El pasado lunes 17 de junio la Fundación Il Giglio presentó la obra de Lucio Militano "Los ferrocarriles de las Dos Sicilias".
En los libros de historia se recuerda que la primera línea férrea italiana fue la Nápoles-Portici, del año 1839. Sin embargo esto no se presenta como un éxito del Reino napolitano, signo de su desarrollo técnico y cultural y de su política previsora, sino que se pretende siempre que estos primeros ferrocarriles fueron sólo el excéntrico y costoso juguete del Rey Fernando de Borbón y de su corte.
Representación pictórica del viaje inaugural Nápoles-Portici
De hecho, se añade, cuando la unificación de Italia, el Sur estaba atrasado y abandonado en cuanto a ferrocarriles como en todo lo demás. Con el fin de apoyar esta tesis, se omiten, obviamente, los proyectos que entonces estaban realizándose, y también los que estaban ya financiados y fueron bruscamente interrumpidos por los acontecimientos de 1860.
También se calla sobre las enormes dificultades técnicas que representaba una orografía bien distinta de la de la llanura padana, y que requirieron una capacidad de innovación en ingeniería que incluso hoy es considerada por los expertos del sector como la más avanzada de su época.
Ceremonia inaugural de la línea de ferrocarril Nápoles-Portici en presencia de S.M. Fernando II
Ni se dice que los ferrocarriles de las Dos Sicilias, después de 1860, fueron desmantelados y vendidos a los amigos y socios de los revolucionarios, o que tras la invasión todo se paralizó y se dejó morir, como sucedió con aquella joya de la empresa mecánica que fue Pietrarsa.
Este breve trabajo de Lucio Militano, ingeniero e investigador, repasa veinticinco años de historia ferroviaria borbónica con la competencia del técnico y con la pasión del historiador, haciendo justicia al ingenio y a la voluntad de los pioneros de los ferrocarriles napolitanos.
Nápoles-Portici era el primer tramo de la línea Nápoles-Salerno y comunicaba la capital del Reino de las Dos Sicilias con el Palacio Real de Portici, a los pies del Vesubio. Cubría la distancia de 7 kms y 25 metros y fue proyectada por el ingeniero francés Armand bayard de la Vingtrie, quien había recibido la concesión por parte de Fernando II en 1837. Dicha concesión contemplaba la realización de obras a lo largo de la bahía de Nápoles que comunicaran la capital del Reino con Salerno y Avellino.
Grabado de época que muestra la Estación de Ferrocarril de Nápoles
Se importaron tres locomotoras desde el Reino Unido adquiridas a la Longridge and Company. Dos de ellas, las bautizadas como "Vesubio" y "Bayard" fueron empleadas para el arrastre de vagones de pasajeros, mientras que la tercero sirvió para arrastrar vagones y plataformas de mercancías.
Desde su inauguración, el 3 de octubre de 1839 y hasta finales de ese mismo año, la línea Nápoles-Portici fue utilizada por un total de 131.116 pasajeros.
S.M. Fernando II de las Dos Sicilias, impulsor de los ferrocarriles como reza la inscripción de su escultura en los talleres de Pietrasa que él fundara
La línea férrea se amplió llegando a Nocera en 1844, a Cava dei Tirreni en 1858 y a Viatri sul Mare en 1860, año de la invasión del Reino de las Dos Sicilias por garibaldinos y piamonteses..
Para dotar de material ferroviario a la línea, Fernando II inauguró en 1840 los talleres denominados Officine di Pietrarsa.
Interior de los talleres de Pietrarsa, hoy Museo Ferroviario
No hay comentarios:
Publicar un comentario