Fue el pueblo de Madrid quien canonizó por aclamación popular a San Isidro en 1212, momento en el que se descubre su glorioso cuerpo incorrupto. Alfonso VIII declara que fue San Isidro quien se apareció en la Batalla de Las Navas, y Madrid declara a San Isidro, en 1212, patrón de la Villa.
En el tercer cuarto del siglo XIII aparece representado Isidro en los milagros por él realizados con aureola de santidad en las pinturas del arca que contuvo su cuerpo. Fernando III coloca una estatua de Isidro en la catedral de Toledo, como Pastor de las Navas, y el retablo gótico de la iglesia de San Andrés, hoy desaparecido, contiene una pintura que representa el milagro de los bueyes. Es incesante el número de personas que acuden a visitar su sepulcro, desde reyes a campesinos, obrándose por su intercesión numerosos milagros. La Villa de Madrid saca en procesión su cuerpo incorrupto para implorar la lluvia. En el siglo XVI una capilla lleva su nombre -la conocida hoy como Capilla del Obispo- y una ermita, junto al río Manzanares. San Isidro fue santo por canonización popular, que era el procedimiento habitual en la Edad Media. La voz del pueblo era la voz de Dios.
Sin embargo, en el siglo XVI surgen los primeros problemas por parte de la autoridad eclesiástica, que no considera oportuna la veneración a un santo que no ha sido canonizado por el sucesor de Pedro. El 19 de julio de 1567 visita la Iglesia de San Andrés D. Diego Gómez Tello Girón, gobernador y administrador general del arzobispado de Toledo, Visita en la que se señala hacerse estando el templo cerrado, por no estar Isidro canonizado. En la Visita de 5 de junio de 1570, el doctor Gencor ordena al cura y beneficiado de esta iglesia, bajo pena de excomunión, no sacar el cuerpo de Isidro del arca, por igual motivo.
El mundo había cambiado considerablemente durante el siglo XVI, en especial desde la celebración del Concilio de Trento, a partir del cual, en el asunto de las declaraciones de santidad, se concede exclusividad a la Santa Sede, para evitar abusos y las críticas realizadas por la reforma luterana.
Por otra parte, Madrid, desde 1561 además de Villa, era la sede de la Monarquía de un vasto imperio que se había dilatado hasta extremos inimaginables cien años antes. La cuestión de San Isidro se convertía en un caso que afectaba a la diócesis de Toledo, a la Villa y a la Corte.
La Ermita del Santo
El primer paso para iniciar la canonización de San Isidro lo dio el arzobispo de Toledo, Cardenal Quiroga, quien comisiona en 1584 al doctor Segura Santos, para hacer visita al santo. Es expuesto el cuerpo durante nueve días. Unos años más tarde, el 25 de marzo de 1593, escribe Felipe 11 al Duque de Sesa, embajador en Roma, para que se interese por el proceso ante Clemente VIII. El Concejo de la Villa, reunido en sesión el 6 de abril del mismo año nombró a Fernando Menéndez de Ocampo, a Diego Salas Barbadillo y a Fray Domingo de Mendoza, procuradores de causa. El Cabildo de curas y beneficiados de Madrid escribe a Clemente VIII el 15 de marzo de 1596 solicitando la canonización del patrón de Madrid.
Colegiata de San Isidro el Real de Madrid, donde se venera su cuerpo incorrupto
Se inicia de este modo un complejo proceso que llevó a realizar declaraciones a cientos de madrileños contemporáneos de Felipe II y Felipe III, sobre el culto dado a San Isidro en la Villa y otros lugares, que dieron lugar a los trece tomos del Proceso de Beatificación y Canonización de San Isidro custodiado por el Arzobispado de Madrid.
Recibida la orden de Roma de iniciar el proceso, mandó el arzobispo de Toledo D. Gaspar de Quiroga al vicario de Madrid, D. Juan Bautista Neroni recoger datos sobre la vida, virtudes y milagros de Isidro, empleando para ello tres años.
El Nuncio de Su Santidad en España, D. Camilo Cayetano, comisionó a Fray Domingo de Mendoza para que hiciera lo mismo, el 23 de agosto de 1597. El arzobispo de Toledo, Archiduque Alberto, encargó un nuevo proceso -el tercero- a D. Domingo de Mendicta, canónigo de Osma y Vicario General de Madrid.
La muerte de Felipe II, defensor de la causa, el 13 de septiembre de 1598 hace que se estanque el proceso, sin que se reactivase por las cartas enviadas el 27 de marzo de 1599 por el clero de Madrid al Papa Clemente VIII, al Colegio de Cardenales, y otros. Muerto en 1605 Clemente VIII, y tras el efímero pontificado de su sucesor León XI -27 días-, fue elegido Paulo V.
En 1611, expulsados los moriscos de la península por Felipe III, el rey vuelve a interesarse ante el Sumo Pontífice por el proceso de San Isidro, por medio de su embajador en Roma D. Francisco de Castro. Paulo V, teniendo en cuenta el informe
favorable de tres Auditores de la Sagrada Rota, designados a este fin, dio principio al proceso Apostólico, nombrando jueces bajo su superior autoridad para la realización de nuevos procesillos, a D. Bernardino de Rojas y Sandoval, Cardenal Arzobispo de Toledo, al P. Francisco de Sosa, de los menores observantes, y a D. Juan de Hoces, Canónigo tesorero de la Iglesia de Cartagena.
Dicho tribunal hizo dos procesos: uno Compulsorial, en el que incluyeron los tres primeros procesos preparatorios de carácter informativo, junto con otra documentación, y otro Remisorial, con las declaraciones de doscientos sesenta y cinco testigos. Fueron enviados a Roma junto con una copia del llamado Códice de Juan Diácono`,.
El proceso original se encuentra en el Archivo Vaticano, teniendo lugar la primera sesión el 4 de febrero de 1612.
El proceso en la Ciudad Eterna iba lento. El Cabildo de Madrid escribe a Paulo V el 14 de septiembre de 1615 suplicando la canonización de San Isidro, y por primera vez, de su santa esposa, María de la Cabeza. El Concejo de Madrid se impacienta y decide enviar a Roma a D. Diego Barrionuevo, Caballero del hábito de Santiago, y Regidor perpetuo de la Villa, quien por haber sanado de gota por intercesión del santo, tenía gran interés en verle canonizado.
Por fin el 14 de junio de 1619 Paulo V firma el Decreto Apostólico declarando Beato o Bienaventurado a Isidro. Concede que se le pueda llamar Beato, establece su fiesta el día 15 de Mayo y confirma el patronazgo de Isidro sobre la Villa de Madrid. Autoriza se pueda celebrar oficio y Misa en los territorios de la Monarquía Hispánica: España, Portugal, y las Indias Orientales y Occidentales. En Madrid, puede celebrarse misa con rito doble y octava. El documento pontificio fue traducido al castellano por Tomás Gracián Dantisco el 29 de septiembre del mismo año, e impreso en 1619.
El júbilo en la Villa de Madrid fue grande, pero estando Felipe III en Lisboa, se consideró oportuno aplazar la celebración hasta el regreso del monarca, estableciendo con buen criterio la fecha del 15 de mayo de 1620 para celebrar la fiesta de su beatificación.
Las fiestas comenzaron el viernes 15 de mayo de 1620. A las diez de la mañana acudió Felipe III a la iglesia de San Andrés, acompañado del Nuncio de Su Santidad, los Grandes, embajadores, y las guardias española, tudesca y los arqueros. La misa de pontifical fue oficiada por el Arzobispo de Burgos, Presidente del Consejo de Castilla. La iglesia estaba adornada con tapicerías del Real Palacio.
Por la tarde se programó una muy solemne procesión, portando el cuerpo incorrupto del santo, que por primera vez salía en el arca de plata donada por la cofradía de San Eloy, del gremio de plateros, con motivo de la beatificación. El recorrido fue preparado con arcos triunfales, de la forma que se celebraban los grandes acontecimientos relacionados con la monarquía. Se construyeron tres arcos: el primero, en la plaza de la Cebada, el segundo en la calle de Toledo y el tercero en la plazuela del Salvador. En ellos figura San Isidro con la aguijada en una mano, Santa María de la Cabeza cruzando el Jarama sobre su mantilla, milagros del santo, el escudo de la Villa, espigas, etc. Las órdenes religiosas hicieron sus correspondientes altares en la vía pública: los franciscanos, en la plazuela de la Cebada, los jesuitas en la puerta de sus Estudios, los mercedarios en la calle de Toledo, los dominicos en la Plaza Mayor, etc.
A las tres de la tarde comenzó la procesión a la que acudieron los pendones y cofradías de los lugares de un entorno de cinco leguas de Madrid, las parroquias y cofradías de la Villa, y órdenes religiosas. Seguían la Cofradía del santo, y sacerdotes precediendo el cuerpo de San Isidro en el arca de plata, para la que se hizo un carro llevado por gente por debajo, con un artificio para que con facilidad se moviese a todas partes y el arca estuviera a nivel, aunque fuese el carro cuesta arriba o cuesta abajo. Fue construido por Francisco Daza, maestro de coches, a expensas de la villa, por el que pagó trescientos cincuenta ducados`. La procesión tardó en salir tres horas.
Urna con el cuerpo del santo
Acompañaron a la procesión todos los Consejos y sus presidentes, y la villa, hasta donde su majestad aguardó, y llegando allí el santo bajó de la ventana donde estaba, acompañó su majestad a San Isidro hasta la iglesia, donde se recogió a las diez de la noche. El autor del manuscrito, que estuvo presente, escribe que fue la fiesta "de mayor solemnidad que se ha visto en Madrid jarnás".
La fiesta continuó los días siguientes, correspondientes a la octava del santo. En todos ellos estuvo San Isidro en la urna de plata en un altar que se hizo en medio de la capilla mayor, celebrando cada día una misa cantada y vísperas, con gran música, acudiendo gran cantidad de personas. Simultáneamente se llevaron a cabo una serie de actos: El martes se hizo una máscara, "Del triunfo de la verdad", dedicada a San Isidro, con carros representando a Apolo, dios de la música y de la poesía, Diana, Neptuno, Ceres, Vulcano, Venus, Baco, en un carro movido por dos camellos verdaderos, el dios Pan, el carro del tiempo con las cuatro estaciones, y Júpiter, como representantes de los falsos dioses de la antigüedad. Cierra el ciclo de demonios y pecados el Islam, representado por la figura vestida de un turco. En contrapartida de lo anterior, viene la figura de La Verdad, con el lema: "Todos los dioses de los gentiles son demonios". Concluye el desfile la figura de Madrid. Va en un carro formado de madroños y tirado por osos simulados. En la testera del carro lleva inscrito: "Seguimos la verdad y triunfamos del infierno". La figura de Madrid lleva a un lado la de San Isidro y al otro la de San Dámaso, sus hijos. Acompañan a caballo, en representación de las naciones que componen la monarquía, con sus correspondientes trajes: dos castellanos viejos, dos castellanos nuevos, dos portugueses, dos flamencos, dos indios y dos negros". Comenzó en el Prado de San Jerónimo para llegar a Palacio donde lo vio el Rey.
El jueves se construyó en la Plaza Mayor un castillo que llamaron de la perfección, ideado por Mira de Amescua, espectáculo al que asistió el Rey. Se sentaron milagros del santo, quien aparecía arando la tierra con bueyes, salieron 'ángeles a ayudarle, Juan de Vargas a caballo, representaron el milagro de la fuente, etc. Para concluir con fuegos artificiales, con tal profusión, que uno cayó dentro del mismo castillo, quemándose todo el aparato, estando a punto de incendiarse la Plaza: Mayor. El fuego duró hasta las dos de madrugada.
El último día de la octava se hizo un Certamen Poético en alabanza del santo, en el que tuvo un destacado papel Lope de Vega. El certamen tuvo lugar en la iglesia de San Andrés, en un tablado construido en el centro de la nave.
Arca de San Isidro
El proceso de canonización continuó en Roma, para lo cual la villa de Madrid mantuvo a Barriontievo en la Ciudad Eterna, girándole nuevas cantidades. Matilla Tascón calcula en 6.394.676 maravedís la cantidad gastada en Roma por la Villa de Madrid para canonizar a San Isidro.
Siendo Felipe IV rey de España y Gregorio XV el sucesor de Pedro, este último ordena a la Congregación de ritos reanudar la causa, que estudiada de nuevo por los auditores de la Rota, juzga la Congregación que Su Santidad está asistido de sólidas razones para firmar el decreto de Canonización. Se celebran tres consistorios: el primero, el 19 de enero de 1622, examinando los milagros obrados. Tres auditores de la Rota analizan las virtudes de Isidro: la santidad de su vida familiar, la excelencia de su fe, su firmísima esperanza, su inmensa caridad con Dios y con el prójimo, su prudencia, justicia, fortaleza y templanza, al tiempo que aprueban los milagros obrados: tres en vida: los bueyes arando, el milagro de la fuente y la caridad con los pobres, y tres después de su muerte: la incorrupción de su cuerpo y curaciones realizadas acudiendo a su sepulcro o bebiendo agua de su fuente.
El segundo consistorio se celebró el 27 de enero, y el tercero el 14 de febrero. El Romano Pontífice otorga el Decreto, de cuya redacción se encargó el procurador fiscal Venturelli, designándose el día 12 de marzo, festividad de San Gregorio, para celebrar la solemne canonización de San Isidro junto con los españoles Ignacio de Loyola, Francisco Javier y Teresa de Jesús, así como el italiano Felipe Neri.
Se imprimió en Madrid una relación de las fiestas celebradas en Roma con tal motivo. El sábado 12 entró en la Basílica de San Pedro, Gregorio XV vestido de pontifical y a hombros de hombres, y delante de él iba una solemne procesión con los guiones de los santos, comenzando por San Isidro, por su antigüedad. Seguían obispos, arzobispos y cardenales, cuyo número pasaba de cincuenta. Se celebró la canonización con el ritual de costumbre.
El domingo 13 de marzo salió la procesión general de San Pedro, en la que iban los estandartes de los nuevos santos. El de San Isidro se dejó en la iglesia de Santiago, de los españoles. Los cuatro días siguientes se hizo la fiesta de cada santo por el mismo orden, celebrándose la de San Isidro el lunes 14 de marzo, en la iglesia de Santiago.
Tan pronto se tuvo noticia en Madrid, el Concejo ordenó se hiciese una procesión de acción de gracias y se iluminase la villa las noches del 7, 8 y 9 de abril. Lucieron luminarias en las plazas de Palacio, Descalzas, Encarnación, y en las iglesias de San Andrés, San Salvador y Santa María. Además se pusieron 519 linternas en las torres de las iglesias de la villa .
En el mes de junio de 1622 se celebraron en Madrid las fiestas de la canonización de los cinco santos, publicándose una relación de las mismas. El domingo 19 se realizó la procesión general de los cinco santos con salida de la iglesia de San Andrés. Acudieron 156 pendones de la Villa y aldeas circunvecinas, 78 cruces parroquiales, 9 órdenes religiosas y los miembros de los Consejos que precedían al arca de plata portada sobre un carro con ruedas ocultas, al que siguieron desde la Plaza Mayor Felipe IV acompañado de Grandes, títulos y señores.
La pradera de San Isidro, por Francisco de Goya
Para mayor solemnidad de la procesión se realizó el siguiente decorado: se levantaron ocho pirámides, dos en la plazuela de San Salvador, dos en la puerta de Guadalajara, dos en la calle de Toledo y dos en la plazuela de la Cebada. El diseño fue obra de Juan Gómez de Mora. Se levantaron nueve altares a lo largo del itinerario. La plaza de la Cebada se transformó en una huerta y jardín, y se volvieron a poner luminarias como en la fiesta de abril.
Los días siguientes se hicieron carros alegóricos de la tierra, el agua, el aire y el fuego, así como el de San Isidro: sobre carro triunfal con cuatro ruedas, tirado por bueyes, un castillo que llevaba en la parte delantera la figura de San Isidro, en la posterior las armas reales y en los laterales los escudos de la Villa. A los lados cuatro hombres con figura de ángeles, y en lo alto, la fama vestida de blanco tocando una trompeta.
Se representaron comedias -dos de ellas de Lope de Vega-, se hicieron juegos de cañas, toro encohetado, etc. Los días 18 y 19 salieron los gigantes que tenía la Villa, danzas, y actuaciones de la banda de trompetas y atabales de la Guardia de su Majestad, así como fuegos artificiales. El Concejo de Madrid autorizó el gasto de 20.000 ducados para estas fiestas. Acabaron las celebraciones con un certamen poético celebrado en el segundo patio de Palacio, del que fue secretario Lope de Vega.
Por extraño que parezca, la Bula de Canonización de San Isidro no fue emitida por la Sede Apostólica hasta el pontificado de Beriedicto XIII, el 4 de junio de 1724. El documento comienza con las palabras "Rationi Congruit" y justifica el retraso en la emisión, por la muerte de Gregorio XV al poco tiempo de la canonización. En su extenso texto, resume la vida, virtudes y milagros del santo. El documento fue impreso en Roma por la imprenta de la Cámara Apostólica en 1726.
Gregorio XV concedió igualmente un año y cuarenta días de indulgencia a los que visitaran el cuerpo del santo el día de su fiesta, y cuarenta días si lo hicieran durante su octava. Urbano VIII concedió el 27 de marzo de 1625 Misa y oficio propios de San Isidro.
El milagro del pozo, obrado por San Isidro, en un relieve de la iglesia de San Andrés de Madrid
San Isidro es fiesta de precepto en Madrid desde 1621 y Benedicto XIII concedió que esta festividad fuera de precepto en todos los reinos de la Monarquía, como recuerda Felipe V en carta autógrafa al General de la Orden de la Merced el 6 de abril de 1727.
En el pontificado de S.S. Pío XII, la Sagrada Congregación de Ritos, por Decreto de 22 de febrero de 1947 declaraba a San Isidro patrón de la Conferencia Nacional de la vida rural de los Estados Unidos de América, señalando el día de su fiesta en las diócesis norteamericanas el 22 de marzo.
S.S. Juan XXIII instituyó el patronazgo de San Isidro sobre los labradores españoles por Bula "Agriculturam " el 16 de diciembre de 1960, a solicitud del Cardenal de Toledo Pla y Deniel.
FUENTE: "Los procesos de beatificación y canonización de San Isidro".
www.congregacionsanisidro.org
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