La Revolución de 1848 había llegado tardíamente a los Estados Pontificios pero, finalmente, en febrero de 1849, los revolucionarios liberales, nacionalistas y republicanos se hicieron con la Ciudad Eterna. El Papa Pío IX había abandonado la Urbe disfrazado de simple sacerdote dos meses antes y permanecía refugiado en la plaza napolitana de Gaeta, mientras los revolucionarios proclamaban la República Romana.
Pío IX solicitó socorro a las potencias católicas de Europa, que no dudaron en acudir a la llamada del Santo Padre. Francia, España, Austria y Nápoles organizaron fuerzas militares para auxiliar al Papa y lograr su vuelta a Roma.
El 25 de abril de 1849, de ocho a diez mil soldados franceses bajo mando del General Charles Oudinot desembarcaron en Civitavecchia, mientras España enviaba cuatro mil hombres bajo el mando del General Fernández de Córdova a Gaeta, donde el Papa había encontrado refugio.
En un primer momento los franceses pensaron que no iban a encontrar resistencia armada pero Garibaldi organizó la defensa y logró mantener sobre las armas a voluntarios decididos y disciplinados. De esta forma la intentona francesa sobre Roma quedó detenida y, tras reorganizarse, los franceses iniciaron un sitio de la Ciudad Eterna en toda regla que comenzó el 1 de junio de 1849. A pesar de la resistencia republicana en los combates del Monte Gianícolo, el 29 de junio la batalla estaba ganada por los franceses.
Se declaró una tregua entre los días 1 y 2 de julio, fecha ésta última en la que Garibaldi se retiró de Roma. En su fuga en dirección a Venecia, le acompañaron 3.900 soldados (800 de ellos a caballo) y fue perseguido por tres ejércitos (franceses, españoles y napolitanos) con 40.000 soldados. Al norte les esperaba el ejército austriaco con quince mil soldados.
Las tropas francesas entraron en Roma el 3 de julio de 1849 declarando abolida la República Romana y procediendo a restablecer el poder del Papa. Sin embargo Pío IX no regresó a la Ciudad Eterna hasta abril de 1850.
Es entonces cuando decide la creación de una recompensa para las fuerzas militares que han participado en la campaña para la restauración de su poder: la Medalla de la Restauración del Solio Pontificio.
La medalla, de bronce, presenta en su anverso las armas pontificias rodeadas de una corona de laurel cerrada y con la inscripción latina: SEDE APOSTOLICA ROMANA. En el reverso se muestra la inscripción también latina que dice: PIUS IX PONT. MAX. ROMAE RESTITUTUS CATHOLICIS ARMIS COLLATIS AN. MDCCCXLIX (Pío IX Sumo Pontífice restituido a Roma por los Ejércitos Católicos Aliados. Año 1849)
Pío IX fue generoso en su concesión y su uso se extendió entre las fuerzas expedicionarias españolas, austriacas y napolitanas. En el caso de las tropas francesas, protagonistas del asedio de la Ciudad Eterna, se le añadió un pasador de plata con el nombre Roma grabado.
La cinta luce los colores pontificios con una franja amarilla ancha central y dos estrechas blancas laterales.
Como complemento a esta entrada de hoy les propongo seguir el siguiente enlace y disfrutar de una bella colección de imágenes del Santo Padre Benedicto XVI y de la Guardia Suiza, todo ello a los sones del Himno Pontificio compuesto por Charles Gounod.
http://www.youtube.com/watch?v=_THr1gkOZCA&feature=related
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