El Marqués de Santillana
Un 25 de marzo de 1458, fallecía en Gudalajara uno de las figuras claves de nuestro siglo XV: guerrero, poeta, estadista: Don Íñigo López de Mendoza, Iº marqués de Santillana.
Íñigo López de Mendoza, Iº marqués de Santillana, Iº conde del Real de Manzanares y señor de Hita y Buitrago; nació en la villa palentina de Carrión de los Condes un 19 de agosto de 1398.
Su padre falleció teniendo él cinco años, lo que motivó que su madre, Doña Leonor Lasso de la Vega, tuviera que actuar con gran habilidad para conservar su herencia. Parte de su infancia la pasó en casa de Doña Mencía de Cisneros, su abuela. Posteriormente, se formó con su tío, el arcediano Don Gutierre, que más tarde sería Arzobispo de Toledo.
A los quince años, Íñigo se casó en Salamanca en 1412 con Catalina Suárez de Figueroa, hija del fallecido Maestre de Santiago, Lorenzo Suárez de Figueroa, con lo cual su patrimonio aumentó en mucho, transformándole en uno de los nobles más poderosos de su tiempo.
Las inconfundibles armas de los Mendoza con su Ave María
Foto: Valdavia
Marchó al poco a Aragón, junto al séquito de Fernando de Antequera y allí fue copero del nuevo rey Trastámara. Conoció la obra de poetas en provenzal y catalán que menciona en su Proemio. Literariamente se formó en la corte aragonesa, accediendo a los clásicos del humanismo (Virgilio, Dante...) y de la poesía trovadoresca al lado de Enrique de Villena. En Barcelona trabó relación con Jordi de San Jordi, copero, y Ausiàs March, halconero real.
En Aragón hizo estrecha amistad también con los Infantes de Aragón, en cuyo partido militaría hasta 1429. Allí, por último nació en septiembre de 1417 su primogénito, Diego Hurtado de Mendoza y Suárez de Figueroa, futuro duque del Infantado.
Regresó a Castilla al tiempo de la jura del rey Juan II de Castilla y participó en las luchas de poder entre Enrique de Aragón y Don Álvaro de Lunay, en el bando del primero. Estuvo junto a él en el golpe de Tordesillas y en el cerco del castillo de La Puebla de Montalbán, en diciembre de 1420.
Tras la prisión de don Enrique, regresó a sus posesiones de Hita y Guadalajara. En 1428 nació en Guadalajara su sexto hijo, el que sería Cardenal Mendoza.
Como político, procuró a partir de 1422 inmiscuirse lo menos posible en los asuntos de Estado y mantener a lo largo de su vida la fidelidad al rey Juan II. Ello le llevó a enemistarse primero con los Infantes de Aragón, en 1429, al no apoyar su invasión de Castilla en el verano de aquel año; y más tarde, a partir de 1431, se enemistaría con el privado real Álvaro de Luna; aunque no por ello volvería a militar en el bando de los aragonesistas.
En la primera Batalla de Olmedo (1445) estuvo en las filas del ejército real, por lo cual el Rey le concedió el título de Marqués de Santillana y el condado del Real de Manzanares. Ya el año anterior, 1444, había recibido la confirmación real del privilegio a su favor de los derechos que la Corona tenía en las Asturias de Santillana.
Don Íñigo contribuyó claramente a la caída de don Álvaro de Luna (1453) y contra él escribió su Doctrinal de privados; a partir de entonces comienza a retirarse de la política activa. Su última gran aparición se produce en la campaña contra el reino nazarí de Granada en 1455, ya bajo el reinado de Enrique IV de Castilla. Ese mismo año muere su mujer, doña Catalina de Figueroa, y el Marqués se recluye en su palacio de Guadalajara para pasar en paz y estudio los últimos años de su vida.
Hombre de gran cultura, llegó a reunir una importante biblioteca, que después pasó a ser la famosa Biblioteca de Osuna, y se rodeó de brillantes humanistas que le tenían al tanto de las novedades literarias italianas, como por ejemplo Juan de Mena o su secretario y criado, Diego de Burgos, quien compuso a su muerte un muy erudito poema, el Triunfo del Marqués.
"El infierno de los enamorados", obra del marqués de Santillana
El Iº marqués de Santillana fue un personaje clave en la sociedad y la literatura castellanas de su tiempo. Su abuelo, Pedro González de Mendoza, y su padre, el Almirante de Castilla Diego Hurtado de Mendoza, fueron también poetas y estuvo emparentado con grandes figuras literarias de su tiempo, como el Canciller Pedro López de Ayala, Fernán Pérez de Guzmán o Gómez Manrique.
También sus hijos continuaron esta labor literaria y de mecenazgo cultural, sobre todo el gran Cardenal Pedro González de Mendoza. Su madre fue la riquísima Señora de la Casa de la Vega, Leonor Lasso de la Vega, la cual estuvo casada en primeras nupcias con Juan Téllez de Castilla, II Señor de Aguilar de Campoo e hijo del Infante Tello de Castilla.
El Iº marqués de Santillana fue, además, uno de los primeros historiadores de la literatura española y le preocuparon cuestiones de poética, como demuestra el prólogo que puso a sus obras, el Proemio e carta al condestable Don Pedro de Portugal. Toda su obra puede inscribirse dentro de la Escuela alegórico-dantesca. Fue sin duda alguna el más ferviente admirador que tuvo Dante Alighieri en España, y también asimiló lo que pudo del humanismo de Petrarca y Boccaccio.
Es especialmente recordado por sus serranillas, poemitas de arte menor que tratan del encuentro entre un caballero y una campesina, a imitación de las pastorelas francesas, pero inspiradas en una tradición popular autóctona propia. Fue el primer autor que escribió sonetos en castellano, estrofa de origen italiano mal conocida aún en Castilla: los 42 sonetos fechos al itálico modo. Su obra maestra dentro del estilo alegórico-dantesco es la Comedieta de Ponza, donde describe la batalla naval homónima en coplas reales. Escribió además poemas alegóricos y doctrinales (dezires) y lírica cancioneril y recopiló una de las primeras colecciones paremiológicas en castellano, los Refranes que dicen las viejas tras el fuego.
Firma y sello del marqués de Santillana
Foto: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
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