SERVUS HISPANIARUM REGIS



sábado, 30 de abril de 2016

CARLOS XVI GUSTAVO CUMPLE 70 AÑOS

King Carl XVI Gustaf at National Day 2009 Cropped.png

S.M. el rey de Suecia, Carlos XVI Gustavo, cumple 70 años. Con tal motivo, hoy sábado 30 de abril, Estocolmo vivirá los actos centrales de esta celebración. 
El Rey Carlos XVI Gustavo y toda la familia real sueca asistirán a un Te Deum en la Capilla del Palacio Real. Después escucharán un concierto de música ofrecido por la Unidad de Música del Ejército Sueco y más tarde se trasladarán hasta el Ayuntamiento de la capital para celebrar una recepción y un almuerzo.
Acompañarán al monarca escandinavo representantes de otras monarquías extranjeras: nuestros reyes eméritos de España SS.MM. Juan Carlos y Sofía, de Holanda la ahora Princesa Beatriz, la reina Margarita de Dinamarca, los reyes de Noruega, Harald, y Felipe y Matilde de los Belgas. También estarán allí los príncipes herederos Federico de Dinamarca y su esposa Mary, y Hakoon de Noruega y Mette-Marit, además de otros miembros de la realeza europea y de Japón.
Carlos XVI Gustavo nació en la localidad de Solna el 30 de abril de 1946 y es el rey de Suecia desde 1973, cuando ascendió al trono al morir su abuelo el rey Gustavo VI Adolfo el 15 de septiembre de ese año.
¡Muchas felicidades, Majestad!

viernes, 29 de abril de 2016

REINAS CONSORTES DE ESPAÑA (I): MARÍA LUISA GABRIELA DE SABOYA

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Armas de María Luisa Gabriela de Saboya como Reina Consorte de España
Diseño: Heralder

María Luisa Gabriela de Saboya nació en Turín el 13 de septiembre de 1688. Fue hija de Víctor Amadeo II, duque de Saboya y rey de Cerdeña (bisnieto de Enrique IV de Francia) y de Ana María de Orleans (hija de Felipe de Orleans, hermano del rey Luis XIV de Francia). Su hermana mayor, María Adelaida de Saboya, fue duquesa de Borgoña y delfina de Francia, siendo además la madre del rey Luis XV.
Contrajo matrimonio con su primo, el rey Felipe V (primer rey español de la dinastía borbónica), nieto de María Teresa de Austria, infanta de España, y de Luis XIV de Francia, el 2 de noviembre de 1701 en Figueras (Gerona), con sólo 13 años de edad.
Sometida a la influencia de la Princesa de los Ursinos y el cardenal Portocarrero, fue nombrada Gobernadora y Administradora General, asumiendo la regencia, cuando su esposo debió trasladarse a los escenarios bélicos de la Guerra de Sucesión fuera de la Península.
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S.M. la Reina María Luisa Gabriela de Saboya
En todo momento se condujo con responsabilidad y eficacia, siendo una gobernadora muy competente y plenamente dedicada a los destinos nacionales españoles.
Fue madre de Luis I y de Fernando VI y de los infantes Felipe y Felipe Pedro. Falleció a los 25 años el 14 de febrero de 1714 a causa de una tuberculosis ganglionar. Sus restos descansan en el Panteón de Reyes del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
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Retrato escultórico de la Reina conservado en el Louvre de París
Fue apodada La Saboyana por sus súbditos, que la adoraban, siendo muy querida en España. Después de su muerte, dos de sus hijos, su hijo menor y mayor, se convertirían en reyes de España.

miércoles, 27 de abril de 2016

"EL RASGO" DE ISABEL II

S.M. la Reina doña Isabel II
Corría el año 1865, y en España, dada la grave crisis económica de carácter endémico que atravesaba la hacienda pública, el gobierno decidió hacer frente a la misma mediante la enajenación parcial de los bienes del Patrimonio Real, aplicando una parte (el 75 %) como ingresos públicos, y el resto entregándolo a la reina Isabel II. Este proyecto de ley provocó la iras del Partido Demócrata y del Partido Progresista. 
Emilio Castelar publicó el día 21 de febrero de 1865 un artículo en el periódico "La Democracia" titulado ¿De quién es el Patrimonio Real? y, al día siguiente, otro artículo titulado El Rasgo. En ambos se mostraba contrario a que una parte del dinero de la enajenación de los bienes fuera a parar a las manos privadas de la Reina, considerando que el Patrimonio Real era Patrimonio Nacional.
La decisión Isabel II de ceder el 75 % del patrimonio real al patrimonio nacional, para que fuera vendido y así hacer frente al déficit del Estado, y de conservar para sí el 25 %, fue presentada en las Cortes por el presidente del gobierno y líder del Partido Moderado, el general Narváez como un gesto «tan grande, tan extraordinario, tan sublime» que fue muy aplaudido por la mayoría de los diputados que calificaron a Isabel II de «émula de Isabel la Católica» y por la prensa dinástica que también se deshizo en elogios. Emilio Castelar, por el contrario, opinaba que no existía tal gesto –"el rasgo" como lo calificó irónicamente– porque lo que había hecho la reina en realidad había sido apropiarse del 25 % de un patrimonio que era del país. Así pues el supuesto "rasgo" era en realidad un engaño para enjugar las numerosas deudas de la Soberana.
El artículo fue censurado, pero sin embargo fue repartido por Madrid en forma de pasquines y octavillas. A pesar de todo, el 3 de marzo se presentó el proyecto de ley en el Congreso de los Diputados. Las críticas se acentuaron y, en aplicación de la circular gubernamental de 1864, el Ministro de Fomento, Alcalá Galiano, exigió al rector de la Universidad Central, Juan Manuel Montalbán, el cese inmediato de Emilio Castelar, contra quien el 8 de marzo se dictaba auto de prisión. A la negativa del rector, el ministro publicó en la La Gaceta de Madrid el cese de Montalbán el día 7 de abril, al tiempo que Castelar era desposeído de su Cátedra de Historia en la Universidad Central de Madrid.
En previsión de incidentes, el ministro de la Gobernación, Luis González Bravo, declaró el estado de guerra.
Las medidas provocaron una reacción inmediata de solidaridad con Castelar y Montalbán por parte del profesorado y de los alumnos, dimitiendo de sus puestos, entre otros, los catedráticos Nicolás Salmerón y Miguel Morayta. Con anterioridad, el 4 de abril, a través del diario "La Iberia" se había sabido que se iban a tomar medidas represivas y se anunciaba para el día del cese una "serenata" de apoyo de los alumnos al destituido Montalbán.
El ministro de la Gobernación, lejos de contemporizar y ante la posibilidad de que se celebrase la anunciada serenata, además de la proclamación del estado de guerra dictó un decreto que permitía al Gobierno la suspensión de los derechos constitucionales, la deportación interna de personas no afines y la censura de prensa. La Guardia Civil disolvió a los asistentes y cerró el centro de Madrid los dos días siguientes.
El 10 de abril, lunes, un nuevo Rector tomaba posesión de su cargo y juraba fidelidad a la Reina. Esto provocó protestas entre los estudiantes y movilizó al Partido Progresista en los barrios periféricos de la capital. Por la tarde, estudiantes, obreros y representantes del Partido Demócrata y del Progresista acudieron a la Puerta del Sol desde distintos puntos con la intención de ofrecer una nueva serenata. Al llegar cerca de Sol, el Ministro González Bravo ordenó a la Guardia Civil cargar contra los manifestantes. En la zona se encontraba también una unidad de Infantería y otra de Caballería que habían sido movilizadas en la mañana para la ocasión. En total unos mil hombres armados.
Las fuerzas del orden emprendieron diversas cargas, con disparos y bayoneta calada. Los manifestantes se dispersaron por las calles adyacentes y trataron de colocar barricadas sin conseguirlo ante la actuación de la Caballería. Durante las sucesivas oleadas murieron catorce personas y ciento noventa y tres fueron heridas de diversa consideración.
Incidentes de la Noche de San Daniel en la Puerta del Sol
La mayoría de los muertos y heridos fueron transeúntes que no participaban en la algarada estudiantil, incluyendo ancianos, mujeres y niños. En cambio la guardia civil sólo tuvo un herido, un centinela a caballo que recibió una pedrada -por lo que el ministro de la Gobernación Luis González Bravo faltó a la verdad cuando aseguró ante las Cortes que se había «derramado la sangre de nuestros soldados»-.
José María Diego de León, conde de Belascoain. Ocupaba el cargo de alcalde de Madrid durante los sucesos.
Esa misma noche en el Senado, González Bravo expuso las medidas tomadas contra los manifestantes y se expulsó a la prensa de la sesión, cursándose la orden inmediata de censurar lo que al día siguiente habrían de publicar los periódicos. Varios de ellos salieron en esas jornadas con las portadas en blanco. El día 11 de abril, Narváez había convocado Consejo de Ministros extraordinario en el que Alcalá Galiano y González Bravo se enfrentaron por la dureza de la represión, sufriendo aquél una angina de pecho y muriendo poco después. Al mismo tiempo, varios diarios como Las Novedades, La IberiaLa DemocraciaEl PuebloLa Soberanía Nacional y La Nación; publicaron un editorial conjunto en el que llamaban a la calma de los liberales y progresistas para no entrar al trapo de la provocación gubernamental. Igual ocurriría los días 12, 14 y 19 de abril.
La reacciones políticas se produjeron en los días posteriores en el Senado, pero muy atenuadas debido al temor de ser perseguidos que en ese momento tenían todos aquellos que se opusieran al gobierno Narváez. 
Salustiano Olózaga, Cánovas del Castillo, Poisada Herrera y Ríos Rosas, fueron los más críticos con González Bravo, llegando a retarse en un duelo que terminó sin consecuencias Ríos Rosas y Bravo.
Escena de los incidentes de la Noche de San Daniel
Las consecuencias políticas de la "Noche de San Daniel" acabaron con el gobierno Narváez.
Ríos Rosas conmocionó al Congreso de Diputados cuando afirmó: «esa sangre pesa sobre vuestras cabezas»-. Esta situación convenció a la Reina de que debía destituir a Narváez, aunque aún esperó dos meses hasta que el 21 de junio de 1865 volvió a llamar a O'Donnell.
Isabel II no hizo caso a su madre María Cristina, que le aconsejó que llamara a los progresistas para que se integraran en la Monarquía y dejaran de conspirar contra ella, y ello a pesar de que O'Donnell le expresó a la Reina su deseo de retirarse de la política y marchar al extranjero.
Personas tan dispares ideológicamente como Salmerón, Castelar, Cánovas u Olózaga, mostraban sin pudor la repulsa por la política gubernamental y, de una u otra manera, anunciaban el fin del reinado de Isabel II. contra quien los estudiantes y el pueblo de Madrid mostraban ya su ira.
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Celebrando de forma oficial el gesto para unos, rasgo para otros, de la reina Isabel II, fue acuñada una medalla conmemorativa bajo la denominación: "Medalla en agradecimiento a S.M. la Reina doña Isabel II, por la cesión del patrimonio real a las arcas públicas"
Se trataba de una pieza circular de bronce en cuyo anverso se muestra la efigie de la reina Isabel II coronada, recogido y trenzas. le acompaña la inscripción: "REINA DE LAS ESPAÑAS".
Medallas históricas: ISABEL II. MEDALLA AGRADECIMIENTO DE LA CESIÓN DEL PATRIMONIO REAL. 1.865 - Foto 1 - 48873412
Anverso de la Medalla
Foto: www.todocoleccion.net

El reverso contiene una inscripción rodeada por una corona de laurel cerrada que dice: "ISABEL II. EL DÍA 18 DE FEBRERO DE 1865, CEDIÓ EL PATRIMONIO REAL, PARA ALIVIO DE LAS CARGAS PUBLICAS SIRVA ESTE BRONCE, PARA ALIVIO DE LAS CARGAS PUBLICAS, SIRVA ESTE BRONCE, PARA PERPETUAR LA MEMORIA, DE ACCIÓN TAN MAGNÁNIMA".

Medallas históricas: ISABEL II. MEDALLA AGRADECIMIENTO DE LA CESIÓN DEL PATRIMONIO REAL. 1.865 - Foto 2 - 48873412
Reverso de la Medalla
Foto: www.todocoleccion.net

lunes, 25 de abril de 2016

ALMANSA 1707, PRIMER GRAN TRIUNFO DE LAS LISES

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Un 25 de abril de 1707, se libraba en los campos de Almansa (Albacete) una gran batalla cuyo resultado influiría notablemente en el desarrollo de la Guerra de Sucesión Española. Mandaban las fuerzas aquella jornada, por parte borbónica el duque de Berwick, y por parte austracista, Henri de Massue y el marqués de las Minas. 
La campaña que condujo a la Batalla de Almansa había comenzado en el invierno de 1707. El ejército austracista contaba con una importante ventaja logística, ya que la superioridad naval angloholandesa le permitía abastecerse por mar sin problemas. Su base de operaciones estaba situada en Alicante, donde además se recibieron importantes refuerzos ingleses. El 8 de febrero, antes del inicio de las operaciones militares, llegó al puerto de Alicante una flota inglesa transportando 3 regimientos de dragones y 13 batallones de infantería. El abastecimiento marítimo permitió al ejército austracista salir en campaña a principios de abril, mientras que el ejército borbónico, que había sido forzado a extender sus acuartelamientos de invierno por una amplia región, no pudo concentrarse para esas fechas.
El plan de operaciones del ejército austracista consistía en atacar Orihuela para amagar un avance sobre Murcia que encubriera su propósito real, que era trasladar el ejército a Aragón y desde allí invadir Navarra para aislar a Felipe V de la ayuda francesa. Se había desechado un avance directo sobre Madrid a través de La Mancha porque el ejército borbónico se hubiera retirado hacia sus bases, acortando sus líneas de abastecimiento y recogiendo refuerzos mientras que los austracistas tendrían que atravesar un territorio devastado por el enemigo en retirada, cada vez más lejos del centro neurálgico de Alicante.
El ejército marchó hacia la población de Fuente La Higuera, donde llegó el 10 de abril, pero allí el general Galway decidió cambiar el plan de operaciones. Había recibido información de lo desperdigado que se hallaba el ejército borbónico y decidió salir a su encuentro antes de que pudiese reunirse y recibir refuerzos. Los austracistas avanzaron sobre Yecla, adonde llegaron el 12 de abril, y después sobre Montealegre del castillo, llegando allí el 14 de abril. En ambos casos el ejército bórbonico, todavía insuficientemente preparado, hubo de abandonar las plazas, con importantes depósitos de víveres que permitían a los austracistas abastecerse en su avance. Además, se perdieron buen número de carros del tren de abastecimiento.
El ejército austracista prosiguió su marcha llenado a Villena, que tomó el día 17, pero el castillo, con una guarnición de 150 hombres, se resistió y hubo de ser sometido a asedio formal. El tren de asedio había sido dejado en Valencia a la espera de juntarse al ejército en su marcha prevista hacia Aragón, por lo que se formó una batería de asedio con 6 cañones de campaña; pero fueron incapaces de abrir brecha en las murallas medievales del castillo. Tras siete días de infructuoso asedio, el 24 de abril los austracistas levantaron el campo. La semana perdida había sido vital para permitir al ejército borbónico recuperarse y organizarse.
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Pintura-plano de la batalla de Almansa
El duque de Berwick, mientras tanto, había movido su campamento de Pétrola a Almansa, donde tenía un importante depósito de provisiones, calculado en 12.0000 quintales de trigo, y además la llanura permitía pastar a la caballería. El 22 de abril ordenó que un destacamento de 2.000 infantes y 500 jinetes marchara a Ayora para reconquistarla, pues había sido capturada por una partida de miqueletes austracistas. Galway recibió información de este hecho, pero sus informadores exageraron el tamaño del destacamento hasta 8.000 hombres, y además le confirmaron que los refuerzos que se esperaban de Francia en el campo borbónico aún no habían llegado. Todo esto decidió al general inglés a avanzar sobre el enemigo a marchas forzadas esperando encontrarlo en inferioridad numérica y bien obligarlo a combatir o a abandonar el gran depósito de Almansa.
La batalla se inició a las 15.00 horas del 25 de abril de 1707. Ambos ejércitos se desplegaron cara a cara a lo largo de 6,6 kms. Los aliados austracistas (ingleses, portugueses y holandeses), partidarios del Archiduque Carlos, alinearon 42 batallones de infantería, y 60 escuadrones de caballería, de 100 jinetes cada uno, mientras que los borbónicos dispusieron 50 batallones de infantería y 81 escuadrones de caballería, formando ambos ejércitos con dos líneas de profundidad.
La batalla dio comienzo con el fuego de artillería. Las tropas aliadas, cansadas, en inferioridad numérica y mal dirigidas, rompieron la formación entre el centro y el flanco debido al empuje de la caballería borbónica. La caballería francesa provocó la retirada de las tropas aliadas en el flanco izquierdo, mientras que las tropas de la zona central acabaron por rendirse a las 17.00 horas.
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La caballería borbónica carga hacia la victoria
La batalla de Almansa no fue decisiva para la guerra, pero abrió el camino para la ocupación del Reino de Valencia, aunque no significó la rendición de los austracistas. El ejército borbónico hubo de ir conquistando las poblaciones que se le resistían, como antes el austracista se había visto obligado a hacer con las fieles a Felipe V. Játiva fue la primera ciudad asediada. El 6 de junio de 1707 se rendía la ciudad, tras lo cual, el día 19 fue incendiada por orden del rey Felipe V. Posteriormente se le cambió el nombre por el de San Felipe y se procedió a su repoblación por personas fieles a la causa borbónica (en la actualidad se conserva un cuadro de Felipe V en el Museo Municipal de Játiva colgado boca abajo desde 1940 en señal de condena por el incendio de la ciudad). Más tarde fueron tomadas, también con gran oposición, Alcoy, Denia y Alicante.
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Armas de Almansa. En el 2º cuartel el monolito de la victoria con las banderas capturadas
Foto: Sancho P.XXI

La ocupación del Reino de Valencia continuó a pesar de la oposición austracista. El Archiduque llegó a liberar al líder austracista Juan Bautista Basset (que había sido encarcelado por sus políticas favorables al campesinado y opuestas a los privilegios nobiliarios), a fin de organizar las pocas fuerzas fieles, sin conseguir frenar el avance borbónico.
En tierras valencianas todavía pervive el dicho: «Quan el mal ve d'Almansa, a tots alcança» (Cuando el mal viene de Almansa, a todos alcanza), recordando esta derrota.

sábado, 23 de abril de 2016

TOMÁS VERDUGO: UN GRAN PINTOR, UN GRAN AMIGO

Hoy sábado, 23 de abril de 2016, va a ser un día muy especial para mi entrañable amigo Tomás Verdugo.
Y lo será, en efecto, porque en el Palace Hotel de Cannes, en la Costa Azul francesa, tendrá lugar la ceremonia de entrega de galardones de la Biennale des Arts Visuels Cannes. En ella estarán presentes los premiados, que serán honrados con muestra de sus obras, proyección de imágenes y lectura del Acta de concesión. 
Entre los pintores galardonados se encuentra el pintor manchego Tomás Verdugo, que mostrará pinturas representando a Don Quijote, Sancho, Juan Haldudo y Andresillo, referencias destacadas al Capítulo IVº de la inmortal novela y homenaje a las tierras de La Mancha, precisamente en el día en que conmemoramos los 400 años de fallecimiento de Miguel de Cervantes Saavedra.
Las obras seleccionadas para el catálogo de la Biennale Des Arts Visuels Cannes son las mismas que durante todo el 2015 y 2016 están visitando significativos espacios públicos y privados de Castilla La Mancha y Madrid, así como las ferias de arte internacionales de Piacenza, Forli y Cremona en Italia.
Además está prevista su exhibición en Francia, Alemania, Bélgica y Estados Unidos dentro del programa De un lugar de La ManchaQuintanar de la Orden y comarca en la obra de Cervantes”
La concesión de este galardón a al pintor manchego y su inclusión en el Grand Prix Des Arts Visuels 2016 en Cannes, ha sido una magnífica noticia que nos llena de alegría. Organizan este certamen instituciones y personas vinculadas al mundo del arte y la cultura europeos entre las que figuran: Michel Verdant, director de la Galería Victoria de Cannes (Francia), Maria Rosaria Belgiovine, Crítico de Arte y directora de Artexpo Galley (Italia), Francesco Chetta, director de Casa Editrice Effeci Arte Collezionismo, Eraldo Vimciguera, Historiador del Arte y Elena Cicchetti, Presidenta de Art in The World.
Para Tomás Verdugo, este premio supone un reconocimiento a la labor realizada y una eficaz promoción de la Mancha a través de los inmortales personajes de las novelas de su más ilustre embajador: Miguel de Cervantes.
Tomas
Tomás Verdugo junto a dos de sus obras de temática cervantina
Desde "Salón del Trono" recibe un abrazo muy fuerte, querido Tomás, porque has sabido consagrar tu vida al Arte, difundiendo, a través de tu fecunda obra, los paisajes y las gentes de esta tierra de sobria y serena belleza que es La Mancha. ¡¡¡Enhorabuena!!!.

viernes, 22 de abril de 2016

GALERÍA DE MONÁRQUICOS ESPAÑOLES y (X): DON JUAN DE BORBÓN Y BATTEMBERG

Don Juan de Borbón y Battemberg, conde de Barcelona

Culminamos hoy nuestra "Galería de monárquicos españoles" con la figura de Don Juan. Hijo de rey y padre de rey, nunca ciñó la corona, pero mantuvo durante largas décadas de exilio, la Jefatura de la Casa Real de España que recibiera de manos de su padre don Alfonso XIII.
Una vida entregada a la causa monárquica y a la restauración borbónica en nuestro país.
Don Juan de Borbón y Battenberg nació el el Palacio del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso (Segovia), el 20 de junio de 1913. Fue el tercer hijo de SS.MM. los reyes de España, don Alfonso XIII y doña Victoria Eugenia de Battemberg. El 16 de mayo de 1927 su padre le nombra caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro.
S.M. la Reina doña Victoria Eugenia con don Juan en brazos y la infanta María Cristina
Tras realizar sus primeros estudios en Madrid, ingresó en la Escuela Naval Militar pero tuvo que interrumpir su formación (que continuó en la Royal Navy) al tener que partir hacia el exilio al imponerse en España la II República el 14 de abril de 1931.
Como tercer hijo varón de Alfonso XIII, no estaba destinado a heredar la corona. Sin embargo, el primogénito, Alfonso, renunció a la corona para poder casarse con una persona que no pertenecía a la realeza en 1933, y el segundo, Jaime, fue obligado a renunciar porque quedó sordo a los cuatro años de edad (aunque más tarde se arrepintió y quiso recobrar sus derechos). También se utilizó como argumento, que reforzaría la renuncia de Jaime, su enlace con una mujer que, aunque noble, no pertenecía a la realeza. A continuación venían sus dos hermanas mayores, Beatriz y María Cristina, sobre las que tuvo preferencia por ser mujeres, lo que convirtió a Juan en heredero de los derechos dinásticos de la Casa Real Española.
Don Juan de Borbón contrajo matrimonio con la princesa María de las Mercedes de Borbón y Orleans, el 12 de octubre de 1935, en la Basílica de Santa María de los Ángeles y los Martires de Roma. Tuvieron cuatro hijos: las infantas doña Pilar, doña Margarita, el malogrado infante don Alfonso y el que sería Rey Juan Carlos I.
Al comienzo de la Guerra Civil Española, con el apoyo de su padre Alfonso XIII, pretendió unirse al bando sublevado contra el gobierno de la II República. El 1 de agosto de 1936 cruzó la frontera española con la intención de incorporarse a filas, pero fue interceptado en el parador de Aranda de Duero (Burgos) y el general Fidel Dávila, que transmitía órdenes del general Emilio Mola, le instó a volver al exilio, algo que hizo de inmediato. El 2 de agosto se encontraba de regreso en el sur de Francia.
A la largo de la Guerra Civil, don Juan de Borbón intercambió algunas cartas con el general Franco, a quien manifestó su apoyo.
Desde la renuncia de Alfonso XIII como jefe de la Casa Real de España el 15 de enero de 1941 (apenas un mes antes de su muerte), don Juan se convirtió en el Pretendiente al trono de España. 

Don Juan respaldó al régimen franquista en sus primeros años, lo que era coherente con sus convicciones políticas pues, durante la República, había mantenido relaciones estrechas con la derecha autoritaria de Acción Española, —uno de cuyos fundadores, Eugenio Vegas Latapié, fue su consejero durante muchos años—, y con su alineamiento con el bando nacional durante la guerra civil. Al término de ésta le envió un telegrama al general Franco felicitándole por su victoria, que acababa con el grito falangista "Arriba España". Franco le contestó haciendo referencia a los dos intentos de don Juan para luchar en el bando sublevado: «me es grato recordar que entre esa juventud admirable habéis intentado formar, solicitando reiteradamente un puesto de soldado».
La identificación con los vencedores se volvió a poner de manifiesto en enero de 1941 con motivo de la aceptación de la abdicación de su padre el rey Alfonso XIII en una ceremonia celebrada en Roma, en la que hizo referencia a la guerra civil como «esta Gran Cruzada Nacional» y volvió a repetirse durante el acto religioso celebrado en Roma el 1 de marzo de 1942 en conmemoración del primer aniversario de la muerte de su padre, durante el cual pronunció un discurso muy cercano a los principios políticos e ideológicos del franquismo.
Don Juan en familia
A principios de 1941 don Juan buscó el apoyo de Alemania para la restauración de la monarquía. En abril un representante suyo viajó a Berlín para establecer un enlace directo con el ministerio de asuntos exteriores alemán pero el representante de Ribbentrop le contestó que Alemania no estaba interesada en la propuesta, aunque mantendría buenas relaciones con un gobierno «nacional» que pudiera establecerse en Madrid. A pesar del fracaso del viaje a Berlín los contactos con la Alemania nazi prosiguieron en los meses siguientes después de que don Juan se trasladara de Roma a Lausana. El embajador alemán en Madrid von Stohrrer informó a su gobierno que don Juan «se ha declarado categóricamente a favor de Alemania» y que «sean cuales sean las circunstancias, no consentirá en acceder al trono con la ayuda de los ingleses». Sin embargo, don Juan rechazó el ofrecimiento de Ribbentrop para reunirse con él en Berlín y el de Göering para participar en una cacería reservada, pero la decisión «no procedía de escrúpulos ideológicos sino que estaba fundamentada exclusivamente en el temor de que la propaganda alemana no tardase en utilizar una posible aceptación de don Juan, estorbando con ello los contactos con los británicos».
A finales de 1942 don Juan manifestó por primera vez públicamente su aspiración a ocupar el trono de España y comenzó el distanciamiento con el régimen franquista. El 11 de noviembre de 1942, sólo dos días después del inicio del desembarco de los aliados en Marruecos y Argelia, el periódico suizo Le Journal de Génève publicó unas declaraciones suyas, que serían conocidas como el Manifiesto de Ginebra, en las que, tras asegurar «que la Monarquía será restaurada y… no vacilaré un instante en ponerme a su servicio», decía: «Mi suprema ambición es la de ser el rey de una España en la cual todos los españoles, definitivamente reconciliados, podrán vivir en común». Así frente a la tesis que sostenían Franco y su asesor el capitán de navío Luis Carrero Blanco, de la Monarquía como continuidad del régimen franquista, don Juan presentaba la Monarquía como alternativa al mismo. 
Tras el fracaso de las conversaciones entre los generales monárquicos y la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas, don Juan de Borbón envió una carta confidencial a sus partidarios dentro de España pidiéndoles opinión sobre si debía romper con el régimen franquista y publicar un manifiesto. El contenido de la carta llegó a conocimiento del general Franco quien inmediatamente ordenó al embajador español en Suiza que se entrevistara con don Juan en Lausana, donde residía. Tras la entrevista, el embajador informó a Franco del contenido de la misma mediante un telegrama en el que entre otras cosas le decía: don Juan «está preocupado por la propaganda republicana y disgustado por lo que califica de silencio del Generalísimo respecto a la Monarquía y sobre él mismo».
Finalmente, después de casi un año sin haber hecho ninguna declaración, don Juan hizo público el 19 de marzo de 1945 el Manifiesto de Lausana, en el que rompió con el franquismo. En él manifestaba que el régimen franquista «es fundamentalmente incompatible con las circunstancias presentes está creando en el mundo», es decir, con la victoria aliada, por lo que pedía a Franco que dejara paso a la «Monarquía tradicional» pues sólo ella «puede ser instrumento de paz y de concordia para reconciliar a los españoles».
El manifiesto fue silenciado por la prensa y la radio españolas, aunque sí lo difundió la BBC. El 25 de marzo don Juan pidió a sus partidarios que dimitieran de sus cargos, pero sólo lo hicieron dos de ellos: el XVII duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, que renunció a la embajada en Londres; y el general Alfonso de Orléans y Borbón, duque de Sevilla, que dimitió de su cargo de inspector de las fuerzas aéreas.
Busto de don Juan
La reacción del general Franco fue inmediata. Desterró al general de Orleáns a la finca que poseía en Cádiz y envió dos emisarios, los católicos Alberto Martín Artajo y Joaquín Ruiz Jiménez, a que comunicaran a don Juan el total apoyo del Ejército, de la Iglesia, del partido único FET y de las JONS y de la mayoría de los monárquicos al régimen franquista. El 20 de marzo convocó el Consejo Superior del Ejército que estuvo reunido tres días y allí rechazó la petición de Kindelán de que se restaurara la monarquía.
Dos años después, en marzo de 1947, el general Franco promulgó la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado, en la que se otorgaba de modo vitalicio la «Jefatura del Estado» al «Caudillo de España y de la Cruzada, Generalísimo de los Ejércitos», y cuyo artículo 6° confería a Franco el derecho a designar sucesor «a título de Rey o de Regente» «en cualquier momento» y con plena capacidad de revocación de su decisión. Así pues, la Monarquía no sería restaurada sino instaurada en la persona de la realeza que el general Franco decidiera.
Don Juan con uniforme de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla
El contenido de la Ley de Sucesión fue conocido por don Juan de Borbón antes de que se promulgase gracias a la entrevista que mantuvo con el enviado de Franco, Luis Carrero Blanco. Al no hacerse mención a ningún derecho dinástico de sucesión, la respuesta de don Juan no se hizo esperar en forma de una nueva declaración —el Manifiesto de Estoril del 7 de abril de 1947— en la que rechazó la Ley y defendió los derechos hereditarios de sucesión al trono, que recaían en su persona. Este mensaje no se hizo público en España, donde la prensa lanzó una campaña contra «el pretendiente».
La rehabilitación internacional del régimen franquista y la aprobación en referéndum de la Ley de Sucesión en julio de 1947 debilitó hasta tal punto a la opción monárquica, que don Juan de Borbón cambió de estrategia respecto a Franco y el 25 de agosto de 1948 se entrevistó con el Generalísimo en su yate "Azor", anclado en el golfo de Vizcaya, acudiendo a dicha entrevista a bordo del balandro Saltillo. Como resultado de la misma se acordó que el hijo de don Juan, Juan Carlos de Borbón, se educaría en España bajo la tutela del general Franco —el 7 de noviembre el príncipe, de 10 años de edad, llegaba a España—. La entrevista había sido promovida por los monárquicos colaboracionistas, como el duque de Sotomayor y Julio Danvila, y a la misma el general se hizo acompañar por el infante Jaime de Borbón, hermano mayor de don Juan, quizá como recordatorio de que había recambios en la pugna por la restauración de la Monarquía.
Entrevista de Franco y don Juan a bordo del "Azor"
El acuerdo alcanzado entre Franco y don Juan, suponía un reconocimiento implícito de la legitimidad del régimen franquista, y dejó sin efecto el pacto formalizado en San Juan de Luz, tres días después, entre José María Gil Robles, en representación de los monárquicos juanistas no colaboracionistas de la Confederación de Fuerzas Monárquicas, e Indalewcio Prieto, en representación de una parte de la oposición republicana, en el que habían acordado luchar conjuntamente para derribar a la dictadura franquista, tras lo cual se formaría un gobierno provisional que convocaría un plebiscito para decidir el «régimen político definitivo», republicano o monárquico. 
En julio de 1951 don Juan escribió una carta a Franco en la que rechazaba la colaboración de los monárquicos con los socialistas y en la que le decía: «Pongámonos de acuerdo para preparar un régimen estable». Aunque Franco hizo caso omiso de la propuesta, don Juan proseguiría el acercamiento al franquismo durante la década de los cincuenta, entrevistándose en secreto con el general Franco en una finca extremeña propiedad del conde de Ruiseñada a finales de 1954.
En 1956 sufrió un duro golpe que afectó a su familia: la muerte accidental de su hijo más pequeño, el infante Alfonso, de 14 años, mientras jugaba con un revólver con su hermano Juan Carlos, durante las vacaciones de Semana Santa de 1956 en la residencia familiar de Estoril.
Don Juan siempre fue un apasionado del mar
El nombramiento de Juan Carlos como sucesor de Franco con el título de rey en la Jefatura del Estado, que se produjo oficialmente el 19 de julio de 1969, y la aceptación por parte de Juan Carlos de dicho cargo, provocó el distanciamiento entre padre e hijo durante algunos años, pues Don Juan se negó a ceder los derechos dinásticos que le había entregado su padre, Alfonso XIII, al no tolerar que su hijo aceptara ser rey de la monarquía instaurada por el general Franco (hasta el 9 de marzo de 1976 no tuvo el primer encuentro con su hijo tras su proclamación como rey. Para ello hizo un viaje a Madrid desde Lisboa, volviendo el mismo día).
Don Juan y su hijo don Juan Carlos
Tras la muerte Franco, Juan Carlos I fue proclamado oficialmente rey de España el 22 de noviembre de 1975, pero don Juan seguía siendo el depositario de los derechos dinásticos.
El 14 de mayo de 1977, en una sencilla y breve ceremonia celebrada en el ámbito familiar del Palacio de la Zarzuela, don Juan renunció oficialmente a sus derechos dinásticos, cediendo a su hijo la jefatura de la Familia y Casa Real de España que había ostentado desde el 15 de enero de 1941.
Renuncia de don Juan de Borbón a sus derechos dinásticos
Foto: EFE
Mantuvo durante el resto de su vida el título de conde de Barcelona, vinculado al titular de la corona española y que ya había usado durante su exilio.
Fue nombrado almirante honorario de la Armada Española el 8 de julio de 1978. El gobierno le ascendió el 4 de diciembre de 1988 a capitán general de la Armada Española.
En 1990 se le diagnosticó en el Memorial Hospital de Nueva York un cáncer de laringe, enfermedad que le provocó la muerte el 1 de abril de 1993, a los 79 años de edad, en la Clínica Universitaria de Pamplona (Navarra)
Fue enterrado en el Monasterio de El Escorial con honores de rey de España.
Monumento a don Juan en Madrid
Foto: Xauxa
De haber reinado, don Juan de Borbón lo habría hecho como Juan III de España, y diversos sectores monárquicos propugnan que se le reconozca como rey a pesar de no haber sido monarca.
En el Panteón de Reyes del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial se encuentra su sepulcro con la inscripción latina: «Ioannes III, comes Barcinonae» («Juan III, conde de Barcelona»).

jueves, 21 de abril de 2016

HAPPY BIRTHDAY, H.M. THE QUEEN!

Monograma real de la reina Isabel II.svg
Monograma de la Reina Isabel II
Diseño: Sodacan

Hoy, 21 de abril de 2016, S.M. la Reina Isabel II cumple 90 años de edad. Es la Reina más longeva en el trono en la historia del Reino Unido (64 años de reinado), batiendo todos los récords, incluido el de la Reina Victoria. La futura soberana nacía tal día como hoy pero de 1926 a las 2:40 GMT en la casa londinense de su abuelo materno, en el número 17 de Bruton Street, Mayfair. 
Es quizá la única persona del mundo que celebra dos veces su cumpleaños: cada 21 de abril, en recuerdo de su nacimiento, y el oficial, que se celebra siempre en un sábado de junio con el espectacular desfile Trooping the Colour, en Horse Guards Parade.
Suele ser habitual que la Reina pase el día en familia, aunque la Artillería Real disparará en su honor salvas de ordenanza en distintos lugares de Londres: 41 en Hyde Park, 21 en Windsor Great Park y 62 en la Torre de Londres. 
La tradición de celebrar el natalicio del monarca en mayo o junio data de los tiempos del rey Eduardo VII, quien cumplía años el 9 de noviembre, es decir en otoño. A menudo, el mal tiempo característico de la ciudad en esa estación le aguaba la fiesta y hasta obligaba a suspender el Trooping the Colour, la revista con la que los batallones militares y el pueblo rinden homenaje al monarca desde el siglo XVIII. Cansado de esta situación, Eduardo VII decidió en 1908 trasladar la celebración de su cumpleaños al verano, cuando el pronóstico del tiempo es mucho mejor. Desde entonces se ha preservado la usanza de los dos cumpleaños del soberano británico.
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S.M. la Reina Isabel II durante su visita a Berlín en 2015
Foto: Polizei Berlin

martes, 19 de abril de 2016

DEL TRATAMIENTO DE ALTEZA REAL EN LA ESPAÑA DE HOY

Tenemos el placer de reproducir hoy el magnífico y clarificador artículo que nuestro muy querido amigo, el Dr. Vizconde de Ayala, publicara en la prestigiosa Revista Cuadernos de Ayala. Todo un aviso a navegantes.


DEL TRATAMIENTO DE ALTEZA REAL EN LA ESPAÑA DE HOY: ELENCO DE LAS PERSONAS QUE TIENEN DERECHO A OSTENTARLO


El tratamiento de Alteza o Alteza Real es muy antiguo en España, y su uso se remonta hasta el siglo XV, cuando hace su aparición como título de cortesía -probablemente importado del ámbito musulmán, donde esta clase de tratamientos ditirámbicos estaba más acostumbrado-: el caso es que lo tomaron y recibieron los Reyes de Castilla y de Aragón -y de Portugal-, y en ellos se mantuvo hasta la subida el trono imperial en 1520 del Rey Don Carlos I, que adoptó desde entonces el título deMajestad o Majestad Cesárea. A partir de aquellos tiempos, y por cierta pragmática de Don Felipe II, el tratamiento de Alteza Real quedó asignado a los Príncipes de Asturias y a los demás Infantes de España. Nos ilustran largamente acerca del uso de este tratamiento honorífico el cortesano Barón de Pujol de Planés, en su curioso Monitorio Áulico (Madrid, 1908), José Manuel Nieto Soria enFundamentos ideológicos del poder real en Castilla (Madrid, 1988), y el general Fernando García-Mercadal en Los Títulos y la Heráldica de los Reyes de España (Barcelona, 1995).
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En la España actual, quiero decir la que se rige por la Constitución Española de 1978 y leyes subsiguientes y concordantes, es de recordar que la reforma del Código Penal aprobada por la ley orgánica 10/1995, suprimió el antiguo artículo 322, que castigaba con arresto mayor y multa el uso indebido de Títulos de nobleza. Quizá por esas razones, algunos pretendientes y dinastas, y algunos pseudopríncipes, tanto españoles como extranjeros residentes en España, lo han venido usando sin cortapisas penales, quiero decir en ambientes sociales y no oficiales. Sin duda alguna, un abuso que no debería haberse tolerado.
Actualmente, esta materia protocolaria se rige por los preceptos del real decreto 1368/1987, de 6 de noviembre (Boletín Oficial del Estado de 12 de noviembre), que regula el régimen de títulos, tratamientos y honores de la Familia Real y de los Regentes, en cuyos artículos 2º y 3º se otorga tal tratamiento de Alteza Real, exclusivamente a los Príncipes de Asturias, a los hijos del Rey, y en su caso al Príncipe consorte de la Reina. El artículo 3º-3, es de una claridad meridiana: Fuera de lo previsto en el presente artículo y en el anterior, y a excepción de lo previsto en el artículo 5 para los miembros de la Regencia, ninguna persona podrá …recibir los tratamientos y honores que corresponden a las dignidades de las precedentes letras a y b -o sea, a los mencionados Príncipe o Princesa de Asturias, Infantes de España y Príncipe consorte de la Reina-.
ReyFelipe
De acuerdo con estos preceptos legales, en la España actual las Personas que gozan del derecho a recibir el tratamiento de Alteza Real, son sola y exclusivamente las siete siguientes, ordenadas según su relativo llamamiento -o el de sus cónyuges- a la sucesión de la Corona española:
Doñaleonor
– S.A.R. Doña Leonor de Borbón y Ortiz, Princesa de Asturias (artículo 2º del r.d. 1368/1987).
DoñaSofia
– S.A.R. Doña Sofía de Borbón y Ortiz, Infanta de España (artículo 3º-1 del r.d. 1368/1987).
DoñaElena
– S.A.R. Doña Elena de Borbón y Grecia, Infanta de España y Duquesa de Lugo (artículo 3º-1 del r.d. 1368/1987).
DoñaCristina
– S.A.R. Doña Cristina de Borbón y Grecia, Infanta de España (artículo 3º-1 del r.d. 1368/1987).
Doñapilar
– S.A.R. Doña Pilar de Borbón y Borbón, Infanta de España y Duquesa de Badajoz (artículo 3º-1 y disposición transitoria segunda del r.d. 1368/1987).
DoñaMargarita
– S.A.R. Doña Margarita de Borbón y Borbón, Infanta de España y Duquesa de Soria (artículo 3º-1 y disposición transitoria segunda del r.d. 1368/1987).
SARDonluis
– S.A.R. Don Luis Alfonso de Borbón y Franco, en Francia titulado Duque de Anjou y Jefe de la Real Casa de Francia (disposición transitoria tercera del r.d. 1368/1987). El derecho legal a este tratamiento, que le fue concedido desde su nacimiento según el decreto de 22 de noviembre de 1972, se mantuvo en 1987 -aunque haya sido puesto en duda por algunos especialistas-, toda vez que según el tenor literal de la mencionada disposición transitoria tercera del r.d. 1368/1987, Don Luis Alfonso estaba entonces en posesión legal de un Título de la Casa Real -el de Duque de Cádiz que ostentaba simultáneamente su padre, quien también indudablemente conservó el tratamiento de Alteza Real-, siempre a tenor del decreto de 1972, tan defectuosamente redactado.
De cualquier modo que se quiera considerar este asunto, hoy en día no hay más Personas Reales que puedan alegar derecho legal al uso en España de este tratamiento de Alteza Real.
Desde la promulgación del real decreto 1368/1987, y en su virtud, también han ostentado y gozado vitaliciamente de este derecho reconocido al tratamiento de Alteza Real, los hoy difuntos Don Juan de Borbón y Battenberg, Conde de Barcelona, Jefe de la Casa Real de España (†1993); su esposa Doña María de las Mercedes de Borbón y Orleáns, Condesa de Barcelona (†2000); y Don Alfonso de Borbón y Dampierre, Duque de Cádiz (†1989). También, por supuesto, los anteriores Príncipes de Asturias -hoy Sus Majestades Don Felipe VI y Doña Letizia-, mientras lo fueron. Nadie más, salvo error u omisión involuntaria.
Algunas Personas, al menos seis, que al tiempo de promulgarse este real decreto 1368/1987, gozaban oficialmente del derecho a ostentar y a recibir el tratamiento de Alteza Real, lo perdieron completamente entonces, ipso iure: fueron, salvo error u omisión, Doña Beatriz de Borbón y Battenberg, Infanta de España por nacimiento y princesa de Civitella-Cesi por matrimonio (†2002); Doña María Cristina de Borbón y Battenberg, Infanta de España por nacimiento y condesa Marone por matrimonio (†1996); Doña Alicia de Borbón-Parma, viuda del Infanta Don Alfonso y Duquesa viuda de Calabria en Italia (que felizmente vive); Doña Dolores de Borbón y Orleáns, con honores de Infanta de España desde su nacimiento y princesa Czartoryska por matrimonio (†1996); Doña Esperanza de Borbón y Orleáns, con honores de Infanta de España desde su nacimiento y Princesa del Brasil (†2005); y Don Álvaro de Orleáns y Sajonia-Coburgo-Gotha, con honores de Infante de España desde su nacimiento y Duque de Galliera en Italia (†1997). Porque todos ellos quedaron inclusos en el artículo 3º-3, epígrafes b) y c), del repetido real decreto 1368/1987; y ninguno de ellos pudo cumplir con los dos requisitos simultáneos que para la conservación del tratamiento exigía la disposición transitoria tercera del repetido real decreto: tener reconocido el uso de un título de la Casa Real y el tratamiento de Alteza Real. Este hecho de que un Infante o una Infanta de España, sean de nacimiento, de gracia u honorarios, carezcan del tratamiento de Alteza Real -y de cualquier otro-, no deja de ser muy insólito, y desde luego muy contrario a la tradición dinástica de la Casa Real de España.
Hagamos constar, para evitar confusión por parte de personas interesadas, que a tenor de la disposición transitoria tercera del r.d. 1368/1987, no tiene hoy en día en España derecho al tratamiento de Alteza Real, la señora doña Ana de Orleáns, viuda de S.A.R. Don Carlos de Borbón-Dos Sicilias y Borbón-Parma, Infante de España, ni ninguno de sus cinco hijos -a los que el propio real decreto atribuye expresamente el de Excelencia-. También resulta público el hecho de que tanto esta respetable señora como las no menos respetables doña Teresa y doña Inés de Borbón-Dos Sicilias y de Borbón-Parma, hermanas del difunto Infante Don Carlos, vienen utilizando y aceptando este tratamiento de manera no oficial en España; como también los cinco hijos del Infante -así el único varón don Pedro de Borbón-Dos Sicilias y de Orleáns, que recientemente ha adoptado el título italiano de Duque de Calabria-. Pero en aplicación de la legalidad vigente, tan repetida, todos ocho carecen del derecho a utilizar y a recibir en España el tratamiento de Alteza Real -aunque pudieran atribuírselo, pero siempre en el extranjero, como pretendidos dinastas duosicilianos-.
El caso de don Leandro Alfonso de Borbón y Ruiz, hijo bastardo de S.M. el Rey Don Alfonso XIII, que ha venido usando y recibiendo de manera no oficial el título de Infante de España y el tratamiento de Alteza Real, es muy peculiar. Aunque el artículo 3º-1 del real decreto 1368/1987 parece, en una interpretación literal, atribuirle tanto título como tratamiento, como hijo del Rey, ambas cosas han de ser puestas en duda, al interpretar con mayor precisión y justicia que la expresión “los hijos del Rey” de ese artículo 3º-1 se refiere solamente al Rey Don Juan Carlos I y a sus sucesores. Y es que el real decreto 1368/1987 está redactado en tiempo futuro, es decir para regir a partir de su promulgación, y cuando no había otro monarca que el entonces reinante, para él y para sus sucesores. En este mismo sentido, las menciones expresas al Conde de Barcelona y a sus dos hijas Doña Pilar y Doña Margarita, en las disposiciones transitorias primera y segunda, que hubieran sido innecesarias en el otro caso.
Tampoco tienen derecho al tratamiento de Alteza Real, en España, otros príncipes, como los agnados de la Casa de Borbón, que sí pueden ostentarlo por tradición en Francia o en Italia -Dos Sicilias y Parma-, en virtud de las particulares leyes dinásticas de aquellas antiguas monarquías; en algunos casos, incluso oficialmente. Ni aún tienen este derecho los vástagos de otras Casas Reales europeas, que residen en España. Ni mucho menos la miriada de falsarios que se autoatribuyen títulos y posiciones dinásticas de fantasía.
Así es que, en este atribulado Reino de España, fantasías y cortesanías aparte, resulta que existen leyes que limitan el tratamiento de Alteza Real a las Personas de ocho agraciados, como máximo; y son leyes que prohíben taxativamente que cualquier otra persona se lo atribuya o reciba. Y a esas leyes hay que ceñirse, porque, como es lógico, el no hacerlo nos conduce solamente al desorden público, y a la proliferación y difusión de las fantasías dinásticas.
El Dr. Vizconde de Ayala