Emblema de la Real Academia Española de la Lengua
Diseño: Heralder
La Real Academia Española (RAE) fue fundada en 1713 por iniciativa del ilustrado Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena y duque de Escalona, a imitación de la Academia Francesa.
Su primera sesión de trabajo se celebró en la propia casa del marqués de Villena el 3 de agosto de 1713. Su creación, con 24 sillones, fue aprobada el 3 de octubre de 1714 por Real Cédula de S.M. Felipe V, quien la acogió bajo su «amparo y Real Protección». Esto significaba que los académicos gozaban de las preeminencias y exenciones concedidas a la servidumbre de la Casa Real.
Portada con los primeros Estatutos de la Real Academia Española de la Lengua
Esta vocación de utilidad colectiva se convirtió en la principal seña de identidad de la Academia Española, diferenciándola de otras academias que habían proliferado en los siglos de oro y que estaban concebidas como meras tertulias literarias de carácter ocasional.
En la conciencia, según la visión de la época, de que la lengua española había llegado a un momento de perfección suma, fue propósito de la Real Academia «fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza». Se representó tal finalidad con un emblema formado por un crisol puesto al fuego, con la leyenda Limpia, fija y da esplendor. Nació, por tanto, la institución como un centro de trabajo eficaz, según decían los fundadores, «al servicio del honor de la nación».
En 1723 se le concedieron al marqués de Villena 60.000 reales anuales para financiar las publicaciones académicas.
Portada de la fachada original del Palacio del Marqués de Villena en Madrid.
Foto: Macalla
S.M. el rey Fernando VI permitió publicar las obras de la Academia y las de sus miembros sin censura previa.
Desde entonces ha sido objetivo básico de la Real Academia Española de la Lengua la publicación de todo tipo de diccionarios y regularización lingüística mediante la promulgación de normativas dirigidas a fomentar la unidad idiomática dentro y entre los diversos territorios; garantizar una norma común, en concordancia con sus estatutos fundacionales: «velar por que los cambios que experimente [...] no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico».
Portada del Diccionario de la Lengua Castellana de 1737
Con el objeto de incentivar el estudio, defensa y difusión de la lengua, se crearon en 1777, reinando S.M.C. Don Carlos III, unos premios de reconocimiento personal e institucional para los más brillantes trabajos y proyectos referidos a nuestro idioma.
El signo físico de esos premios eran una serie de medallas acuñadas en diferentes metales que serían entregadas en acto académico solemne.
El signo físico de esos premios eran una serie de medallas acuñadas en diferentes metales que serían entregadas en acto académico solemne.
Anverso de la Medalla del Premio de la Real Academia Española de la Lengua
Foto: www.todocolección.net
Foto: www.todocolección.net
El anverso de la Medalla, en este caso acuñada en bronce, muestra la efigie, de medio cuerpo, de S.M.C. Don Carlos III, con indumentaria civil de corte y portando el Collar del Toisón de Oro. Le rodea la inscripción en castellano: "Carlos.III.Protector.de.la.Academia"
Reverso de la Medalla del Premio de la Real Academia Española de la Lengua
Foto: www.todocolección.net
El reverso de la Medalla presenta el emblema de la Real Academia Española de la Lengua, un gran crisol puesto al fuego de una potente hoguera, alimentada por gruesos troncos cortados, y que lanza humo y llamaradas.
Le rodea el lema de la Institución grabado en una filacteria: "Limpia fixa (grafía antigua de fija) y da esplendor".
En el exergo otra inscripción de tipo conmemorativo: "Se establecieron estos premios año de 1777".
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