El 29 de abril de 1964 contraían matrimonio en Roma don Carlos Hugo de Borbón Parma y la princesa Irene de los Países Pajos. Se trataba de una boda que culminaba un complejo y dificultoso proceso de renuncias y desencuentros. Pero, al fin, el primogénito del pretendiente carlista se unía a la princesa holandesa.
Doña Irene de Orange-Nassau había nacido el 5 de agosto de 1939 en el
Palacio de Soestdijk, Países Bajos y era la segunda hija de la Reina Juliana y del Príncipe Bernardo de Lippe-Biesterfeld. Debido a la
invasión de los Países Bajos por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra
Mundial, la familia real holandesa decidió vivir en el exilio en Canadá, donde
Irene asistió a la Rockcliffe Park Public School, en Ottawa. Posteriormente
estudió en la Universidad de Utrecht, Países Bajos.
La princesa Irene de Orange-Nassau había conocido a Carlos Hugo de Borbón-Parma en Madrid, ciudad en la que aprendía español. En el verano de 1963, Irene se convirtió en secreto a la fe católica y corrieron rumores de que se casaría con don Carlos Hugo.
Surgieron protestas por
parte de los calvinistas holandeses, generando una crisis constitucional.
Aunque se trataba de una tradición y no de una ley que prohibía a un católico
reinar en los Países Bajos, Irene era la segunda en el orden de sucesión al
trono. La Reina Juliana intentó evitar el matrimonio enviando un emisario a
Madrid que trató de convencer a Irene de abandonar su propósito, argumentando
que el general Franco se beneficiaría políticamente con el enlace. Sin embargo
la Princesa no aceptó la orden de su madre. A principios de 1964 la Princesa
regresó a los Países Bajos en compañía de Carlos Hugo, reuniéndose con la
Reina, el Primer Ministro y tres ministros del gabinete. En un intento por
ganar el aprecio del pueblo, Irene declaró públicamente que su matrimonio tenía
como objeto terminar con la intolerancia religiosa. Esto causó una fuerte
división en la opinión pública, ya que el 40% del país profesaba la fe católica.
En las semanas siguientes, la situación se deterioró aún más cuando el Papa
Pablo VI concedió una audiencia solicitada por la pareja en Roma.
Ningún
miembro de la familia real holandesa ni ningún representante diplomático
holandés asistió a la boda de la Princesa Irene de los Países Bajos y don Carlos Hugo de Borbón-Parma en la Basílica de Santa María la Mayor en
Roma, el 29 de abril de 1964. Debido a que no había podido obtener la
aprobación de los Estados Generales de los Países Bajos para casarse, Irene
perdió su derecho de sucesión al trono holandés y se acordó que viviría fuera de
los Países Bajos. Tras la boda, la Princesa Irene se dedicó a
apoyar, con todo entusiasmo y fuerza, la causa de su marido respecto a sus pretendidos derechos al trono español.
La pareja tuvo cuatro hijos: Carlos Javier (actual Pretendiente), Margarita,
Jaime y María Carolina. El matrimonio
finalizó en divorcio en 1981. Tras el divorcio, la Princesa Irene regresó a
vivir a los Países Bajos con sus hijos y se involucró en la lucha por la
defensa del medio ambiente. Su conexión con la naturaleza, la llevó a publicar
en 1995 su libro “Diálogo con la
naturaleza”. En 1999, la Princesa Irene compró una granja cerca de Nieu
Bethesda (Sudáfrica), convirtiéndolo en un santuario para flora y fauna. En
2001, colaboró a establecer la Natuur College en los Países Bajos.
De aquella boda de 1964 se conserva una curiosa medalla que fue acuñada por los partidarios del pretendiente carlista, don Javier de Borbón Parma y de su hijo don Carlos Hugo. Recordemos que entonces se vivían los años previos a la decisión final del general Franco sobre quién habría de ser su sucesor a título de Rey.
Esta medalla muestra en su anverso las efigies de don Carlos Hugo y doña Irene rodeados por la leyenda: "ENLACE DE SS.AA.RR. D. CARLOS Y Dª. IRENE. DUQUES DE MADRID". El título ducal madrileño era uno de los títulos de pretensión que los aspirantes carlistas al trono de España habían empleado ya en el siglo XIX.
No hay comentarios:
Publicar un comentario