Representación de la Batalla de Villaviçosa o Montes Claros (1665)
El 13 de febrero de 1668, se firmaba en el Convento de San Eloy de la capital lusitana, el Tratado de Lisboa. Con él se alcanzaba un acuerdo de paz concertado entre España y Portugal con la intermediación de Inglaterra, que ponía fin a la Guerra de Separación de Portugal o Guerra de Restauración, iniciada en 1640.
El Tratado supuso el reconocimiento oficial por parte de España de la independencia portuguesa de la corona española.
Desde 1580, en tiempos de Felipe II, Portugal formaba parte de la Monarquía Hispánica, mediante la fórmula jurídica de unión dinástica (aeque principaliter) en la que cada Reino mantenía sus instituciones pero compartía el mismo monarca.
Alfonso VI, Rey de Portugal a la firma del Tratado de Lisboa
En 1640 comenzó la Guerra de Restauración Portuguesa y la proclamación de Joao IV como rey de Portugal. De este modo los portugueses iniciaron la lucha para conseguir su independencia de la Corona española.
Como plenipotenciarios en la firma del Tratado intervinieron, por parte española, don Gaspar de Haro y Guzmán, marqués del Carpio, en nombre de Mariana de Austria, reina regente de España durante la minoría de edad de Carlos II. Por parte portuguesa, en nombre del rey Alfonso VI de Portugal, participaron Nuno Álvares Pereira de Melo, Vasco Luís da Gama, Joao da Silva, Antonio Luis de Meneses, Henrique de Sousa Tavares da Silva y Pedro Vieira da Silva. Ambos países aceptaron la presencia e intermediación de Edward Montagu, Iº conde de Sandwich, en nombre del rey Carlos II de Inglaterra.
Grabado representando a Gaspar de Haro y Guzmán, marqués del Carpio
Los principales puntos del Tratado de Lisboa eran:
Cese en las hostilidades y compromiso de paz perpetua.
Restitución mutua de las plazas tomadas durante la guerra, devueltas al estado en que se encontraran antes de ésta; con dos excepciones, Ceuta quedaría bajo dominio hispano y Olivenza sería portuguesa.
Libertad de circulación y de comercio para los súbditos de ambos países en el país vecino.
Amnistía para los prisioneros tomados por ambos bandos durante la guerra.
Restitución a sus dueños originales de las propiedades tomadas durante la guerra.
Portugal sería libre de formar alianzas con quien quisiera.
Antonio Luis de Meneses, marqués de Marialva, uno de los plenipotenciarios
El acuerdo fue ratificado por España el 23 de febrero de 1668 y por Portugal el 3 de marzo del mismo año.
Con la firma del tratado de Lisboa de 1668 España reconocía oficialmente la independencia de Portugal, poniendo fin a la unión personal que ambos países habían mantenido entre 1580 y 1640, y a la situación de indefinición que se había producido entre 1640 y 1668 (en el periodo de la Guerra de Separación), en el que España consideraba a Portugal parte del Imperio español, mientras Portugal ya tenía su propio rey.
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