Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros, por Antonio Gisbert (1888); una de las imágenes icónicas de la pintura de Historia española del siglo XIX y del movimiento liberal
José María Torrijos y Uriarte nació en Madrid el 20 de marzo de 1791, en el seno de una familia de burócratas andaluces al servicio de la Monarquía. Su padre era caballero de la Orden de Carlos III y ayuda de cámara del rey Carlos IV. Gracias a la posición que ostentaba, consiguió que a los diez años el pequeño José María fuera nombrado paje del rey. Enseguida se decidió por la carrera militar y a los trece años ingresó en la Academia de Alcalá de Henares, donde se especializó en el Arma de Ingenieros.
Su participación en la Guerra de Independencia comienza el mismo día 2 de mayo de 1808, cuando acude en ayuda de los capitanes Daoíz y Velarde, que se encontraban sin municiones en el parque de artillería de Madrid. Éstos le envían a negociar con el general francés Gobert, pero en plena misión estalla la sublevación popular antifrancesa de la capital, por lo que es detenido y solo se salva de ser fusilado por la intervención de un ayudante de campo de Murat a quien conocía. En ese momento acababa cumplir los diecisiete años y ostentaba el grado de capitán.
Después se incorporó a la defensa de Valencia y a las de Murcia y Cataluña. En 1810, a sus diecinueve años, alcanza el grado de teniente coronel. Fue hecho prisionero por los franceses, después de ser herido, pero escapa y vuelve a combatir en la guerra. Estuvo a las órdenes de Wellington en la decisiva Batalla de Vitoria, que iba a dar lugar al final de la guerra. Tres meses antes, en marzo de 1813, había contraído matrimonio con Luisa Carlota Sáenz de Viniegra, hija de un intendente honorario del ejército, con la que tendría una hija en 1815 que murió al poco de nacer. Torrijos terminó la guerra con el grado de general de brigada, con solo veintitrés años de edad.
Torrijos en un grabado de época
Tras la vuelta de Fernando VII y el restablecimiento del absolutismo en 1814, Torrijos fue nombrado gobernador militar de Murcia, Cartagena y Alicante, recibiendo en 1816 la gran cruz de San Fernando por sus méritos militares. Pero Torrijos pronto se implicó en las tramas conspirativas liberales que pretendían acabar con el poder absoluto del rey y reinstaurar la Constitución de Cádiz. Para ello ingresó en la masonería adoptando el nombre de Aristogitón.
La conspiración en la que participó directamente fue el intento de pronunciamiento encabezado por el también militar Juan van Halen y que iba a desarrollarse en la zona que militarmente estaba bajo su mando. Comprometió en la intentona al regimiento de Lorena que estaba a su cargo, con la ayuda de su amigo el teniente coronel juan López Pinto, y contactó con diversos grupos liberales clandestinos de su territorio. Pero Torrijos fue descubierto y detenido el 26 de diciembre de 1817, encerrado primero en el Castillo de Santa Bárbara de Alicante y luego en la cárcel de la Inquisición en Murcia. Allí pasaría los dos años siguientes, aunque no abandonó la actividad conspirativa gracias a su esposa que le visitaba en la cárcel y le hacía llegar los papeles clandestinos.
Salió de la cárcel gracias al triunfo del pronunciamiento de Riego, y el 29 de febrero de 1820 acaudilló la proclamación de la Constitución de 1812 en Murcia. El rey Fernando VII, tras verse obligado a aceptar el sistema constitucional, intentó atraerse a Torrijos y le ofreció el traslado a Madrid para ocupar el cargo de coronel del regimiento que llevaba su nombre, pero Torrijos se negó tajantemente, lo que valió la marginación de cualquier responsabilidad por parte de los gobiernos liberales moderados.
Apoyó las sociedades patrióticas defendidas por los liberales «exaltados» y se integró en junio de 1820 en la célebre Fontana de Oro y en los Amantes del Orden Constitucional. Para contrarrestar la política restrictiva de las libertades cívicas de los gobiernos liberales «moderados», Torrijos y otros liberales «exaltados» crearon una sociedad secreta denominada La Comunería, cuya finalidad era defender la Constitución
Participó en la guerra contra las partidas realistas en Navarra y Cataluña, donde fue lugarteniente del general Espoz y Mina, lo que le valió el ascenso a mariscal de campo por orden del gobierno «exaltado» de Evaristo San Miguel. Poco después, el 28 de febrero de 1823, fue nombrado ministro de la Guerra pero no llegó a ocupar el cargo al revocar el Rey el gobierno «exaltado» del que Torrijos formaba parte.
Cuando se produjo la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis, enviados por la Santa Alianza para restaurar el poder absoluto del rey Fernando VII, actuó a las órdenes del general Ballesteros pero este, para que Torrijos no le molestara en su prevista maniobra de no ofrecer ninguna resistencia al enemigo, le envió destinado a Cartagena al mando del VIIIº Distrito militar. Allí defendió la plaza junto a Francisco valdés y Juan López Pinto hasta un mes después de que el gobierno y las Cortes hubieran capitulado ante el Duque de Angulema en septiembre de 1823. Así Torrijos en Cartagena, junto con Espoz y Mina en Barcelona, fueron los últimos militares liberales que resistieron. En el acta de rendición a las tropas francesas firmada el 3 de noviembre de 1823, Torrijos consiguió que los oficiales que marcharan al exilio cobrarían sus sueldos en la emigración, de acuerdo con su condición de refugiados, no de presos políticos. El 18 de noviembre embarcaron Torrijos y su esposa hacia Marsella. Iniciaban así un exilio que iba a cambiar irreversiblemente sus vidas.
Los Cien Mil Hijos de San Luis en España
En Francia sólo permaneció cinco meses debido a la hostilidad mostrada por su gobierno a los exiliados liberales españoles, que estuvieron fuertemente vigilados por la policía y a los que no se les permitió residir en los departamentos fronterizos con España. En ese tiempo Torrijos reclamó para él y para sus subordinados el sueldo estipulado en el convenio de rendición de Cartagena y que el gobierno se negaba a pagar —solo cobrarían después de que la Revolución de 1830 triunfara en Francia— y entró en contacto con el general Lafayette, diputado y uno de los principales líderes de la oposición liberal a la Monarquía de Carta Otorgada de Luis XVIII, con el que mantendría una activa correspondencia de la que surgió una larga amistad.
El 24 de abril de 1824, Torrijos y su esposa embarcaron para Inglaterra y durante los dos primeros años vivieron en una modesta vivienda de Blackheath hasta que a finales de 1826 se trasladaron a Londres. Durante ese tiempo vivió de la ayuda que le proporcionó su antiguo jefe el duque de Wellington, entonces primer ministro británico, que mantuvo hasta julio de 1829 en que se le retiró por el incremento de su actividad conspirativa. Como ese subsidio no era muy grande, tuvo que dedicarse a la traducción. Así tradujo del francés al castellano las Memorias de Napoleón, y del inglés al castellano las Memorias del general Miller, que había participado en la guerra de independencia de Perú y al que Torrijos había conocido personalmente en 1812 durante las campañas contra los franceses en España.
Pocos meses después de irse a vivir a Londres, los exiliados liberales españoles más radicales crearon el 1 de febrero de 1827 una Junta Directiva del Alzamiento en España que fue presidida por Torrijos, convertido así en máximo dirigente de este sector liberal «exaltado» que se había distanciado de las posiciones más moderadas de Francisco Espoz y Mina, hasta entonces el líder de los liberales exiliados en Inglaterra y que por entonces era bastante escéptico sobre las posibilidades de éxito de un pronunciamiento en España contra el absolutismo de Fernando VII.
Francisco Espoz y Mina
En mayo de 1830 Torrijos expuso su plan para la insurrección consistente en la penetración «en circunferencia» en la Península para atacar el centro, Madrid, desde diversos puntos, que se iniciaría con el «rompimiento», es decir, con la entrada en España de los conjurados en Londres encabezados por él mismo y que sería la señal para el levantamiento. El 16 de julio de 1830, la Junta de Londres se disolvió y nombró con carácter interino, hasta que se «reuniese libremente la nación», una Comisión Ejecutiva del levantamiento encabezada por el propio Torrijos, como máximo responsable militar, y por Manuel Flores Calderón, expresidente de las Cortes del Trienio Liberal, como autoridad civil.
Torrijos y sus seguidores llegaron a Gibraltar a principios de septiembre, vía París y Marsella. En Gibraltar permanecerían todo un año, hasta finales de noviembre de 1831, y desde allí Torrijos impulsó varios conatos insurreccionales en febrero y marzo de 1831, que fueron respondidos por una brutal represión del gobierno absolutista de Fernando VII, cuya víctima más famosa fue Mariana Pineda, ejecutada en Granada el 26 de mayo de ese año.
El Peñón de Gibraltar
En septiembre de 1831 el Capitán General de Andalucía le propuso al gobierno «apoderarse del caudillo revolucionario Torrijos por sorpresa o estratagema». El principal protagonista de ésta sería el gobernador de Málaga, Vicente González Moreno, quien desde el mes anterior había iniciado una activa correspondencia con Torrijos bajo el seudónimo de Viriato, haciéndose pasar por un liberal que le aseguraba que el mejor lugar para el desembarco sería la costa de Málaga, donde tendría asegurado el apoyo de las guarniciones y donde todos los liberales estaban dispuestos a secundarle.
Vicente González Moreno
Desgraciadamente Torrijos hizo más caso a Viriato, y a algún liberal auténtico que también le escribió animándole, que a la Junta de Málaga que intentaba disuadirle de que desembarcara en aquellas costas si no contaba con suficientes fuerzas.
El 30 de noviembre partieron de Gibraltar dos embarcaciones con sesenta hombres encabezados por Torrijos, suficientes para el proyecto, ya que el desembarco no tenía carácter militar, sino que solo pretendían pisar tierra española y «pronunciarse», lo que constituiría el «rompimiento» que desencadenaría el levantamiento liberal en toda España. Llevaban unos impresos de un Manifiesto a la Nación, además de diversas proclamas. Como elementos simbólicos, uniformes, banderas y emblemas con las armas de España. Sus lemas: Patria, Libertad e Independencia, y el grito del «rompimiento»: ¡Viva la Libertad!.
La mañana del 2 de diciembre de 1831, divisaron tierras malagueñas, tras casi cuarenta horas de viaje. Llegando a la costa les sorprendió el barco Neptuno, que abrió fuego contra los liberales. No quedándoles más refugio que la propia tierra, Torrijos y los suyos se apresuraron hacia la playa de El Charcón. Entonces el grupo de Torrijos inició su camino hacia la Sierra de Mijas, pero cuando estaban cerca del propio pueblo de Mijas, aparecieron formaciones dispuestas a cortarles el paso y capturarles, por lo que Torrijos ordenó a sus hombres que bordeasen el pueblo. Tras varios días de camino, descendieron por la vertiente norte de la sierra de Mijas y se adentraron en el Valle del Guadalhorce hacia Alhaurín de la Torre, situado a veinte kilómetros de Málaga. Se refugiaron en Torrealquería del Conde de Mollina (Alhaurín de la Torre). Con las primeras luces del alba del día 4 de diciembre de 1831, los Voluntarios Realistas de Coín dispararon sus armas para dar a entender a los liberales que ya estaban localizados y que habían sido rodeados. A continuación se inició el ataque. Los liberales, por su parte, abrieron fuego desde el interior. Finalmente Torrijos decidió rendirse y esperar que cambiara en Málaga el curso de los acontecimientos.
El grupo fue conducido prisionero al Convento de los Carmelitas Descalzos de San Andrés, donde pasarían sus últimas horas. A las once y media de la mañana del domingo 11 de diciembre de 1831, Torrijos y sus 48 compañeros fueron fusilados sin juicio previo en dos grupos en la Playa de San Andrés de Málaga.
A título póstumo, la Reina Gobernadora María Cristina, le concedió el condado de Torrijos (1837), merced nobiliaria que emplearía su esposa junto a la de vizcondesa de Fuengirola.
La ciudad de Málaga erigió un monumento a Torrijos y a sus compañeros en la Plaza de la Merced. Bajo el citado monumento, se encuentran las tumbas de 48 de los 49 hombres fusilados; uno de ellos, británico, fue enterrado en el cementerio inglés de la ciudad.
Monumento a Torrijos y sus compañeros en la Plaza de la Merced de Málaga
Foto: Zangarreon
A la muerte de Torrijos y sus compañeros
Helos allí: junto a la mar bravía
cadáveres están ¡ay! los que fueron
honra del libre, y con su muerte dieron
almas al cielo, a España nombradía.
Ansia de patria y libertad henchía
sus nobles pechos que jamás temieron,
y las costas de Málaga los vieron
cual sol de gloria en desdichado día.
Españoles, llorad; mas vuestro llanto
lágrimas de dolor y sangre sean,
sangre que ahogue a siervos y opresores,
y los viles tiranos con espanto
siempre delante amenazando vean
alzarse sus espectros vengadores.
(José de Espronceda)