El general Palafox retratado por Goya
"...Y entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde... Benito Pérez Galdós, "Zaragoza"
Guerra de Independencia. Fracasado su primer intento en el verano de 1808, las fuerzas francesas vuelven a sitiar Zaragoza el 21 de diciembre de ese mismo año. El ejército francés, consciente de la importancia estratégica de la ciudad y del impacto moral que tenía su resistencia ante el ejército francés, pues era ya un símbolo para todos los patriotas españoles, volvió con numerosas tropas mandadas esta vez por el mariscal Lanne. Sumaban más de 35.000 soldados de infantería y 2.000 de caballería.
La ciudad de zaragoza estaba ahora más preparada y, aunque no había dado tiempo a acabar las fortificaciones, se pudo disponer de hasta 160 cañones gracias a los capturados en el sitio previo y se pudo reunir la cosecha antes del asedio. Los defensores incluían unos 30.000 soldados regulares, amén de miles de voluntarios de la ciudadanía cuya colaboración fue muy importante. A pesar de ser informado de la capitulación de Madrid frente al ejército imperial, Palafox se negó a negociar una rendición: «¡Después de muerto, hablaremos!», replicó.
El 21 de diciembre los franceses atacaron Zaragoza por varios puntos, tratando de tomar el canal Imperial en Casablanca y La Paz así como los barrios exteriores del Arrabal y Torrrero. Precisamente en esta batalla, el «Regimiento de Infantería Voluntarios de Castilla» se ganó el sobrenombre de «El Héroe», apodo alcanzado por la valentía mostrada contra los franceses especialmente en la toma a la bayoneta del Monte Torrero y en la defensa del Convento de Jesús el 21 de diciembre de 1808.
La captura del camino a Zuera, la voladura del Puente de América por los defensores para evitar su captura y sus avances extramuros, aislaron a los defensores. Los franceses realizaron el segundo sitio más exhaustivamente, y dedicaron los días siguientes a construir puentes sobre el Ebro por Juslibol (22 de diciembre) y sobre el Huerva (25-26 del mismo mes) con los que asegurar su cerco alrededor de la ciudad. Simultáneamente, y en la más pura ortodoxia militar, avanzaron con trincheras paralelas a las defensas de la ciudad.
Plano del Segundo Sitio
En San José, Santa Engracia y los alrededores de la Aljafería se combatió entonces con denuedo. Los avances franceses se convirtieron en costosos, y los contraataques del General O' Neylle lograban recuperar parte de lo perdido. Especialmente exitosa fue la salida del 31 de diciembre, aprovechándose de las inundaciones que habían dañado los puentes franceses, en la que los defensores llegaron a Juslibol.
El general Palafox, comandante en jefe de los defensores, dedicó en un bando palabras de elogio para sus tropas en esa jornada y ya decidió la creación de una cinta roja que deberían portar, como señal de distinción, los militares y paisanos participantes en los combates::
"Para que el día de ayer sea anotado entre los grandes y felices de nuestro Exército, he dispuesto que en testimonio de vuestra bizarría llevéis al pecho una cinta encarnada todos los que os señalasteis en tan distinguida acción: también vosotros Vecinos de esta Ciudad que quisisteis disfrutar de iguales glorias hallándoos en el fuego en medio de mis Soldados llevareis con ellos esta distinción: Usadla sí, valientes Soldados, y sea entre vosotros un estímulo: Sabed que me hallareis pronto siempre à premiar vuestro valor, así como à castigar la menor cobardía, que no espero en vosotros. Ceñid esas espadas ensangrentadas que son el vinculo de vuestra felicidad, el apoyo de la Patria, el cimiento del Trono de FERNANDO, y la gloria de vuestro General. = Quartel general de Zaragoza Iº de Enero de 1809".
Tras casi un mes de ataques y contraataques, el 15 de enero caía el reducto del Pilar, último de los fortines extramuros del perímetro español.
En los días siguientes, los franceses instalaron sus baterías en estos puestos de las afueras. Hoy en día, el barrio zaragozano de la Bombarda lleva tal nombre en recuerdo a una pieza de artillería que se ubicó en la zona. Aproximándose desde el Huerva, los franceses trataron de tomar el convento de los Trinitarios y la huerta de Santa Engracia, entradas a la ciudad desde el sur. Los puestos avanzados establecidos el 28 de enero por un asalto general se fueron ampliando en lentos y meticulosos combates. La resistencia casa por casa obligaba a los franceses a volar los edificios uno a uno, retrasando su avance y sufriendo numerosas bajas.
Asalto al Convento de Santa Engracia el 8 de febrero de 1809, por Lejeune
El comandante francés llegó a expresar en una carta al Emperador:
"...Jamás he visto encarnizamiento igual al que muestran nuestros enemigos en la defensa de esta plaza. Las mujeres se dejan matar delante de la brecha. Es preciso organizar un asalto por cada casa. El sitio de Zaragoza no se parece en nada a nuestras anteriores guerras. Es una guerra que horroriza. La ciudad arde en estos momentos por cuatro puntos distintos, y llueven sobre ella las bombas a centenares, pero nada basta para intimidar a sus defensores ... ¡Qué guerra! ¡Qué hombres! Un asedio en cada calle, una mina bajo cada casa. ¡Verse obligado a matar a tantos valientes, o mejor a tantos furiosos! Esto es terrible. La victoria da pena..."
Con el paso del tiempo fueron cayendo uno a uno los barrios periféricos (Huerta de Santa Engracia y el Carmen, en cuya puerta aún se aprecian los efectos de la guerra, el Arrabal...) y los conventos donde se habían hecho fuertes los defensores. La batalla fue terrible para la ciudad, que vio bombardeada la Basílica del Pilar y el Hospital de Gracia, la Universidad de Zaragoza, saqueados los archivos de la Diputación, etc.
Asalto francés a Zaragoza
A pesar de todo, los defensores siguieron resistiéndose hasta que la falta de víveres y las terribles condiciones higiénicas que siempre causan los asedios propiciaron una epidemia de tifus. Palafox mantuvo su respuesta de "Guerra y Cuchillo" a la rendición, pero él mismo enfermó gravemente y fue sustituido por Saint-Marq. Éste, en connivencia con la Junta de Defensa, decidió rendir la exhausta ciudad, incapaz ya de seguir luchando. Palafox se opuso hasta el final y hubo numerosos partidarios de continuar la lucha hasta sus últimas consecuencias que trataron de asaltar los arsenales para proseguir la lucha. Finalmente, el 21 de febrero, Zaragoza capituló ante el cuartel general de Lannes en el molino de casablanca
La ciudad, que antes era conocida como "La Florencia de España", quedó prácticamente destruida y de 55.000 ciudadanos que había antes de los sitios sobrevivieron 12.000.
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Una vez regresado a España, Femando VII creó por Real Orden de 30 de agosto de 1814 la Cruz de Distinción del 2º Sitio de Zaragoza para todos los generales, jefes y oficiales que se hallaron en la defensa de la ciudad en ese su segundo Sitio y por Real Orden de 12 de septiembre de ese mismo año 1814, se hizo extensiva esta distinción a los soldados y habitantes de Zaragoza.
La insignia es un cruz griega esmaltada en color rojo. En el centro, la Virgen del Pilar en oro, rodeada de laurel y sobre un óvalo blanco; en el reverso EL REY A L(o)s. DEF(ensores). DE ZAR(agoza). Tiene corona mural y pende de una cinta color paja con los cuatro palos de gules de Aragón
Cruz de Distinción del Segundo Sitio de Zaragoza, anverso y reverso.
Foto: Regimiento Numancia
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