LEOPOLDO II Y LAS ÓRDENES DE: LA ESTRELLA DE ÁFRICA, REAL ORDEN DEL LEÓN, DE LA CORONA Y DE LEOPOLDO II
Leopoldo II (Louis Philippe Marie Victor), nació en Bruselas el 9 de abril de 1835, hijo del Rey Leopoldo I y de Luisa Maria de Orleans.
Ingresó en el Ejército belga siendo muy joven y realizó numerosos viajes por todo el mundo, lo que marcaría su futura política expansionista. Obsesionado con el fortalecimiento del papel internacional de Bélgica, se casó por conveniencia con María Enriqueta de Austria en 1853, quien, tras proporcionar descendencia a su esposo, fue ignorada y casi repudiada de facto por éste, refugiándose en la ciudad de Spa, de la que ya no saldría jamás.
En política exterior, se mantuvo neutral durante la Guerra Franco-Prusiana de 1870.
Interesado en intervenir en la colonización europea del continente africano, y para perfeccionar sus conocimientos sobre la mejor explotación de las tierras colonizadas, Leopoldo II viajó a España y pasó una semana en Sevilla estudiando los registros españoles sobre el comercio con sus antiguas colonias en el Archivo de Indias.
En 1876, Leopoldo convocó y presidió la Conferencia Geográfica de Bruselas que reunía a expertos, exploradores y científicos de seis países europeos. Pretendía establecer normas comunes filantrópicas para proteger el continente africano y sus habitantes de la explotación comercial indiscriminada, dado que con las últimas exploraciones se acababa de abrir África entera a la penetración europea. Con este fin la Conferencia decidió crear un organismo permanente, la Asociación Internacional Africana, presidida por Leopoldo II, para promocionar la paz, la civilización, la educación y el progreso científico, y erradicar la trata de esclavos que era una práctica común a buena parte del continente.
Tres años más tarde, la A.I.A. financió la expedición al río Congo (1879-1884) dirigida por Stanley, quien fue encargado de conseguir "contratos" con los jefes indígenas, para que la A.I.A. explotase las regiones descubiertas, convirtiéndolas en "Estados libres", y se le hizo vislumbrar que podría llegar a ser el soberano de uno de ellos. Paralelamente, Bélgica creó la Asociación Internacional del Congo (A.I.C.), una asociación con fines claramente comerciales para explotar el marfil y el caucho, entre otros productos, de las regiones colonizadas.
A raíz de estas iniciativas, Leopoldo fue reconocido en la escena internacional como un benefactor filantrópico digno de admiración, como un hombre de negocios preocupado por temas humanitarios, y como el promotor de la política colonial de Bélgica, colocándola a la misma altura que la de Gran Bretaña, Francia o Alemania. Así, la Conferencia de Berlín (1884-1885) reconoció la creación del Estado Libre del Congo como un territorio perteneciente a Leopoldo II a título personal. El Estado de Bélgica abandonó toda responsabilidad sobre el territorio congoleño, como lo confirmará el artículo 62 de la Constitución belga votada en 1885. La explotación de los recursos de la región fue constituida en monopolio "estatal", y Leopoldo envió un ejército de 16.000 hombres para dominar la región y convertirla en un inmenso campo de trabajos forzados.
Gracias a la colonización del Congo, Leopoldo convirtió a Bélgica en una potencia imperialista y a él mismo en multimillonario. Con los préstamos concedidos a Leopoldo por el Estado belga, la A.I.C. creó una red ferroviara a lo largo del río Congo y de sus afluentes, y abrió carreteras.
Su política con los nativos consistió en brutales prácticas basadas en el más espantoso terror, contradiciendo los principios humanitarios que él mismo había defendido. Se calcula que durante los años de dominio de Leopoldo sobre el Congo fueron exterminados unos diez millones de nativos, la mayoría de ellos esclavizados, mutilados, asesinados o amenazados con la muerte para que trabajaran en la obtención de caucho.
En 1895, el misionero Henry Grattan Guinness fue avisado de los abusos sufridos por la población del Estado Libre del Congo e instaló allí una misión. Obtuvo promesas de mejora de Leopoldo II, pero nada cambió. En 1903, la Cámara de los Comunes británica adoptó una resolución crítica sobre la gestión del Congo, y encargó al diplomático Roger Casement que investigara los hechos. Su informe, conocido como el Informe Casement, se hizo público al año siguiente y tuvo un impacto considerable en la opinión pública. El gobierno británico envió copias a los 14 países firmantes de la Conferencia de Berlín, pidiendo que se revisara la concesión privada del Congo al rey de Bélgica.
Las consecuencias inmediatas de esos informes se limitaron al arresto de algunos soldados belgas acusados del asesinato de centenares de congoleños en 1903. El rey mantuvo su control sobre el Congo hasta 1908, fecha en la que el Parlamento belga, bajo la presión internacional, decidió anexionarlo y asumir su administración. Leopoldo II aceptó firmar el Tratado de cesión del Estado Independiente del Congo el 28 de noviembre de 1907. Esta cesión fue incluida en 1908 en el acta conocida como «Donación real», por la que Bélgica "heredaba" el Congo así como la gestión de las inmensas propiedades personales del Rey en Bélgica, preservando su disfrute por sus sucesores en el trono y prohibiendo su venta o alteración. Lo justificó afirmando que como sólo tenía hijas, todas casadas con príncipes extranjeros, no quería que su herencia fuera desmembrada después de su muerte. La Donación Real es desde 1930 un organismo público autónomo del Estado belga, que gestiona el patrimonio heredado de Leopoldo II. Parte de esos bienes están puestos a disposición exclusiva de la Casa Real Belga, asumiendo el Estado su gestión y conservación.
Como soberano del Estado Libre del Congo creó cuatro Órdenes que, a su muerte, pasarían a formar parte del patrimonio premial de la Casa Real de Bélgica. La creación de estas recompensas se produjo, por orden cronológico, del siguiente modo: Orden de la Estrella de África (1888), Real Orden del León (1891),Orden de la Corona (1897) y Orden de Leopoldo II (1900).
Leopoldo II utilizó la inmensa fortuna amasada con la explotación del Congo para financiar un espectacular programa de obras públicas, ejemplos del cual son el Palacio de Justicia de Bruselas y el complejo palaciego de Laeken, actual residencia de la Familia Real Belga. Para celebrar el 50º aniversario de la independencia de Bélgica, mandó construir el Parque del Cincuentenario, dominado por el imponente Arco del Cincuentenario. Embelleció también la ciudad de Ostende, donde creó el hipódromo y el parque María Enriqueta.
Constituyó un patrimonio personal en las Ardenas, que contaba con 6.700 Ha. de bosques y fincas agrícolas, un campo de golf, y cuatro castillos.
En el aspecto militar, mandó fortificar las ciudades de Amberes, Namur y Lieja e instituyó el servicio militar obligatorio para un hijo por familia.
Bajo su reinado el Parlamento aprobó numerosas medidas sociales como el derecho a crear sindicatos, la prohibición a los niños menores de 12 años de trabajar en las fábricas, la prohibición del trabajo nocturno para los menores de 16 años y de los trabajos subterráneos para las mujeres de menos de 21 años. Se estableció el descanso dominical y una compensación en caso de accidente laboral.
El Rey intentó que la Constitución belga de 1885 instaurase el "Referendum Real", que le hubiese permitido convocar personalmente consultas populares sobre cuestiones de orden general o sobre leyes ya aprobadas por el Parlamento. En este último caso, el Referendum Real podría haberle suministrado un apoyo popular para negarse a firmar leyes que desaprobaba, lo que equivalía a disponer del derecho de veto. Ante la negativa del Parlamento a contemplar esta posibilidad, Leopoldo estuvo a punto de abdicar.
A la muerte de Leopoldo II, su sobrino Alberto, hijo de su hermano Felipe de Bélgica, le sucedió en el trono con el nombre de Alberto I.