Alejandro José de Battenberg (Alejandro I de Bulgaria) nació el 5 de abril de 1857.
Era el segundogénito del Príncipe Alejandro de Hesse en su matrimonio morganático con la Condesa Julia von Hauke. La condesa obtuvo el título de Princesa de Battenberg (derivado de la residencia de los archiduques de Hesse) y el tratamiento de Durchlaucht (Serena Alteza) en 1858. El Príncipe Alejandro era el sobrino del Zar Alejandro II de Rusia, que se había casado con una hermana del Príncipe Alejandro de Hesse; su madre, hija del Conde Mauricio von Hauke, había sido asistente de la Zarina de Rusia.
Durante su infancia y juventud Alejandro de Battenberg visitó con frecuencia San Petersburgo y acompañó a su tío, el zar, que se encontraba muy encariñado con él durante la Guerra entre Rusia y el Imperio otomano en 1877. Cuando, debido a las cláusulas del Tratado de Berlín de 1878, Bulgaria se convirtió en un principado autónomo dentro de la soberanía del Imperio Otomano, el zar recomendó a su sobrino como candidato al trono búlgaro y la Asamblea Nacional de Bulgaria unánimemente eligió al príncipe Alejandro como Príncipe (Knyaz) de Bulgaria el 29 de abril de 1879.
S.A.S. Alejandro I, Príncipe de Bulgaria
En aquella época se encontraba sirviendo en la guardia prusiana de Potsdam como teniente. Antes de dirigirse a Bulgaria, el nuevo Príncipe se reunió con el zar ruso en Livadia, y también visitó varias cortes europeas y la corte del sultán otomano. Un barco de guerra ruso lo llevó a Varna, y después de jurar la nueva constitución búlgara en Tarnovo el 8 de julio de 1879 se trasladó a Sofía. Durante el viaje el pueblo búlgaro lo recibió con inmenso entusiasmo.
El nuevo príncipe carecía de experiencia de gobierno, y pronto se encontró con diversos problemas. Por una parte los representantes oficiales de Rusia querían que se comportara como un rey vasallo del zar y por otra los políticos búlgaros, que deseaban mayor autonomía para Bulgaria en la política europea.
Después de tratar de gobernar bajo estas difíciles condiciones durante casi dos años, el Príncipe, con el consentimiento del zar Alejandro II de Rusia, asumió el poder absoluto el 9 de mayo de 1881, suspendiendo la constitución democrática durante un período de siete años. Sin embargo, su proyecto de gobierno resultó en un fracaso. El golpe de estado monárquico enfureció a los políticos liberales y radicales búlgaros, y el poder de facto se encontraba en manos de dos generales rusos: Leonid Sobolev y Aleksandr Kaulbars, enviados especialmente desde San Petersburgo.
Armas búlgaras para los Battenberg
El Príncipe Alejandro, después de tratar en vano obtener la fidelidad de los generales, restauró la constitución con el apoyo de todos los partidos políticos búlgaros el 18 de septiembre de 1883, provocando una seria ruptura con Rusia, lo que llevó al príncipe a fomentar las aspiraciones nacionales de los búlgaros para mantenerse en el poder.
La revolución de Plovdiv el 18 de septiembre de 1885, que concluyó con la unión del territorio de Rumelia Oriental con Bulgaria, tuvo lugar con el consentimiento de Alejandro, que asumió el gobierno de la nueva provincia búlgara, lo que provocó la reacción de Serbia, que también tenía aspiraciones territoriales en Rumelia. En 1886, el príncipe dio muestras de una considerable habilidad diplomática y militar. Dirigió personalmente al ejército búlgaro (privado de la dirección de los oficiales rusos, que había sido retirados por el gobierno de San Petersburgo como protesta) contra el vecino reino de Serbia, y después de la brillante victoria de Slivnitza el 19 de noviembre, persiguió a los ejércitos serbios (a su vez liderados por el rey Milan) hasta Pirot, donde capturó al monarca serbio el 27 de noviembre. Aunque la intervención del Imperio Austrohúngaro protegió a Serbia de las consecuencias de la derrota, la victoria del Príncipe Alejandro garantizó la anexión de Rumelia, y después de largas negociaciones con el sultán Abdul Hamid II, el 5 de abril de 1886 fue nombrado gobernador general de Rumelia durante cinco años.
Retrato oficial del Príncipe Alejandro I de Bulgaria
Sin embargo, el acuerdo con el Imperio Otomano le costó a Alejandro gran parte de su popularidad en Bulgaria, y el descontento se extendió entre los oficiales búlgaros, que se consideraban agraviados por la distribución de ganancias tras el final de la campaña. Pronto se configuró una conspiración militar apoyada desde Rusia y en la noche del 20 de agosto de 1886 los conspiradores arrestaron al príncipe en su palacio de Sofia y le forzaron a firmar su abdicación; entonces lo llevaron hasta Rakhovo, en el río Danubio y lo transportaron en su yate hasta Reni, donde lo entregaron a las autoridades rusas, que le permitieron exiliarse a Lemberg. Sin embargo, pronto regresó a Bulgaria como resultado de la contrarrevolución dirigida por Stefan Stambolov que derrocó al gobierno provisional creado por los conspiradores. Sin embargo, su posición se volvió insostenible, en parte debido a su ofensivo telegrama dirigido al zar Alejandro III de Rusia. La actitud del canciller de Alemania Otto von Bismarck, que, en acuerdo con los gobiernos de Rusia y Austria-Hungría le prohibieron castigar a los líderes de la conspiración militar, también debilitó la posición de Alejandro. Finalmente firmó un manifiesto renunciando al trono y abandonó Bulgaria el 8 de septiembre de 1886.
Alejandro se retiró a la vida privada. Unos pocos años después se casó con Johanna Loisinger, una actriz, y asumió el título de Conde Hartenau el 6 de febrero de 1889. De este matrimonio nacieron un hijo y una hija. Pasó la mayor parte del resto de su vida en Gratz, donde mantuvo una posición local en el ejército austriaco, y donde murió el 17 de noviembre de 1893. Sus restos fueron posteriormente trasladados a Sofia, donde recibieron un funeral público y fueron enterrados en el Mausoleo Battenberg, levantado en su memoria.
Fotografía de época que muestra el entierro de Alejandro I en Sofía
Según los testimonios de la época, el príncipe Alejandro de Battenberg poseía un carácter encantador y amable; era alto, digno y muy atractivo. Las autoridades reconocieron su capacidad como militar. Como gobernante cometió algunos errores, pero su juventud e inexperiencia, y sobre todo su posición, extremadamente difícil, fueron en su mayor parte responsables de los mismos. Tenía cierta habilidad diplomática y su intuición y percepción le permitieron en ocasiones superar a políticos mucho más astutos y capaces. Su principal defecto fue su falta de tenacidad y resolución, así como su tendencia a utilizar un lenguaje directo y mordaz que indudablemente le ganó numerosos enemigos.
El Mausoleo Battenberg en Sofía, donde reposan los restos de Alejandro I
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