S.M. la Reina doña Isabel II
Corría el año 1865, y en España, dada la grave crisis económica de carácter endémico que atravesaba la hacienda pública, el gobierno decidió hacer frente a la misma mediante la enajenación parcial de los bienes del Patrimonio Real, aplicando una parte (el 75 %) como ingresos públicos, y el resto entregándolo a la reina Isabel II. Este proyecto de ley provocó la iras del Partido Demócrata y del Partido Progresista.
Emilio Castelar publicó el día 21 de febrero de 1865 un artículo en el periódico "La Democracia" titulado ¿De quién es el Patrimonio Real? y, al día siguiente, otro artículo titulado El Rasgo. En ambos se mostraba contrario a que una parte del dinero de la enajenación de los bienes fuera a parar a las manos privadas de la Reina, considerando que el Patrimonio Real era Patrimonio Nacional.
La decisión Isabel II de ceder el 75 % del patrimonio real al patrimonio nacional, para que fuera vendido y así hacer frente al déficit del Estado, y de conservar para sí el 25 %, fue presentada en las Cortes por el presidente del gobierno y líder del Partido Moderado, el general Narváez como un gesto «tan grande, tan extraordinario, tan sublime» que fue muy aplaudido por la mayoría de los diputados que calificaron a Isabel II de «émula de Isabel la Católica» y por la prensa dinástica que también se deshizo en elogios. Emilio Castelar, por el contrario, opinaba que no existía tal gesto –"el rasgo" como lo calificó irónicamente– porque lo que había hecho la reina en realidad había sido apropiarse del 25 % de un patrimonio que era del país. Así pues el supuesto "rasgo" era en realidad un engaño para enjugar las numerosas deudas de la Soberana.
El artículo fue censurado, pero sin embargo fue repartido por Madrid en forma de pasquines y octavillas. A pesar de todo, el 3 de marzo se presentó el proyecto de ley en el Congreso de los Diputados. Las críticas se acentuaron y, en aplicación de la circular gubernamental de 1864, el Ministro de Fomento, Alcalá Galiano, exigió al rector de la Universidad Central, Juan Manuel Montalbán, el cese inmediato de Emilio Castelar, contra quien el 8 de marzo se dictaba auto de prisión. A la negativa del rector, el ministro publicó en la La Gaceta de Madrid el cese de Montalbán el día 7 de abril, al tiempo que Castelar era desposeído de su Cátedra de Historia en la Universidad Central de Madrid.
En previsión de incidentes, el ministro de la Gobernación, Luis González Bravo, declaró el estado de guerra.
Las medidas provocaron una reacción inmediata de solidaridad con Castelar y Montalbán por parte del profesorado y de los alumnos, dimitiendo de sus puestos, entre otros, los catedráticos Nicolás Salmerón y Miguel Morayta. Con anterioridad, el 4 de abril, a través del diario "La Iberia" se había sabido que se iban a tomar medidas represivas y se anunciaba para el día del cese una "serenata" de apoyo de los alumnos al destituido Montalbán.
El ministro de la Gobernación, lejos de contemporizar y ante la posibilidad de que se celebrase la anunciada serenata, además de la proclamación del estado de guerra dictó un decreto que permitía al Gobierno la suspensión de los derechos constitucionales, la deportación interna de personas no afines y la censura de prensa. La Guardia Civil disolvió a los asistentes y cerró el centro de Madrid los dos días siguientes.
El 10 de abril, lunes, un nuevo Rector tomaba posesión de su cargo y juraba fidelidad a la Reina. Esto provocó protestas entre los estudiantes y movilizó al Partido Progresista en los barrios periféricos de la capital. Por la tarde, estudiantes, obreros y representantes del Partido Demócrata y del Progresista acudieron a la Puerta del Sol desde distintos puntos con la intención de ofrecer una nueva serenata. Al llegar cerca de Sol, el Ministro González Bravo ordenó a la Guardia Civil cargar contra los manifestantes. En la zona se encontraba también una unidad de Infantería y otra de Caballería que habían sido movilizadas en la mañana para la ocasión. En total unos mil hombres armados.
Las fuerzas del orden emprendieron diversas cargas, con disparos y bayoneta calada. Los manifestantes se dispersaron por las calles adyacentes y trataron de colocar barricadas sin conseguirlo ante la actuación de la Caballería. Durante las sucesivas oleadas murieron catorce personas y ciento noventa y tres fueron heridas de diversa consideración.
Incidentes de la Noche de San Daniel en la Puerta del Sol
La mayoría de los muertos y heridos fueron transeúntes que no participaban en la algarada estudiantil, incluyendo ancianos, mujeres y niños. En cambio la guardia civil sólo tuvo un herido, un centinela a caballo que recibió una pedrada -por lo que el ministro de la Gobernación Luis González Bravo faltó a la verdad cuando aseguró ante las Cortes que se había «derramado la sangre de nuestros soldados»-.
José María Diego de León, conde de Belascoain. Ocupaba el cargo de alcalde de Madrid durante los sucesos.
Esa misma noche en el Senado, González Bravo expuso las medidas tomadas contra los manifestantes y se expulsó a la prensa de la sesión, cursándose la orden inmediata de censurar lo que al día siguiente habrían de publicar los periódicos. Varios de ellos salieron en esas jornadas con las portadas en blanco. El día 11 de abril, Narváez había convocado Consejo de Ministros extraordinario en el que Alcalá Galiano y González Bravo se enfrentaron por la dureza de la represión, sufriendo aquél una angina de pecho y muriendo poco después. Al mismo tiempo, varios diarios como Las Novedades, La Iberia, La Democracia, El Pueblo, La Soberanía Nacional y La Nación; publicaron un editorial conjunto en el que llamaban a la calma de los liberales y progresistas para no entrar al trapo de la provocación gubernamental. Igual ocurriría los días 12, 14 y 19 de abril.
La reacciones políticas se produjeron en los días posteriores en el Senado, pero muy atenuadas debido al temor de ser perseguidos que en ese momento tenían todos aquellos que se opusieran al gobierno Narváez.
Salustiano Olózaga, Cánovas del Castillo, Poisada Herrera y Ríos Rosas, fueron los más críticos con González Bravo, llegando a retarse en un duelo que terminó sin consecuencias Ríos Rosas y Bravo.
Escena de los incidentes de la Noche de San Daniel
Las consecuencias políticas de la "Noche de San Daniel" acabaron con el gobierno Narváez.
Ríos Rosas conmocionó al Congreso de Diputados cuando afirmó: «esa sangre pesa sobre vuestras cabezas»-. Esta situación convenció a la Reina de que debía destituir a Narváez, aunque aún esperó dos meses hasta que el 21 de junio de 1865 volvió a llamar a O'Donnell.
Isabel II no hizo caso a su madre María Cristina, que le aconsejó que llamara a los progresistas para que se integraran en la Monarquía y dejaran de conspirar contra ella, y ello a pesar de que O'Donnell le expresó a la Reina su deseo de retirarse de la política y marchar al extranjero.
Personas tan dispares ideológicamente como Salmerón, Castelar, Cánovas u Olózaga, mostraban sin pudor la repulsa por la política gubernamental y, de una u otra manera, anunciaban el fin del reinado de Isabel II. contra quien los estudiantes y el pueblo de Madrid mostraban ya su ira.
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Celebrando de forma oficial el gesto para unos, rasgo para otros, de la reina Isabel II, fue acuñada una medalla conmemorativa bajo la denominación: "Medalla en agradecimiento a S.M. la Reina doña Isabel II, por la cesión del patrimonio real a las arcas públicas"
Se trataba de una pieza circular de bronce en cuyo anverso se muestra la efigie de la reina Isabel II coronada, recogido y trenzas. le acompaña la inscripción: "REINA DE LAS ESPAÑAS".
Anverso de la Medalla
Foto: www.todocoleccion.net
El reverso contiene una inscripción rodeada por una corona de laurel cerrada que dice: "ISABEL II. EL DÍA 18 DE FEBRERO DE 1865, CEDIÓ EL PATRIMONIO REAL, PARA ALIVIO DE LAS CARGAS PUBLICAS SIRVA ESTE BRONCE, PARA ALIVIO DE LAS CARGAS PUBLICAS, SIRVA ESTE BRONCE, PARA PERPETUAR LA MEMORIA, DE ACCIÓN TAN MAGNÁNIMA".
Reverso de la Medalla
Foto: www.todocoleccion.net
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