Geraldo Sempavor representado a caballo en las armas de la ciudad de Évora
Gerardo Geráldez, conocido como Geraldo Sempavor ("sin miedo") es uno de esos personajes legendarios de la historia portuguesa, inmerso en las luchas de la Reconquista contra los musulmanes.
Se conocen pocos datos de sus primeros años pero sí sabemos que era de espíritu aventurero y poco dado a la vida regalada. Muy pronto abandonó el norte de Portugal para probar suerte en el sur, en las luchas contra los musulmanes de la Taifa de Badajoz.
Formó una heterogénea mesnada de guerreros reclutando para su causa a proscritos, salteadores y aventureros, de los que se erigió en caudillo. Es citado por el cronista musulmán Ibn Sahib al-Sala en su obra Al-Mann bil-Imama, en la que describe los audaces golpes de mano de los hombres de Geraldo.
En la conquista de la región del Alentejo por Alfonso I de Portugal, Gerardo Sempavor se ofreció como voluntario para tomar la ciudad de Évora (1165), así como las localidades vecinas de Serpa y Juromenha. Utilizando como base de operaciones un castro hoy conocido como Castillo de Gerardo en Valverde, y del cual existen algunas ruinas, se introdujo en los muros de la ciudad, ejecutando al gobernador musulmán y entregando la plaza al soberano luso.
Geraldo Sempavor, representado a lo Perseo, con la cabeza del gobernador musulmán de Évora en la mano
Foto: Soerfm
Gerardo, además de la conquista de la región de Alentejo, conquistó a los musulmanes algunas plazas de la actual Extremadura, como Cáceres, Trujillo (1165), Montánchez (1166), y Santa Cruz de la Sierra (1167), bloqueando la expansión del Reino de León hacia el sur.
De personalidad imprevisible, fue uno de los principales entusiastas de la toma de Badajoz, campaña que, en 1169, vendría a revelarse como un desastre para las fuerzas de Alfonso I de Portugal y para las del propio Gerardo en particular, ya que Badajoz pertenecía, en caso de conquista, según el Tratado de Sahagún, al Reino de León por lo que su rey, Fernando II, le declaró la guerra a los portugueses.
Las aventuras de Geraldo Sempavor fueron llevadas al cómic en nuestro país vecino
A principios del verano de 1169, Geraldo tomó la ciudad de Badajoz tras un largo asedio, pero la guarnición se refugió en la alcazaba, donde siguió resistiendo. Al ver la oportunidad de añadir a sus dominios la ciudad y su región circundante, Alfonso I de Portugal llegó con un ejército a Badajoz para socorrer su vasallo nominal.
Fernando II de León llegó más tarde con un ejército al que se unieron 500 jinetes enviados por Ysuf, rey Taifa de Badajoz y vasallo del leonés. El sitiador portugués se convirtió en sitiado por los leoneses y los combates estallaron en las calles. Al tratar de huir, Afonso fue capturado en una de las puertas de la ciudad, fracturándose además una pierna. Geraldo fue también capturado, en este caso por el mayordomo leonés, Fernán Ruiz de Castro, llamado el Castellano, Alcaide de las Torres de León.
Después de la refriega los leoneses tomaron el control de la ciudad y la alcazaba, que pronto devolvieron a sus aliados musulmanes. Todas las conquistas de Geraldo, a excepción de Juromenha, fueron cedidas para comprar su libertad. Fernando II conservó Cáceres; Trujillo, Montánchez, Santa Cruz de la Sierra, y Monfragüe se las cedió a Fernán Ruiz.
Fragmento de Os Lusíadas de Camoens donde se cita a Geraldo Sempavor
Entre 1171 y 1172, mientras Yusuf estaba librando una guerra en Valencia y Murcia, la anarquía se extendió por Extremadura, interviniendo en la región, leoneses, portugueses, y tropas almohades. Geraldo aprovechó la ausencia de Yusuf conquistar Beja en el Alentejo (1172), pero el caudillo portugués no llegó a un acuerdo para culminar las operaciones con el rey Alfonso I de Portugal.
Ante ese contratiempo marchó a Sevilla para ponerse al servicio del Califa almohade. Para mantenerlo alejado de Portugal, fue enviado a Marruecos con 350 soldados. Allí recibió la gobernación de al-Sus (el desierto del sur del magreb), pero pronto entró en negociaciones con su ex monarca en relación para emplear al-Sus como base para una invasión portuguesa.
Interceptada su correspondencia, fue detenido y condenado a muerte.
Así terminaba la historia de Geraldo Sempavor, pero se consolidaba el mito del héroe libre e independiente de la Reconquista portuguesa.
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