Eduardo VIII ha pasado a la Historia como el monarca británico que dejó su trono por amor. Una situación que todavía hoy en día es objeto de análisis y comentarios.
El 20 de enero de 1936 fallecía el rey Jorge V y, cumpliéndose las previsiones sucesorias, el hasta entonces Príncipe de Gales subía al trono británico como Eduardo VIII. Al día siguiente rompió el protocolo real al contemplar las alegrías populares por su ascenso al trono desde una ventana del Palacio de Saint James, en compañía de Wallis Simpson, que a la sazón aún permanecía casada.
Su relación con la Sra. Simpson se convertiría en el eje de su efímero reinado.
Para conmemorar su advenimiento al trono británico se acuñaron algunas medallas conmemorativas. Pero sin duda la pieza más notable es la que se llegó a acuñar anticipadamente para celebrar su coronación, ceremonia prevista para el 12 de mayo de 1937.
Anverso:
Efigie de S.M. Eduardo VIII coronado y con uniforme militar, rodeado por la leyenda con la fecha de su coronación: "Edward VIII Crowned May XII MCMXXXVII".
Reverso:
Imagen alegórica de Britania sedente sosteniendo la corona sobre la que se posa un ave y con un casco griego reposando sobre un basamento pétreo. Le rodea la leyenda alusiva a los Dominios y Colonias del Imperio Británico: "Britain. Canada. India. Africa. Australia. New Zealand". En el exergo tres ondas marinas.
Medalla de la Coronación de Eduardo VIII
Su relación con la Sra. Simpson se convertiría en el eje de su efímero reinado.
Para conmemorar su advenimiento al trono británico se acuñaron algunas medallas conmemorativas. Pero sin duda la pieza más notable es la que se llegó a acuñar anticipadamente para celebrar su coronación, ceremonia prevista para el 12 de mayo de 1937.
Anverso:
Efigie de S.M. Eduardo VIII coronado y con uniforme militar, rodeado por la leyenda con la fecha de su coronación: "Edward VIII Crowned May XII MCMXXXVII".
Reverso:
Imagen alegórica de Britania sedente sosteniendo la corona sobre la que se posa un ave y con un casco griego reposando sobre un basamento pétreo. Le rodea la leyenda alusiva a los Dominios y Colonias del Imperio Británico: "Britain. Canada. India. Africa. Australia. New Zealand". En el exergo tres ondas marinas.
Medalla de la Coronación de Eduardo VIII
Lo más curioso de esta Medalla es que Eduardo VIII nunca llegó a ser coronado. El monarca abdicó cinco meses antes de que tal solemnísima ceremonia tuviera lugar, por lo que contamos con una pieza histórica que conmemora un acontecimiento que jamás sucedió.
Entre la inmediata proclamación del nuevo monarca y su coronación suelen transcurrir varios meses, o incluso más tiempo, pues es necesario respetar el luto por el soberano fallecido y organizar la espectacular ceremonia con el debido margen.
Curiosamente, como la coronación de Eduardo VIII se iba a celebrar el 12 de mayo de 1937 y no era preciso guardar luto, pues éste monarca abdicó, su hermano, Jorge VI sería coronado en Westminster ese mismo día.
S.M. Eduardo VIII, rodeado por los heraldos del Colegio de Armas momentos antes de procederse a la inauguración del Parlamento el 3 de noviembre de 1936
Eduardo VIII fue el primer monarca británico en volar en un avión y sus acciones personales fueron interpretadas como una interferencia en asuntos políticos. En su visita a los pueblos mineros del carbón en el sur de Gales, su observación, «hay que hacer algo», para los mineros en paro fue considerada directamente como una crítica al Gobierno.
Entre la inmediata proclamación del nuevo monarca y su coronación suelen transcurrir varios meses, o incluso más tiempo, pues es necesario respetar el luto por el soberano fallecido y organizar la espectacular ceremonia con el debido margen.
Curiosamente, como la coronación de Eduardo VIII se iba a celebrar el 12 de mayo de 1937 y no era preciso guardar luto, pues éste monarca abdicó, su hermano, Jorge VI sería coronado en Westminster ese mismo día.
S.M. Eduardo VIII, rodeado por los heraldos del Colegio de Armas momentos antes de procederse a la inauguración del Parlamento el 3 de noviembre de 1936
Eduardo VIII fue el primer monarca británico en volar en un avión y sus acciones personales fueron interpretadas como una interferencia en asuntos políticos. En su visita a los pueblos mineros del carbón en el sur de Gales, su observación, «hay que hacer algo», para los mineros en paro fue considerada directamente como una crítica al Gobierno.
En las relaciones exteriores también comenzó a intervenir, manteniendo conversaciones con el embajador alemán en Londres, consideradas indebidas constitucionalmente. Hasta le llegó a confesar a von Hoesch que amenazó al primer ministro Baldwin con la abdicación si Inglaterra entraba en guerra con Alemania. Esto convenció a Hitler de que los británicos no intervendrían ante la ocupación de Renania.
El enfoque poco ortodoxo del rey Eduardo sobre su función se extendió también a la moneda que llevaba su imagen. Rompió con la tradición de que en las sucesivas monedas de cada monarca la imagen miraba en la dirección opuesta a la de su predecesor. Eduardo VIII insistió en que la cara mirara hacia la izquierda (como había hecho su padre), para mostrar la raya que efectuaba en su peinado. Sólo un puñado de monedas fueron acuñadas antes de la abdicación y cuando lo sucedió Jorge VI, su imagen también miraba hacia la izquierda, para mantener la tradición sugiriendo que había alguna cantidad de monedas acuñadas con el retrato de Eduardo VIII mirando hacia la derecha.
El 16 de julio de 1936 se produjo un intento de asesinar a Eduardo VIII. Un irlandés descontento, Jerome Brannigan, sacó un revólver cargado cuando el rey montaba a caballo por Constitution Hill, cerca del palacio de Buckingham. La policía vio el arma, seabalanzó sobre él y lo detuvo rápidamente. En el juicio, Brannigam alegó que "una potencia extranjera le había encargado que matara al monarca".
En agosto y septiembre, Eduardo VIII y la señora Simpson recorrieron el Mediterráneo oriental en el yate de vapor "Nahlin". En octubre quedó claro que el nuevo rey planeaba casarse con la señora Simpson, sobre todo cuando el proceso de divorcio fue llevado a la Corte de la Corona en Ipswich. Se hicieron los preparativos para todas las contingencias, incluida la perspectiva de la coronación del rey Eduardo VIII y la "reina" Wallis. Debido a las implicaciones religiosas de cualquier matrimonio, se hicieron planes para celebrar una ceremonia de coronación secular fuera de la tradicional ubicación religiosa, la Abadía de Westminster, llevándola a cabo en el Banqueting House en el Palacio de Withehall.
S.M. Eduardo VIII.
El 16 de noviembre de 1936, Eduardo VIII invitó al primer ministro Stanley Baldwin al Palacio de Buckingham y le expresó su deseo de casarse con Wallis Simpson, cuando ésta estuviera en condiciones de volver a contraer matrimonio. Baldwin informó al Rey de que sus súbditos consideraban el posible matrimonio como moralmente inaceptable, en gran parte debido a que volverse a casar después de un divorcio era opuesto a los principios de la Iglesia de Inglaterra, y el pueblo no toleraría a Wallis como reina. Como soberano, Eduardo VIII ocupaba el puesto de Gobernador Supremo de la Iglesia de Inglaterra, y el clero esperaba que apoyara las enseñanzas de la Iglesia. Eduardo VIII propuso la solución alternativa de un matrimonio morganático, según el cual podría mantenerse como Rey, pero Wallis no se convertiría en reina. A Wallis se le otorgaría un título menor y los hijos que tuvieran no heredarían el trono. Esto también fue rechazado por el gabinete británico, así como por otros gobiernos de los Dominios, cuyas opiniones se solicitaron de conformidad con el Estatuto de Westminster de 1931, que preveía, en parte, que "cualquier alteración en la ley que afecte a la sucesión al trono o los títulos y tratamientos reales, en lo sucesivo requerirá el consentimiento de los Parlamentos de todos los Dominios, así como del Parlamento del Reino Unido" .
La Sra. Simpson en una fotografía de 1936
Los primeros ministros de Australia, canadá y Sudáfrica dejaron clara su oposición al matrimonio del Rey con una divorciada. El primer ministro irlandés expresó su desapego e indiferencia, mientras que el primer ministro de Nueva Zelanda, que nunca antes había oido hablar de la señora Simpson, vaciló con incredulidad. Frente a esta oposición, Eduardo VIII en un primer momento respondió que "no había mucha gente en Australia y quesu opinión no importaba".
El rey informó a Baldwin de que iba a renunciar si no podía casarse con la señora Simpson. Baldwin le presentó después a Eduardo VIII tres opciones: renunciar a la idea del matrimonio, casarse en contra de los deseos de sus ministros o abdicar. Era evidente que Eduardo VIII no estaba dispuesto a renunciar a la señora Simpson, y sabía que si se casaba contra el consejo de sus ministros causaría que el gobierno dimitiera, lo que provocaría una crisis institucional. Eduardo escogió abdicar.
El 10 de diciembre de 1936, Eduardo VIII firmó los documentos de abdicación en presencia de sus hermanos, el Duque de York, el Duque de Gloucester y el Duque de Kent. Al día siguiente, el último acto de su reinado fue la aprobación real del Acta de Declaración de Abdicación de Su Majestad de 1936. Según lo dispuesto por el Estatuto de Westminster, todos los dominios consintieron a la abdicación del rey.
La noche del 11 de diciembre de 1936, Eduardo, que ahora tenía nuevamente el título de príncipe, dio un discurso a la nación y al Imperio, para explicar su decisión de abdicar. Fue entonces cuando dijo la famosa frase: «me ha resultado imposible soportar la pesada carga de responsabilidad y desempeñar mis funciones como rey, en la forma en que desearía hacerlo, sin la ayuda y el apoyo de la mujer que amo».
Acta de abdicación de Eduardo VIII que se conserva en los Archivos Nacionales de Londres
Después de la abdicación, Eduardo partió del Reino Unido para dirigirse a Austria, aunque no pudo reunirse con la señora Simpson hasta que su divorcio fue efectivo, varios meses después. Su hermano, el príncipe Alberto, duque de York, accedió al trono como Jorge VI. La hija mayor de Jorge, la Princesa Isabel, ocupó el primer lugar en la línea de sucesión, convirtiéndose en la heredera.
El 12 de diciembre de 1936, ante el Consejo privado del reino Unido, Jorge VI anunció que iba a convertir a su hermano en «Su Alteza Real el Duque de Windsor».
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