que se gasta en ella? Poco fundamento tiene lo de Inglaterra». No obstante, dada la insistencia del papa Sixto V, instruyó a Olivares, embajador ante el sumo pontífice, para que se cerciorase de la auténtica voluntad de éste en aquel asunto y obtuviese de su parte un compromiso formal de colaboración económica y de respaldo político.

El papa ofreció éste último sin límites y el económico con cicatería: ni la mitad de los gastos, como se pretendió en principio, ni un millón de ducados, como al final se le pedía; prometió 300.000 y sin demasiadas garantías. O así le debió parecer al monarca español que, ante la contingencia de que pudiera no efectuarse el pago por fallecimiento de quien lo afianzaba con su palabra, hizo que el colegio cardenalicio jurase cumplir, llegado el caso, con la obligación asumida por el papa.

Felipe II acabaría enviando en 1588, con la bendición papal, la malograda Armada de Inglaterra cuyo desastre tuvo tiempo de lamentar Sixto V durante los dos años que aún sobrevivió.

Durante su pontificado, Sixto V hizo construir, finalizó o reparó un gran número de grandes monumentos y edificios en la ciudad de Roma.

Entre ellos cabe destacar la construcción de la Capilla Sixtina de Santa María la Mayor, la finalización del Palacio del Quirinal, las modificaciones del Palacio de Letrán, la terminación de la cúpula de la Basílica de San Pedro y la restauración del acueducto de Septimio Severo. En la pieza clave de la cúpula de San Pedro hizo escribir: "Para la gloria de San Pedro, Sixto V, papa, en el año 1590 y el quinto año de su pontificado".

Ordenó retirar la estatua del emperador Trajano de lo alto de la Columna Trajana y sustituirla por una estatua de San Pedro. De igual modo retiró la estatua del emperador Marco Aurelio de la Columna de Marco Aurelio para sustituirla por una estatua de San Pablo.

Durante su pontificado, Sixto V canonizó a San Hermenegildo (1585)

Con la constitución Immensa aeterni estableció, en 1588, que el Colegio Cardenalicio estuviera compuesto por setenta cardenales. También aumentó el número de congregaciones, y en 1589 inició una revisión de la Vulgata que es conocida como la “edición sextina”.

Falleció en Roma el 27 de agosto de 1590.

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