SERVUS HISPANIARUM REGIS



domingo, 13 de noviembre de 2011

EL REAL ALCÁZAR DE SEGOVIA

Aprovechando la estancia en mi añorada Ciudad del Acueducto, dedico la entrada de este domingo al hermoso edificio que fue corte de varios reyes medievales castellanos y escenario de la boda entre Felipe II y Ana de Austria: El Alcázar de Segovia.

La situación del Alcázar de Segovia, sobre una roca labrada por los ríos Eresma y Clamores, indica el origen militar de esta fortaleza durante siglos inexpugnable.
El testimonio más antiguo de la existencia del Alcázar de Segovia es un documento de principios del siglo XII, fechado en 1122, poco después de la reconquista de la ciudad por Alfonso VI, que menciona la fortaleza como un castro sobre el Eresma. En una carta algo posterior (1155) ya se le da el nombre de Alcázar. No obstante, es muy probable que la fortificación existiese en tiempos más remotos, quizá desde la dominación romana, pues en recientes excavaciones se ha encontrado sillares de granito análogos a los del Acueducto. En la Edad Media, el Alcázar, tanto por la belleza de su situación y su indiscutible seguridad militar, como por la proximidad a famosos cazaderos en los bosques serranos, se convirtió en una de las residencias favoritas de los Reyes de Castilla.
No se han encontrado vestigios arquitectónicos notables de este Palacio Real anteriores a la época de Alfonso VIII "el de Las Navas", aproximadamente a finales del siglo XII y principios del siglo XIII. Sin embargo, lo cierto es que se consolida el proceso que de forma progresiva va convirtiendo la fortaleza en residencia cortesana. La reforma se hizo cuando se iniciaba la transición del románico al gótico, con la sobriedad elegante del estilo del Císter. Sin duda pertenece a este tiempo la gran grujía del lado norte, compuesta por una gran estancia, flanqueada en los extremos por gabinetes, al estilo oriental, llamada "sala del Palacio Mayor". Al mismo impulso constructivo, que constituye el núcleo del Alcázar, corresponde la gran torre del poniente, llamada "Del Homenaje", con su estancia cubierta de cañón apuntado, que sirvió de sala de armas, y sus ventanales germinados. A pesar del tono cisterciense de estas construcciones, lo morisco aparece en la decoración pictórica, con zócalos de lacerías pintadas de rojo sobre el fondo claro del estuco.


Alfonso X El Sabio demostró hacia Segovia una extrema predilección e hizo del Alcázar una de sus residencias favoritas, hasta los últimos años de su vida, en los que celebró Cortes en esta ciudad que le había permanecido fiel.

En el siglo XIV, Segovia fue testigo de combates entre bandos nobiliarios a los que no fue ajeno el Alcázar, obligando el nuevo empleo de la artillería a reforzar sus murallas y ampliar su sistema defensivo.
Los reyes de la dinastía de Trastámara aprovecharon la nueva crujía, construida paralelamente a la primitiva, para convertirla en un suntuoso conjunto de salones al estilo de los alcázares andaluces. La decoración gótico- mudéjar de estas salas se inicia con la reina Catalina de Lancaster, regente de su hijo Juan II. Durante el reinado de este último tuvieron lugar en el Alcázar las grandes fiestas cortesanas evocadas por Jorge Manrique en sus célebres "Coplas".

 
 
Enrique IV, tan amante de Segovia, continuó embelleciéndolo y en su reinado debió terminarse la gran torre que lleva el nombre de su padre. Fue el Alcázar fortaleza clave para el dominio de Castilla y de él salió Isabel la Católica para ser proclamada reina en la Plaza Mayor. También tuvo importancia este castillo en las luchas civiles de todas las épocas sucesivas, desde el reinado de Doña Juana I y la Guerra de las comunidades hasta la Guerra de Sucesión en el siglo XVIII y las Guerras Carlistas en el XIX.
Los reyes de la Casa de Austria lo visitaron frecuentemente y Felipe II celebró en él la boda de velaciones con su cuarta esposa, Ana de Austria. Este rey realizó importantes obras en el Alcázar, como el patio herreriano o cubrir las techumbres con agudos chapiteles de pizarra al estilo de los castillos centroeuropeos.


Más tarde comienza a utilizarse la fortaleza como prisión de Estado, donde estuvieron confinados importantes personajes. Así permaneció hasta que en 1762 Carlos III fundó en Segovia el Real Colegio de Artillería, cuyo primer Director fue el conde Félix Gazola, quedando instalado en el Alcázar en 1764. Este centro permaneció aquí, con leves paréntesis hasta el 6 de mazo de 1862, día en el que un incendio destruyó las techumbres. A partir de esta fecha el Colegio, luego la Academia de Artillería, pasó al Convento de San Francisco de Segovia, El Alcázar fue restaurado, en 1898 se instaló en la primera plante del edificio el Archivo General Militar y en 1953 se creó el Patronato del Alcázar de Segovia, responsable del actual Museo.

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