SERVUS HISPANIARUM REGIS



viernes, 6 de septiembre de 2013

EL PRIMER SITIO DE GIBRALTAR (1704-1705)

Andas revueltas las aguas en el Estrecho. Aguas en torno a Gibraltar que, todo hay que decirlo, son incuestionablemente españolas. Esperemos que esta evocación histórica no les resulte a los amables lectores tan pesada como los bloques de hormigón que turban el sueño de nuestros esforzados compatriotas pescadores de la bahía de Gibraltar.
Por ello "Salón del Trono" va a recordar, en sucesivas entregas, las tres ocasiones en las que, durante el siglo XVIII, nuestras armas trataron de recuperar la Roca de manos de los británicos.

Portada del tantas veces invocado Tratado de Utrecht de 1713

Tras la toma de la ciudad de Gibraltar el 6 de agosto de 1704 por las fuerzas enemigas, Su Majestad el Rey Felipe V ordenó al marqués de Villadarias, Capitán general de Andalucía, la empresa de poner sitio a la plaza y recobrarla. De este modo, el 5 de diciembre de 1707 llegaron al Campo de Gibraltar las tropas españolas compuestas por unos nueve mil efectivos, principalmente los correspondientes a los ejércitos de Andalucía y Extremadura y tres mil soldados franceses al mando del general Canave, que también debía mandar sobre doce navíos y veinte piezas de artillería.
El Príncipe de Hesse-Darmstadt, que estaba al frente del gobierno de Gibraltar, mandó artillar la zona cercana al istmo así como crear diversos tipos de obstáculos para impedir el asalto a la ciudad. Se construyó una batería de veinte piezas en la falda norte del peñón y se fortificó la Torre del Diablo. A las puertas de la ciudad y en las zonas arenosas del istmo se construyó una laguna, unida a la Bahía de Algeciras por una esclusa y un profundo foso. Los efectivos militares presentes en Gibraltar eran apenas tres mil hombres que habían quedado tras la toma de la ciudad.
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El Príncipe de Hesse-Darmstadt dirigió la defensa inglesa del Peñón en 1704-1705
Durante los primeros días de asedio las fuerzas españolas se centraron en despejar la zona del istmo derruyendo un viejo molino y construyendo las primeras líneas de ataque. El jefe de ingenieros, Elizagaray, supervisó la construcción de una batería de cuatro morteros que debía hostigar las defensas norte de la ciudad.
Los sitiados por su parte mandaron anclar una galeota en el muelle norte de la ciudad desde la cual podía abrirse fuego a las fuerzas españolas. Tras varios días de acción el oficial de marina Cabaret mandó atacar el barco durante la noche con algunas lanchas, incendiándolo.
Los sitiados pidieron ayuda a la escuadra de Sir John Leake que se encontraba por aquel entonces en las proximidades de Lisboa. La llegada de los dieciocho barcos del británico coincidió con un intento de los sitiadores de trasladar tres mil hombres en barcas hasta el muelle sur de la ciudad. Este plan fue abortado a tiempo para impedir que los barcos británicos los acometieran en aguas de la bahía. No corrieron sin embargo la misma suerte dos fragatas y un bergantín franceses que se encontraban en la zona y que acabaron ardiendo tras la huida de su tripulación. Un cuarto barco, una fragata llamada L’Etoile hubo de combatir durante cuatro horas con la escuadra inglesa para finalmente ser capturada. Tras esta coyuntura las aguas de la Bahía de Algeciras fueron dominadas por la escuadra británica y la artillería española en tierra tuvo que dejar sus acciones hacia la ciudad para impedir que el cañoneo desde el mar acabara con ella.
Archivo: Defensas de gibraltar 1704.jpg
Plano de las defensas de Gibraltar en 1704
Autor: Falconaumanni
El 9 de octubre se acometió también un intento de ataque desde tierra por parte de unos quinientos hombres al mando del coronel Figueroa, guiados por el pastor local Simón Susarte, que pretendió tomar las alturas del peñón. La fuerza logró adentrase en Gibraltar y tomar sus alturas con la Torre del Hacho donde acabaron con sus vigías. El intento se saldó sin embargo con el aniquilamiento de la expedición mientras ésta esperaba una acción simultánea del Ejército del Istmo que nunca se produjo. Figueroa y Susarte consiguieron regresar al campamento español dejando tras de sí 200 prisioneros y cerca de 280 muertos.
Archivo: Susarte2.jpg
Planimetría del Peñón con la ruta de la expedición Figueroa-Susarte
Autor: Falconaumanni
A los pocos días se produjo un intento de desembarco británico en el istmo frustrado por la acción de las tropas de Don Luis Solís y el Marqués de Paterna.
Las trincheras españolas continuaban avanzando hacia la ciudad bajo el fuego gibraltareño. El mantenimiento de estas trincheras resultó tremendamente costoso por estos días debido al temporal de lluvia que arreció en la zona.
Los barcos británicos salieron de la ciudad camino de Lisboa pues se encontraban avisados de una inminente llegada de barcos franceses mandados por el barón de Pointy. Desde Lisboa y, ante la tardanza de los apoyos españoles, los británicos lograron mandar víveres a la ciudad por mar. Muchas de aquellas barcazas fueron capturadas a la altura de Cádiz pero otras lograron llegar a su destino y atenuar las penurias que ya por aquel entonces estaban pasando los sitiados.
El 6 de febrero de 1705 el ejército sitiador logra hacer brecha en las murallas norte de la ciudad y, a pesar de la estrecha abertura dejada, insuficiente para un eficaz asalto, al amanecer del día siguiente se manda atacar la ciudad por ese punto a dieciocho compañías. El fuego británico desde las faldas del monte castigó a los sitiadores que se arrojaron contra el muro; la mitad de ellos pertenecían al cuerpo de granaderos. Este asalto debía ser apoyado desde la retaguardia por los franceses pero apenas llegaron los españoles a la brecha se retiraron los franceses por no poder resistir el fuego inglés. Indefensos, los granaderos españoles hubieron de hacer lo mismo dejando cerca de doscientos muertos entre sus filas a los pies de Gibraltar.
Entre tanto el día 8 de febrero de 1705 llegó al campo español un refuerzo de efectivos de cuatro mil hombres que debían sustituir a los sitiadores que habían caído presos de la enfermedad o del fuego británico. Desde Francia se envió también al mariscal de Tessé para reemplazar al mariscal de Berwick y hacerse cargo de las tropas. El marques de Villadarias tomó esta sustitución como un insulto personal y junto a otros generales españoles se retiró del campamento llevando sus quejas al rey de Francia. El mariscal de Tessé pretendía tomar la ciudad con ataques conjuntos desde tierra y mar, y para ello debía aún esperar la llegada del marques de Pointy y sus trece navíos, que tuvo lugar el 20 de febrero. Inmediatamente los barcos bombardearon la ciudad de Gibraltar para intentar un posterior desembarco desde el sur, en la zona próxima a Punta Europa. La acción sin embargo no pudo llevarse a cabo debido al temporal de viento y lluvia que en esos días azotaron la zona, aunque sí se pudo sin embargo capturar tres barcos de transporte ingleses antes de que llegasen a atracar en el puerto. 
Archivo: Gibraltar vista aérea mirando northwest.jpg
Vista aérea de Gibraltar
Autor: Steve
Ante la llegada de los barcos franceses desde Gibraltar se pide en regreso del almirante Leake que zarpa de Lisboa el día 6 de marzo. Su flota se había reforzado hasta alcanzar un total de cuarenta barcos, entre ellos cuatro holandeses y ocho portugueses. La llegada de Leake sembró el temor entre la escuadra francesa de la Bahía que rápidamente se apresuró a salir hacia el mediterráneo. Los primeros barcos en pasar por Punta Europa fueron atacados por las baterías de la zona. En esos momentos la escuadra inglesa se encontraba ya en las proximidades de Punta Carnero y emprendió la persecución de los buques franceses capturando los buques ArrogantArdent y Marquis. Ante el hostigamiento británico el almirante Pointy manda quemar los buques Magnanime y Lis tras haber desembarcado sus tropas en Marbella.
Ante tal catástrofe el mariscal de Tessé envió una carta al rey de Francia informándole que debía retirarse del campo y levantar el sitio de Gibraltar. Así lo hizo dejando en la zona tropas que mantuviesen las posiciones españolas. Durante los ocho meses que duró el sitio cayeron en las proximidades de Gibraltar unos diez mil hombres de los ejércitos hispano-franceses.

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