Exterior de la Basílica de San Antonio en Padua
Foto: www.basilicadelsanto.it
La actual Basílica de San Antonio de Padua (Italia), es en gran parte el resultado al que se ha llegado a través de tres reconstrucciones, que se sucedieron en el arco de unos setenta años: 1238-1310.
En los tiempos de San Antonio aquí se encontraba la pequeña iglesia de Santa María Mater Domini, más tarde englobada en la Basílica como Capilla de la Virgen Mora.Junto a ella, en 1229, surgió el convento de los frailes fundado probablemente por el mismo San Antonio.
En los tiempos de San Antonio aquí se encontraba la pequeña iglesia de Santa María Mater Domini, más tarde englobada en la Basílica como Capilla de la Virgen Mora.Junto a ella, en 1229, surgió el convento de los frailes fundado probablemente por el mismo San Antonio.
Muerto en 1231 en la Arcella, al norte de la ciudad, donde había un monasterio de clarisas, su cuerpo -según sus deseos- fue transportado y enterrado en la pequeña iglesia de Santa María Mater Domini.
El primer núcleo de la Basílica, una iglesia franciscana de una sola nave con ábside corto, fue iniciado en 1238; posteriormente se añadieron las dos naves laterales y al final se transformó todo en la espléndida construcción que hoy admiramos.
El primer núcleo de la Basílica, una iglesia franciscana de una sola nave con ábside corto, fue iniciado en 1238; posteriormente se añadieron las dos naves laterales y al final se transformó todo en la espléndida construcción que hoy admiramos.
Si vamos al inicio de la nave central, se notará en seguida como la arquitectura, aun siendo gótica en la parte exterior, es claramente diferente en dos partes: la de las naves (donde estamos) y la del ábside, más allá del crucero. No sólo porque esta última esta completamente pintada al fresco, sino sobre todo por la diferente tipología de gótico.
El área de las naves es muy espaciosa, modulado a ambos lados por dos tranquilas y solemnes naves. Sobre ellas, tanto a la izquierda como a la derecha, corre una galería, que acompaña a la nave central, para después encerrar todo el crucero.
Más que los restos de decoraciones y pinturas, impresionan los numerosos monumentos fúnebres, que revisten pilares y otros espacios y que se remontan sobre todo a los siglos XV-XVII. Hoy, a nosotros nos gustan más las iglesias libres de estos restos del pasado.No hay que ignorar el valor artístico de algunos monumentos y el hecho de que éstos constituyan una interesante representación de la vida civil y cultural de la ciudad y de la región. La presencia de estos monumentos fúnebres no interesa a la mayor parte de los visitantes.
Más que los restos de decoraciones y pinturas, impresionan los numerosos monumentos fúnebres, que revisten pilares y otros espacios y que se remontan sobre todo a los siglos XV-XVII. Hoy, a nosotros nos gustan más las iglesias libres de estos restos del pasado.No hay que ignorar el valor artístico de algunos monumentos y el hecho de que éstos constituyan una interesante representación de la vida civil y cultural de la ciudad y de la región. La presencia de estos monumentos fúnebres no interesa a la mayor parte de los visitantes.
Claustro catedralicio y cúpulas de la la Basílica
Foto: www.basilicadelsanto.it
Antes de dejar la nave central, obsérvese en la contrafachada el gran fresco de Pietro Annigoni, acabado en 1985, que representa a San Antonio que predica desde el nogal. El hecho tuvo lugar en Camposampiero (Padua), donde el Santo, justo antes de morir, transcurrió un breve periodo de descanso y de recogimiento (de la segunda mitad de mayo al 13 de junio de 1231).
A la gente (sencilla o enferma, indiferente o curiosa; gracioso el contrapunto de los tres niños) y a sus frailes (a los pies de la escalera está el beato Lucas Belludi, sucesor de San Antonio) el Santo les indica el Evangelio como fuente de luz y de vida.
Antes de dejar la nave central, obsérvese en la contrafachada el gran fresco de Pietro Annigoni, acabado en 1985, que representa a San Antonio que predica desde el nogal. El hecho tuvo lugar en Camposampiero (Padua), donde el Santo, justo antes de morir, transcurrió un breve periodo de descanso y de recogimiento (de la segunda mitad de mayo al 13 de junio de 1231).
A la gente (sencilla o enferma, indiferente o curiosa; gracioso el contrapunto de los tres niños) y a sus frailes (a los pies de la escalera está el beato Lucas Belludi, sucesor de San Antonio) el Santo les indica el Evangelio como fuente de luz y de vida.
Esta capilla, iniciada en 1691, obra barroca de Parodi, alumno de Bernini, ha encontrado un espacio justo en la Basílica, sin contradecir la coherencia gótica.
La arquitectura se transforma delante de nosotros en un triunfo, que empieza en la balaustrada con sus seis estatuas de mármol, de Parodi.
Más allá de la balaustrada, el paisaje consiente a los visitantes admirar el 'tesoro' de la Basílica, que da el nombre a la capilla y que está recogido en tres nichos separados por pilares acoplados y sostenidos por parejas de ángeles.
Altar Mayor
Foto: www.basilicadelsanto.it
Recuerdos del Santo (delante de la balaustrada). Antes de subir hacia los nichos, detengámonos a observar algunos recuerdos de San Antonio, que en 1981 fueron puestos en el área y en las paredes que están delante de la balaustrada.
En enero de 1981, con ocasión de los 750 años de la muerte del Santo, intentando precisar el estado de los restos mortales de San Antonio, nominadas con tal fin una "comisión religiosa pontificia" y una "comisión técnico-científica", se abrió la tumba de San Antonio, por segunda vez en la historia. Se encontró una gran caja de madera de abeto, recubierta por cuatro telas de lino y, sobre ellas, dos mantos dorados refinadamente bordados. En el interior de la gran caja, se encontró una segunda caja más pequeña (también de madera de abeto) con dos compartimientos desiguales y con la tapa cerrada por una cuerda con tres sellos; en el interior tres envoltorios de seda roja-carmesí cuisadosamente bordados (obtenidos probablemente de una capa pluvial) y con ricos bordados aplicados, cada uno marcado por un escrito en pergamino cosido indicando el contenido, es decir:
- todo el esqueleto, excepto el mentón, el antebrazo izquierdo y alguna otra parte menor;
- los otros restos, en gran parte en estado de polvo;
- la túnica, en tejido de lana de color ceniza.
- en el exterior de la gran caja en el nicho que la contenía se encontró:
- una lápida con las fechas de la muerte del Santo, de su canonización y del traslado de sus restos de la pequeña iglesia de Santa María Mater Domini a la nueva Basílica (8 de abril de 1263)
- bastantes aros (10 blancos y 50 negros) de un collar o una corona.
Para comprender un poco todo esto, tenemos que remontarnos a 1263. Acabada la segunda fase de construcción de la Basílica, con ocasión del 'capítulo general' que reunía en Padua a los franciscanos, y siendo ministro general de la Orden San Buenaventura, se trasladó la tumba del Santo de la pequeña iglesia de Santa María Mater Domini al centro de la Basílica, bajo la actual cúpula cónica (delante del presbiterio).
En aquella ocasión se abrió por primera vez el ataúd que contenía los restos del Santo, sobre todo para extraer algunas reliquias que ofrecer a la devoción de los fieles también en otras iglesias.
Grande fue la sorpresa al ver todavía incorrupta su lengua. Fue entonces que San Buenaventura, con el corazón lleno de admiración, rezó en voz alta:
¡Oh lengua bendita, que siempre bendijiste al Señor, e indujiste a los demás a bendecirlo; ahora vemos con claridad cuántos méritos adquiriste ante Dios!
Se decidió entonces conservar la lengua del Santo, el mentón, el antebrazo izquierdo y alguna otra reliquia menor. Todo lo demás se puso en los tres envoltorios de seda roja-carmesí, de los que ya hemos hablado, y se colocó en una pequeña caja y ésta, a su vez, en la caja más grande.
El reconocimiento, efectuado en 1981,ofreció la oportunidad de realizar las investigaciones adecuadas de carácter histórico, técnico y artístico, antropológico y médico, sobre todo el material que se encontró. El esqueleto del Santo fue después recompuesto sobre una colchoneta y puesto en una caja de cristal. En ella fueron colocadas dos pequeñas urnas en cristal con los otros restos. La caja de cristal fue posteriormente encerrada en un ataúd de roble y puesta de nuevo en la tumba.
Se han dejado expuestos en esta Capilla del Tesoro:
la túnica del Santo, las dos cajas de madera, la cuerda de los dos sellos, las tres telas de seda roja-carmesí recompuestas en capa pluvial, las dos grandes telas doradas, la lápida, las monedas y los aros. Todo cosas que se pueden observar con devoción.
Subiendo por la izquierda se encuentran los tres nichos que encierran algunas reliquias de San Antonio y de otros santos, pero sobre todo un gran número de donaciones ofrecidas como reconocimiento o devoción por ilustres peregrinos del pasado al Santo de Padua. Pero lo que tiene que centrar la atención son las más prestigiosas reliquias de San Antonio, que se encuentran en el nicho central. La lengua del Santo(en el centro). No hay que esperar ver una lengua de color rojo vivo. Pero lo que se ve constituye igualmente un hecho inexplicable, ya que se trata de una parte anatómica muy frágil y una de las primeras que se desintegra después de la muerte. Ahora han pasado más de 770 años de la muerte del Santo y su lengua constituye un milagro perenne, único en la historia y lleno de significado religioso, como sello de la obra de evangelización de la sociedad por obra del Santo.
Digno de acoger una reliquia de tanto valor es el finísimo y delicado relicario, obra maestra de armonía y de gracia, en plata dorada, obra de Giuliano da Firenze (1434-36). La reliquia del mentón (arriba). Más exactamente se trata de la mandíbula, colocada en un relicario concebido como un busto, con aureola y cristal en lugar del rostro. Fue encargado en 1349 por el cardenal Guy de Boulogne-sur-Mer, que obtuvo un milagro del Santo. Él mismo lo llevó a Padua al año siguiente, y de forma solemne colocó el mentón en este relicario (en plata dorada). Los cartílagos de la laringe (abajo). Éstos, todavía conservados, que son los instrumentos de la fonación, o sea de la palabra, en seguida llamaron la atención, a pesar de no constituir un hecho inexplicable como la lengua, en el reciente reconocimiento de 1981. Se pensó entonces colocarlos a la vista junto a la lengua del Santo. El relicario es obra del artista de Treviso Carlo Balljana.
Plaza de la Basílica, con el edificio religioso y la célebre escultura ecuestre del Condottiero Gattamelata, obra de Donatello
Foto: www.basilicadelsanto.it
La tumba del Santo fue llamada desde el principio 'Arca'. En esta capilla, debajo de la mesa del altar y a una altura de hombre, se encuentra la tumba del Santo, colocada ahí después de haber estado de 1231 a 1263 en la pequeña iglesia de Santa María Mater Domini (hoy Capilla de la Virgen Mora) y desde 1263 a 1310 en el centro de la Basílica, delante del presbiterio, debajo de la actual cúpula cónica; es incierta, en cambio, la colocación de la tumba de 1310 a 1350 (que puede haber sido incluso la actual). Desde 1350 ha estado siempre en esta capilla.
Hasta principios del siglo XVI el estilo con el que estaba decorado la capilla era el gótico, pintada al fresco por Stefano da Ferrara, el mismo autor de la Virgen del Pilar.
La decoración actual, del siglo XVI, muy unitaria del punto de vista arquitectónico y escultórico, parece que debe atribuirse a Tullio Lombardo.
El altar es más bien sobresaliente, pero el artista Tiziano Aspetti (que lo realizó hacia finales del siglo XVI) estaba condicionado por la altitud difícil de modificar de la tumba, seguramente precedente. Las estatuas del altar (San Antonio entre San Buenaventura y San Ludovico de Anjou) son del mismo artista, mientras que otros artistas realizaron los ángeles que llevan los cirios y los dos pequeños candelabros.
En aquella ocasión se abrió por primera vez el ataúd que contenía los restos del Santo, sobre todo para extraer algunas reliquias que ofrecer a la devoción de los fieles también en otras iglesias.
Grande fue la sorpresa al ver todavía incorrupta su lengua. Fue entonces que San Buenaventura, con el corazón lleno de admiración, rezó en voz alta:
¡Oh lengua bendita, que siempre bendijiste al Señor, e indujiste a los demás a bendecirlo; ahora vemos con claridad cuántos méritos adquiriste ante Dios!
Se decidió entonces conservar la lengua del Santo, el mentón, el antebrazo izquierdo y alguna otra reliquia menor. Todo lo demás se puso en los tres envoltorios de seda roja-carmesí, de los que ya hemos hablado, y se colocó en una pequeña caja y ésta, a su vez, en la caja más grande.
El reconocimiento, efectuado en 1981,ofreció la oportunidad de realizar las investigaciones adecuadas de carácter histórico, técnico y artístico, antropológico y médico, sobre todo el material que se encontró. El esqueleto del Santo fue después recompuesto sobre una colchoneta y puesto en una caja de cristal. En ella fueron colocadas dos pequeñas urnas en cristal con los otros restos. La caja de cristal fue posteriormente encerrada en un ataúd de roble y puesta de nuevo en la tumba.
Se han dejado expuestos en esta Capilla del Tesoro:
la túnica del Santo, las dos cajas de madera, la cuerda de los dos sellos, las tres telas de seda roja-carmesí recompuestas en capa pluvial, las dos grandes telas doradas, la lápida, las monedas y los aros. Todo cosas que se pueden observar con devoción.
Subiendo por la izquierda se encuentran los tres nichos que encierran algunas reliquias de San Antonio y de otros santos, pero sobre todo un gran número de donaciones ofrecidas como reconocimiento o devoción por ilustres peregrinos del pasado al Santo de Padua. Pero lo que tiene que centrar la atención son las más prestigiosas reliquias de San Antonio, que se encuentran en el nicho central. La lengua del Santo(en el centro). No hay que esperar ver una lengua de color rojo vivo. Pero lo que se ve constituye igualmente un hecho inexplicable, ya que se trata de una parte anatómica muy frágil y una de las primeras que se desintegra después de la muerte. Ahora han pasado más de 770 años de la muerte del Santo y su lengua constituye un milagro perenne, único en la historia y lleno de significado religioso, como sello de la obra de evangelización de la sociedad por obra del Santo.
Digno de acoger una reliquia de tanto valor es el finísimo y delicado relicario, obra maestra de armonía y de gracia, en plata dorada, obra de Giuliano da Firenze (1434-36). La reliquia del mentón (arriba). Más exactamente se trata de la mandíbula, colocada en un relicario concebido como un busto, con aureola y cristal en lugar del rostro. Fue encargado en 1349 por el cardenal Guy de Boulogne-sur-Mer, que obtuvo un milagro del Santo. Él mismo lo llevó a Padua al año siguiente, y de forma solemne colocó el mentón en este relicario (en plata dorada). Los cartílagos de la laringe (abajo). Éstos, todavía conservados, que son los instrumentos de la fonación, o sea de la palabra, en seguida llamaron la atención, a pesar de no constituir un hecho inexplicable como la lengua, en el reciente reconocimiento de 1981. Se pensó entonces colocarlos a la vista junto a la lengua del Santo. El relicario es obra del artista de Treviso Carlo Balljana.
Plaza de la Basílica, con el edificio religioso y la célebre escultura ecuestre del Condottiero Gattamelata, obra de Donatello
Foto: www.basilicadelsanto.it
La tumba del Santo fue llamada desde el principio 'Arca'. En esta capilla, debajo de la mesa del altar y a una altura de hombre, se encuentra la tumba del Santo, colocada ahí después de haber estado de 1231 a 1263 en la pequeña iglesia de Santa María Mater Domini (hoy Capilla de la Virgen Mora) y desde 1263 a 1310 en el centro de la Basílica, delante del presbiterio, debajo de la actual cúpula cónica; es incierta, en cambio, la colocación de la tumba de 1310 a 1350 (que puede haber sido incluso la actual). Desde 1350 ha estado siempre en esta capilla.
Hasta principios del siglo XVI el estilo con el que estaba decorado la capilla era el gótico, pintada al fresco por Stefano da Ferrara, el mismo autor de la Virgen del Pilar.
La decoración actual, del siglo XVI, muy unitaria del punto de vista arquitectónico y escultórico, parece que debe atribuirse a Tullio Lombardo.
El altar es más bien sobresaliente, pero el artista Tiziano Aspetti (que lo realizó hacia finales del siglo XVI) estaba condicionado por la altitud difícil de modificar de la tumba, seguramente precedente. Las estatuas del altar (San Antonio entre San Buenaventura y San Ludovico de Anjou) son del mismo artista, mientras que otros artistas realizaron los ángeles que llevan los cirios y los dos pequeños candelabros.
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