Entrada al Monasterio
Foto: Diego Delso
"...No hay vidrios en las ojivas que dan paso a la luz; no hay altares en las capillas; el coro está hecho pedazos; el aire, que penetra sin dificultad por todas partes, gime por los ángulos del templo, y los pasos resuenan de un modo tan particular, que parece que se anda por el interior de una inmensa tumba. Tal es el efecto que produce la iglesia del monasterio cuando por primera vez se traspasan sus umbrales. Gustavo Adolfo Bécquer. Cartas desde mi celda. Carta IX "La Virgen de Veruela" (1864)
El Real Monasterio de Santa María de Veruela es una abadía cisterciense del siglo XII situada en las cercanías de Vera de Moncayo (Zaragoza)
En 1141, Pedro de Atarés, junto con su madre, donaron los valles de Veruela y Maderuela, en torno al río Huecha y a escasos kilómetros al noroeste de Borja, a los monjes franceses de la Abadía de Escaladieu para que se fundase un monasterio bajo la advocación de la Virgen María. Sin embargo, la orden del Císter no dio el permiso para que se procediese a la fundación hasta 1146, siendo por consiguiente el monasterio cisterciense más antiguo de Aragón. La donación fue confirmada en 1155 por Ramón Berenguer IV.
Los monjes cistercienses encontraron en los entonces frondosos bosques del somontano del Moncayo el silencio y la soledad que su regla monástica exigía, además de otros elementos fundamentales para la vida cisterciense: piedras (las canteras de la zona) y agua (la del río Huecha o La Huecha). Ese río fue, precisamente, el eje de la articulación del señorío verolense. Veruela como señor de vasallos poseía las localidades de Ainzón, Alcalá de Moncayo, Bulbuente, donde poseían el Castillo-Palacio de los Abades de Veruela, Litago, Pozuelo de Aragón y Vera de Moncayo, además de poseer una granja en Magallón (la conocida como Granja de Muzalcoraz), sin olvidar que hasta 1409 poseyó también Maleján. Todas estas posesiones convertían a Santa María de Veruela en el gran señor de abadengo del Valle de La Huecha y de las actuales comarcas de Borja y Tarazona.
Sala Capitular de Veruela
Foto: ecelan
Veruela fue abandonada por los cistercienses en 1835 a causa de la Desamortización, lo cual propició la destrucción y el abandono del cenobio. No obstante, una junta de conservación formada por gentes de Borja y Tarazona impidieron su ruina total y merced a la creación de una hospedería pudieron conservar el monumento. A dicha hospedería acudieron durante la segunda mitad del siglo XIX la alta sociedad zaragozana e ilustres personajes como los hermanos Bécquer, Gustavo Adolfo y Valeriano –el pintor–. Ambos encontraron en Veruela un lugar romántico por excelencia que inspiró muchos pasajes de sus obras, en especial la colección de cartas de Gustavo Adolfo reunidas y publicadas con el título de Desde mi celda, y buena parte de la colección de grabados de Valeriano. Es evidente que la presencia del poeta ha otorgado a Veruela la universalidad de la que hoy disfruta, algo que no consiguieron ni la larga presencia cisterciense entre 1145 y 1835, ni la estancia jesuitica en el periodo de 1877 a 1975.
Gustavo Adolfo Bécquer inmortalizó Veruela
En 1976 el estado cedió el usufructo del monasterio a la Diputación Provincial de Zaragoza para su rehabilitación y conservación. Desde 1998 Veruela es de titularidad de dicha Diputación que, además de continuar las obras de restauración, lo mantiene abierto al público y lo ha convertido en sede de actividades culturales como exposiciones, cursos o festivales musicales.
Claustro del Monasterio
Foto: ecelan
El edificio reúne entre sus piedras diversos estilos artísticos, que van desde el Románico en la portada de la iglesia abacial, pasando por el Gótico del interior del mismo templo o del claustro, el Renacimiento en las reformas realizadas por Hernando de Aragón y el Barroco en la portada de la sacristía y del monasterio nuevo.
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